Inmiscuido en un epílogo con falta de alicientes tras alcanzar con suficiencia el objetivo de la permanencia y quedarse sin opciones de soñar con algo más, el Deportivo tiene ante sí el último desafío del curso lejos de Riazor: Zaragoza. La Romareda esconde para el equipo deportivista un último reto, ya que ganar le permitiría echar el telón con enorme orgullo a una gran temporada a domicilio.
Y es que el conjunto herculino se ve ante la posibilidad de cerrar el curso con 30 puntos fuera de casa, una cifra que le permitiría colocarse de nuevo como el tercer mejor equipo visitante en la Liga Hypermotion 2024-25. El Dépor ha pasado de ser huésped a convertirse en ‘okupa’, conquistando sin preguntar el hogar ajeno. Incluso a veces de manera ‘violenta’. Primero irrumpe y zarandea al anfitrión. Luego, pregunta si puede pasar. Fe de ello pueden dar el Albacete, el Cartagena o el Cádiz, a los que el paso del ‘huracán Dépor’ les destapó las vergüenzas ante los suyos.
De este modo, la posición dentro del podio de mejores visitantes ha sido propiedad del Deportivo durante buena parte de la gran campaña. De hecho, solo las dos recientes derrotas en las últimas salidas a Santander y Gijón le han hecho perder esta condición, que aún aspira a recuperar.
Para ello deberá ganar en la capital aragonesa, lo que le permitiría no solo certificar de manera matemática el cuarto puesto en la clasificación fuera de casa, sino optar a la tercera plaza e incluso tener la posibilidad de ser segundo.
Para poder mirar hacia arriba, es ineludible para el cuadro de Óscar Gilsanz ganar en La Romareda como primera condición. Con 27 unidades ya en su bolsillo, el triunfo le permitiría alcanzar la brillante cifra de 30 puntos. Luego será el momento de comprobar qué ha pasado en otros campos y qué puede suceder la próxima semana.
Con el Racing de Santander como equipo ya inalcanzable en la tabla de visitantes para el Dépor, la atención se centra en Burgos, donde el Levante se juega el ascenso a Primera. Un punto sería suficiente para que el equipo de Julián Calero certificase su segunda plaza en esta clasificación de mejores equipos a domicilio. De no lograrlo y vencer el Deportivo, ambos se quedarían empatados a 30. Un empate que podría ser triple en el caso de que el Oviedo, con el mismo puntaje que el bloque coruñés, también lograse el triunfo en Tenerife.
Más allá de esta jornada, el equipo herculino deberá esperar a la última fecha para conocer su posición final, pues el Granada se mide en el último partido de liga regular al Racing de Santander. Un triunfo del cuadro nazarí le permitiría adelantar al Dépor. De no vencer y sí haberlo hecho el Deportivo en La Romareda, la escuadra de Riazor mantendría su plaza.
Lo cierto es que el Dépor ha llegado a su último partido a domicilio en disposición de certificar un gran puesto en la escala fuera de casa gracias a su capacidad para ir logrando buenos resultados lejos de Riazor. Sobre todo a partir de la llegada de Óscar Gilsanz. Desde que el preparador de Betanzos se sienta en el banquillo del primer equipo, el cuadro herculino tan solo ha perdido cuatro encuentros a domicilio. Los dos últimos llegaron en las salidas más recientes, los citados encuentros en El Sardinero y El Molinón, con el Deportivo ya salvado de manera matemática.
Antes, el equipo sucumbió en Almería (2-1), en la que fue su segunda salida en esa etapa y en un duelo marcado por las bajas en la parcela ofensiva. También en Elda (2-0), en el peor partido a domicilio del período de Gilsanz, teniendo en cuenta el contexto.
A esas cuatro derrotas hay que sumarle tres más en la etapa de Idiakez: en Huesca (2-1), contra el Córdoba (2-0) y en Valencia, contra un Levante (2-1) que superó de manera rotunda al Dépor en el juego. Quizá la del Ciutat fue la peor actuación a domicilio de un equipo que con Imanol en el banco ya fue capaz de dejar un gran resultado en su visita al Belmonte (2-5) e interesantes apuntes en Granada (1-1) y Elche (0-0).
Ya apuntaba maneras por aquel entonces la escuadra coruñesa, mucho más cómoda lejos de Riazor que al calor de su hogar durante toda la campaña al poder aprovechar mejor los planteamientos de los rivales, más obligados a exponer y a, la vez, a exponerse. De eso se benefició el Deportivo en sus partidos más brillantes, aunque con la llegada de Gilsanz el Dépor ganó en sobriedad y regularidad. En equilibrio, una palabra subrayada en el diccionario del preparador betanceiro.
Tras arrollar al Cartagena (1-5) y perder en el UD Almería Stadium, el equipo herculino encadenó su gran racha fuera de casa. Entre finales de noviembre y principios de febrero, el cuadro blanquiazul enlazó cinco encuentros consecutivos sin perder, gracias a sus tres victorias en Cádiz (2-4), Burgos (0-1) y Eibar (0-1), además de sus igualadas contra el Málaga (0-0) y el Tenerife (0-0).
Los fuegos de artificio, que le han permitido llegar a la penúltima fecha como el equipo más goleador fuera de casa (30), dejaban cada vez más foco a la sobriedad. Así lo demuestran las cuatro salidas continuadas sin encajar un solo gol.
Entonces llegó la dura caída en el Pepico Amat ante el Eldense (2-0), que impidió al Deportivo engancharse al playoff de ascenso y le obligó a mirar de nuevo hacia abajo.
Esa derrota truncó las ilusionantes aspiraciones del bloque deportivista y fue el borrón de una racha que prosiguió cuatro encuentros más. Porque tras la visita a Elda, el Deportivo venció en Oviedo (1-2), empató en Castellón (2-2), ganó en Ferrol (0-1) y fue capaz de igualar contra el Mirandés (2-2).
Una única derrota en diez encuentros. El equipo de Óscar Gilsanz parecía casi indestructible a domicilio, una fortaleza que incluso le elevaba a ser el segundo mejor equipo lejos de su estadio y únicamente por detrás de un Racing de Santander que construyó su reino en las siete primeras salidas de la temporada, saldadas todas ellas con victoria.
Con la salvación en la mano, los resultados en Riazor supusieron el freno a las aspiraciones de playoff. Y sin nada en juego como añadido al desgaste físico y mental, el equipo ha perdido altas dosis de la competitividad que le llevó a salir a flote. Como consecuencia, dos partidos perdidos consecutivos en dos salidas, algo que no había sucedido en toda la temporada.
Ahora, en su último viaje del curso, la visita a territorio maño, el equipo tiene la oportunidad de arreglar ese mal sabor de boca final y hacer honor a la condición de gran ‘okupa’ que le ha caracterizado toda la campaña.
Así, de lograr vencer en Zaragoza, el Deportivo acabaría la liga con 30 puntos lejos de Riazor, un registro que muy pocas veces ha conseguido en Segunda durante el último medio siglo.
El Dépor igualaría los 30 puntos a domicilio que consiguió en la temporada 2018-19, en la que acabó jugando playoff y se quedó a las puertas de regresar a Primera. Aquel curso, el equipo fue el cuarto mejor visitante. En este, puede mejorar aquel puesto.
De este modo, al margen de esa campaña que puede ser igualada, tan solo en las temporadas 2013-14 y 2011-12 el Deportivo fue capaz de sumar más puntos que el actual. En ambas acabó ascendiendo.
Con Fernando Vázquez en el banco, el equipo fue segundo e hizo valer su condición de gran colectivo a domicilio, pues sumó 36 unidades, más que nadie. Mientras, el año de Oltra, a pesar de establecer un nuevo récord de 91 puntos en la categoría, tan ‘solo’ obtuvo 35 fuera.
Ya yéndose a un pasado menos reciente y en el que es preciso proyectar las victorias con tres puntos y no con los de que valían para trazar la comparación, el ascenso de la 1990-91 tampoco corresponde a una gran temporada fuera de A Coruña. El equipo fue segundo en la tabla final a pesar de ser el décimo contando solo los encuentros a domicilio.
Para obtener registros similares a los de la actualidad de un Dépor sin ascenso es necesario acudir a la campaña 1988-89, cuando el equipo fue décimo pero consiguió 27 puntos -proyectados- en dos partidos menos.