El Deportivo comienza a quitarse el miedo a que lo relacionen con la palabra ascenso. De momento todavía cuesta pronunciarla, como rechazó el propio Antonio Hidalgo el día de su presentación justo unos minutos después de decir que su contrato incluía, efectivamente, una cláusula de renovación por ascenso. No hay que olvidar tampoco que los hechos suelen contar mucho más que las palabras. Y en lo que va de verano, el club blanquiazul no para de acumular movimientos que resultan una evidente declaración de intenciones. El último, el fichaje de Luismi Cruz.
Podía intuirse que el Dépor iría a por todas después de echar el resto por Yeremay. El golpe de efecto que suponía garantizar la continuidad del canario con medida Europa pendiente era, al mismo tiempo, subir un escalón la exigencia de un proyecto que ansía regresar a la máxima élite. Y después de dos movimientos de apuesta entre presente y futuro como Lucas Noubi y Arnau Comas, ahora la dirección deportiva consigue adelantarse a toda Segunda para firmar a uno de los jugadores más destacados de la pasada temporada.
La llegada del extremo gaditano a Riazor engloba numerosos mensajes con numerosos destinatarios. El primero es interno. Tanto colectivo, para que el vestuario sepa dónde va a ponerse la exigencia este curso, pero también individual para esos futbolistas de la zona de ataque que venían de no tener apenas competencia. Yeremay, Mario Soriano y, sobre todo un David Mella que comparte posición con Luismi, saben que no habrá lugar para el acomodo. Lo mismo por supuesto para el propio Luismi, que llega de tener las llaves del ataque en Tenerife y tendrá que ganarse día a día en Abegondo su escalada en el terreno de juego y su hueco en el vestuario.
Pero desde luego este es un mensaje para el resto de la categoría. Incluidos los gallitos que llegan de Primera con un paracaídas forrado en billetes del seguro de descenso. Desde Leganés apuntan que Luismi era una de las piezas que querían para liderar el regreso de Butarque a la máxima categoría. Suspiraban en Cádiz también por recuperar a un talento local que proporcionara todavía más identidad a su proyecto. Ni ellos ni otros interesados han tenido nada que hacer ante los dos factores determinantes que el Deportivo ha demostrado tener para completar esta operación. El primero es la capacidad de presentarle un proyecto atractivo a un chico de 24 años que viene en línea ascendente los últimos años y busca el lugar idóneo para explotar de forma definitiva. El segundo, y probablemente más importante, el músculo económico. Para convencer a Luismi con un contrato a la altura y para convencer también a un Tenerife en cuya puerta han hecho cola diferentes equipos con jugosas propuestas que, pese al descenso a Primera RFEF, se había permitido el lujo de rechazar. No ha podido hacerlo con la blanquiazul.
Fernando Soriano tiene mucho trabajo por delante todavía en este mercado, pero a 11 de julio y con las plantillas de plata sin apenas haber empezado a sudar, el mercado ya conoce las intenciones de un Deportivo que muestra en sus acciones toda la contundencia y determinación que normalmente trata de ocultar cuando tira de cautela para responder directamente cuando se le pregunta.