Róber Pier, de jerarca de plata a cuestionado en El Molinón
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Róber Pier, de jerarca de plata a cuestionado en El Molinón

Róber Pier, de jerarca de plata a cuestionado en El Molinón
Róber Pier, pugnando por el balón con Barbero | QUINTANA

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Un central con cinco temporadas consecutivas en Primera tras ascender con el Levante y las dos últimas campañas de jerarca absoluto en Segunda División. Róber Pier (Oleiros, 1995) afrontaba su segundo curso en Gijón como uno de los líderes de un colectivo que aspiraba a regresar a la máxima categoría, después de siete largas campañas alejado de los grandes focos. Pero no todo es como uno sueña. Porque la que apuntaba a ser una temporada para el recuerdo está siendo un año de tristeza, incertidumbres y desconfianza interna y externa para el canterano del Deportivo.

 

Los problemas físicos, sus propias dudas individuales y las dificultades colectivas han modificado los objetivos de una temporada en la que Róber aspiraba a consolidarse definitivamente como ‘jerarca’ de plata y, así, ganarse una nueva oportunidad la élite. La figura de ese central solvente en los duelos, rápido a campo abierto y con una notable salida de balón es hoy el reflejo de un pasado tan reciente como pasado que el coruñés aspira a convertir, más pronto que tarde, en presente. 

 

A ello podría ayudarle la llegada de Asier Garitano, un técnico que tiene entre ceja y ceja que la recuperación del Sporting pasa por mejorar de atrás hacia delante. El técnico vasco ha iniciado su etapa con el orden defensivo entre ceja y ceja. Y aunque se trate de una cuestión más colectiva que individual, el estratega vasco no ha dudado en elegir al oleirense como pieza importante del último dique protector de Rubén Yáñez junto a Maras. 

 

Con Erik Curbelo de baja, el joven Diego Sánchez como única competencia natural y Lander Olaetxea como posible solución de emergencia, la decisión de apostar por el coruñés parecía evidente. Pero había que tomarla. Y Garitano le ha dado galones.

 

En los cuatro encuentros del técnico vasco dirigiendo al combinado rojiblanco, Róber ha sido titular. De hecho, no fue hasta la pasada semana en Castalia cuando ser perdió los primeros minutos, sustituido en el tramo final en plena búsqueda de la remontada.

 

En la búsqueda

La confianza de Garitano ha sido importante para recuperar la mejor versión de un Róber que, por el momento,  no ha alcanzado del todo ese objetivo. Al menos, no al nivel que todos saben que puede dar. Él mismo también, como reconoció hace apenas tres semanas en una comparecencia pública en la que hizo autocrítica: “Todos hemos tenido errores, yo también”.

 

“Mi temporada no empieza bien. Arranco con una lesión complicada (pubalgia). Me costó encontrar un buen punto a nivel físico pero, aún así, creo que cuando empecé a jugar estaba haciéndolo bastante bien. Como el equipo bajó en diciembre, mi nivel también bajó un poco. Mi peor época fue más adelante. Yo me he encontrado bien, he tenido errores graves, como Granada o Albacete. Pero no creo que haya sido una temporada tan irregular. Cuando el equipo está mal, hay que asumir las culpas”, apuntó.

 

A esos fallos citados se le sumaron otros previos, como ante el Málaga en casa. Róber ha salido en demasiadas fotos. Y no de las que le gustaría. Pero hay margen para dejar atrás las dudas. El joven que se repuso a aquel penalti que, en su epílogo en el Levante, dejó al equipo sin volver a Primera en el último minuto contra el Alavés,  ha demostrado resiliencia. Por eso volver a ser un jerarca de plata, condición que volvió a enseñar vestido de rojiblanco el pasado curso, puede ser solo cuestión de tiempo.

Róber Pier, de jerarca de plata a cuestionado en El Molinón

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