La obligación de acudir a la sala de prensa es algo con lo que no todos los entrenadores disfrutan. El tener que someterse a las preguntas de los ‘avezados plumillas’ no es siempre plato de buen gusto. Más allá de los showman que son técnicos como Guardiola o Mourinho, al que compañeros periodistas Madrid me confesaban una vez echaban de menos por sus ‘perlas’ y titulares, están aquellos técnicos que sortean como pueden los micrófonos. Hay que tener más o menos soltura para lidiar con las cuestiones, algunas más amables que otras. El periodista tiene el deber de preguntar y el entrevistado de responder lo que considere. Y en ese equilibrio, tratando de no quemarse y saliendo airoso se mueve como pez en el agua Óscar Gilsanz.
El entrenador del Deportivo tiene un máster esta temporada para capear como buen torero aquellas preguntas más incómodas o peliagudas con maestría. El míster sabe muy bien como contestar a las diferentes interpelaciones con mesura y sin perder la compostura. En ese trato amable también está su destreza en la sala de prensa. Lo volvió a hacer en la previa contra el Sporting.
Hay muchos interrogantes sobre la mesa pero uno, como el elefante en la habitación, no se puede obviar: su continuidad en el Deportivo. Conseguido el objetivo de la permanencia, que siga o no es un melón que en el club tienen que abrir y afrontar, si no lo han hecho ya, en algún momento. El míster de Betanzos no se moja, apela al trabajo diario y a terminar lo más arriba posible en la tabla. Pero reconoce que tiene sueños, como los que le llevaron al primer equipo. Quien sabe si también anhela el salir a hombros de la plaza.