El Zaragoza de Gabi, pragmatismo ante todo
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El Zaragoza de Gabi, pragmatismo ante todo

El Zaragoza de Gabi, pragmatismo ante todo
Gabi Fernández, entrenador del Zaragoza, aplaude a los aficionados maños tras la disputa de un partido de esta temporada en Segunda División | Foto: Real Zaragoza

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El día de la marmota podría haber surgido en Zaragoza. Porque año tras año, este club histórico parte con la premisa de abandonar de una maldita vez la Segunda. Pero de manera reiterada, acaba encomendándose a la Virgen del Pilar para implorar quedarse un año más en la categoría ante el riesgo de dejar la Liga Hypermotion, pero no dirección a Primera División, sino a Primera Federación.


Una temporada más, la entidad zaragocista arrancó con optimismo el curso. Comandada por el mito Víctor Fernández, a quien la institución tuvo que recurrir para buscar el milagro en forma de salvación unos meses antes, se posicionaba en la zona alta gracias a la electricidad, el descaro y la puntualidad de un equipo joven. Marcos Luna, Francho Serrano, Pau Sans, Adrián Liso o Iván Azón comandaban desde el sentimiento de pertenencia un equipo compuesto por futbolistas solventes en la categoría, como Iván Calero, Toni Moya, Ager Aketxe o Mario Soberón.


Pero una vez más, el castillo de naipes volvió a derrumbarse. Víctor Fernández dimitió en diciembre al séptimo partido sin ganar y tras dos derrotas frente a Eibar y Oviedo que llegaron después de un empate in extremis en Riazor, donde fue muy superior al Deportivo. El Zaragoza tenía que buscar nuevo pastor y recurrió a un Miguel Ángel Ramírez. El técnico canario estuvo lejos de poder sacar adelante la situación en medio de un ambiente ya muy enrarecido. Con La Romareda pidiendo la dimisión en su debut, tan solo logró sacar siete puntos de treinta posibles. 

 

 

 


El balance era, a todas luces, insuficiente. Y el Real Zaragoza volvió a tirar de la mística para modificar una situación que parecía abocarle, esta vez sí, al descenso. De nuevo llamada de socorro. De nuevo al rescate un mito como Gabi Fernández, alma mater del vestuario durante su carrera como futbolista antes de convertirse también en leyenda en el Atleti.

 

Muchas variantes

Gabi llegó a La Romareda con la premisa de dotar de solidez a un equipo débil de estructura y de mente. Apostó de inicio por armar a su equipo desde atrás, con una defensa de tres centrales en la que el zurdo era, más bien, un lateral corto.


Sin embargo, la fórmula no le salió del todo bien. No fue hasta el cuarto partido de Gabi cuando el Zaragoza logró su primera portería imbatida. Ese 1-0 ante el Mirandés a partir de un 5-3-2 más natural, con tres defensores centrales natos y dos puntas sobre los que jugar directo. El triunfo, basado en un gol de córner, pareció sentar las bases. Defender con solidez y aprovechar el balón parado

 

 

 


De hecho, Gabi repitió por primera y última vez alineación a la siguiente semana, contra el Eibar. Pero el sufrido 2-2 en casa tras empezar perdiendo 0-2 –gol del meta Poussin en el último segundo– lo obligó a buscar una nueva vuelta de tuerca al equipo. A partir de ahí abandonó la fórmula de los cinco defensas y ha ido variando entre el 4-4-2 con dos puntas natos en ataque, el 4-3-3 y el 4-2-3-1. A pesar de esta diversidad, Gabi ha ido consolidando varias certezas: Poussin en el arco, el centrocampista Francho Serrano como lateral derecho, el ahora lesionado Lluis López junto con Jair en el eje de la zaga, Toni Moya y Raúl Guti en el centro del campo, Pau Sans estirando por la derecha, el diabólico Adu Ares por dentro o por fuera y Mario Soberón como punta de lanza.

 

Sin riesgo

De este modo, el Zaragoza es un equipo que pretende asumir pocos riesgos con y sin balón. El cuadro blanquillo tiene en Toni Moya a su gran constructor de juego. Pero su protagonismo con la pelota casi nunca deriva en un fútbol hilado por dentro. Aunque si Aketxe entra en el once el equipo adquiere un perfil más asociativo, el Zaragoza ha venido optando por un juego más directo sobre sus puntas.


A partir de su juego de bandas, el equipo ha encontrado muchas soluciones. La gran mayoría de sus goles han llegado de centro lateral. Bien en juego abierto, bien a balón parado. De hecho, la pelota quieta ha sido la vía de la mitad de los tantos del cuadro maño desde la llegada de Gabi. Las zurdas de Tasende y Aketxe –cuando están en campo– ayudan, junto a un notable poderío aéreo en el que destacan Jair, el potentísimo mediocentro Kervin Arriaga y el llegador Raúl Guti.

 

 

 


Si el Zaragoza busca minimizar situaciones de pérdida en ataque, sin balón también prioriza no desestructurarse. El equipo de Gabi no busca presionar demasiado los inicios de sus rivales porque su objetivo es ser muy estrecho y conceder pocos espacios por dentro. Sin embargo, ante el Oviedo, concedió en muchas ocasiones un amplio intervalo en el carril intermedio entre  central y lateral. El primero se focalizaba en proteger el área ante un centro, el segundo salía fuera a poseedor y el mediocentro no corregía a su espalda.


De no arreglar el desajuste, puede ser  un buen pasillo para un Deporte que busca mucho ese tipo de movimientos Villares, Petxa o Diego Gómez. 

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