Sin objetivos clasificatorios por delante, el Deportivo afronta su visita a La Romareda impulsado por pequeños retos simbólicos y, sobre todo, por el condimento emocional que supone medirse al Zaragoza, un viejo conocido con el que existe una rivalidad de fondo construida en las últimas décadas. Desde traspasos frustrados y litigios judiciales hasta aquella sombra de amaño en un Zaragoza-Levante que coincidió con un descenso deportivista, los duelos entre ambos han ganado en tensión. Ahora, sin presión, el Dépor puede añadir un último punto de picante a la temporada poniendo en aprietos a un Zaragoza que aún no ha sellado su permanencia.
El Dépor, decimotercero con 53 puntos, encara el tramo final con objetivos menores que no son desdeñables. El décimo lugar es el techo posible, una posición que implica un mayor ingreso económico. Además, una victoria en Zaragoza les permitiría cerrar el curso como uno de los mejores visitantes de la categoría.
El encuentro también representa una oportunidad para que jugadores menos habituales y fabrilistas ganen protagonismo, debido a la acumulación de bajas. No estarán David Mella, Dani Barcia, Ximo Navarro ni Zakaria Eddahchouri, este último tras su accidente en el paseo marítimo, aunque no presenta lesiones graves. Hugo Rama es duda y Barbero cumplirá el primero de sus dos partidos de sanción por su expulsión ante el Granada, tras decirle “eres malísimo” al árbitro. Por su parte, José Ángel, otra de las bajas, ya tiene el alta médica tras su operación de pubalgia.
Estas ausencias abren la puerta a la cantera. El delantero Kevin Sánchez, que ya ha jugado cuatro partidos con el Dépor, podría repetir, mientras que Álvaro Mardones y Adrián Guerrero podrían tener por fin la oportunidad de estrenarse con el primer equipo. También podría reaparecer el extremo argentino Juan Gauto, recién recuperado de una lesión muscular, y se espera que Mario Soriano, pese a molestias en la cadera al inicio de semana, continúe su pleno de partidos: 40 de Liga y 1 de Copa.
Por otro lado, el técnico Óscar Gilsanz, que sigue sin saber si continuará en el banquillo, insistió en rueda de prensa en que su foco está en trabajar hasta el final de Liga, manteniendo su condición de “persona de club” pase lo que pase.
Enfrente estará un Zaragoza que sí se juega mucho. Con 48 puntos, cuatro más que el Eldense —que marca el descenso— necesita un triunfo para sellar la permanencia. Este es su último partido en La Romareda antes del inicio de las obras de reforma del estadio, un componente emocional añadido al encuentro.
El Zaragoza también llega con bajas. Keidi Bare está fuera por lesión desde marzo, Lluís López no entrenó con el grupo por molestias en el gemelo, Kervin Arriaga está entre algodones y el gallego Dani Tasende, también con problemas musculares, es duda.
El precedente de la primera vuelta en Riazor terminó 1-1. Soriano adelantó al Dépor, pero el Zaragoza fue muy superior. Dominó con claridad, sobre todo por banda derecha, pero pagó su falta de acierto. Iván Azón, que no ha debutado en el Como italiano tras salir en febrero por 2,5 millones de euros, lo hizo todo bien y solo le faltó la puntería. El empate llegó en el añadido, obra de Francho Serrano, en uno de los asedios más intensos sufridos por el Dépor este curso.
Ahora, sin urgencias, el Deportivo llega con la misión de competir en un partido con chispa debido a la rivalidad entre ambos clubes.