Un aspirante al ascenso a Primera División agonizando por evitar un descenso a la tercera categoría. La situación era límite en Gijón. Apenas unos meses después de rozar en el playoff el regreso a la élite tras siete temporadas, el Sporting caía sin frenos en la clasificación. De visitar Riazor como cuarto clasificado a mediados de noviembre, a verse a tan solo dos puntos del descenso cinco meses después.
Dos victorias en 19 encuentros y tan solo 16 puntos cosechados tenían la culpa de una dinámica tan negativa que se llevó por delante a Rubén Albés. Era la solución más obvia que el Grupo Orlegi, conglomerado de origen mexicano propietario de la entidad desde 2022, podía ejecutar para cortar la sangría, elevada al máximo tras la visita del Tenerife. Un equipo casi desahuciado fue capaz de remontar en El Molinón (1-3) y condenaba al cuadro rojiblanco a su tercera derrota seguida y noveno partido consecutivo sin sumar de tres.
En el horizonte más próximo estaba la visita al Eldense. Un encuentro dramático ante el rival que te podía mandar directamente al descenso. Y la propiedad apretó el botón rojo. Al rescate llegó un Asier Garitano diametralmente opuesto a Albés.
Había que volver a cimentar lo que una constante pérdida de confianza acabó destruyendo. Pero no tanto regresando a lo que funcionó con el preparador vigués, sino a partir de un pragmatismo que viene acompañando a Asier Garitano durante toda su carrera. El Sporting quería volver a los básicos: orden defensivo y pocos errores con balón. Producir juego sí, pero no encajar como primer paso.
La presión es la nueva mejor arma del Sporting de Gijón de Asier Garitano. Y no la impuesta por su afición, sino la desarrollada en el césped, a través del trabajo colectivo en fase defensiva de todos.
El conjunto gijonés es, desde la llegada del nuevo técnico, un bloque mucho más reactivo, que se suele posicionar en un bloque alto desde el que incomodar al rival. El Sporting quiere provocar pérdidas. Recuperar lo más arriba posible para, así, poder contragolpear. Cuanto más cerca de la portería rival, mejor.
Garitano ha regresado a un 4-2-3-1 como dibujo de base que se plasma en una estructura mucho más rígida que la que planteaba Albés, que introducía más variantes. La clave es mantener la cohesión defensiva.
Para ello, es fundamental Lander Olaetxea, que ejerce como pivote más posicional. Mientras, el otro mediocentro, el capitán Nacho Méndez, va a presionar más arriba. A veces incluso a la altura del mediapunta para conformar una especie de 4-1-4-1 defensivo.
Por su parte, los extremos parten dentro para ir hacia fuera, ya que la intención del Sporting es ir orientando la salida de los rivales hacia los costados para, entonces, acosar en banda, donde los espacios son menores y, por lo tanto, las soluciones se minimizan.
Sin embargo, esta estructura defensiva que pretende ser sólida ha mostrado sus resquicios. El Castellón, la pasada semana, concretamente le endosó cuatro dianas.
El equipo dirigido por Johan Plat, que domina de maravilla el ataque posicional, logró enseñar las grietas sportinguistas a partir de atraer su presión con pases cortos para encontrar superioridades numéricas por dentro, donde Olaetxea no daba abasto para referenciar a varios futbolistas.
Así, con los extremos rojiblancos pendientes de los contrarios exteriores y el bloque demasiado estirado como para que los centrales pudiesen ‘saltar’ tan lejos, el Castellón enseñó el modo de hacer daño por dentro a un Sporting que habrá tomado nota.
Si el combinado asturiano pretende presionar muy alto es para no tener que pensar demasiado en construir desde atrás. Con Albés, a pesar del ritmo alto que también pretendía, el cuadro sportinguista se tomaba licencias a la hora de desarrollar sus ataques. Todo lo contrario sucede ahora con Garitano, que basa el juego ofensivo del equipo, principalmente, en los duelos y la velocidad.
El Sporting tiene amenaza arriba con un Juan Otero que aunque no es delantero centro nato amenaza mucho al espacio como ‘9’ y viene de anotar un hat-trick en Castalia. Mientras, Dubasin no estará y, sin él, el equipo pierde a su gran puñal por la derecha, por lo que no sería descartable que ganase profundidad desde el lateral recuperando a Guille Rosas en detrimento de Kevin Vázquez.
Si el belga es fundamental en el carril diestro, Nico Serrano lo es en la izquierda. El futbolista cedido por el Athletic es el gran fichaje de invierno del equipo sportinguista, aunque ante la baja de Gelabert -que regresa a la convocatoria este fin de semana- ha venido jugando de '10'.
Si Gelabert, autor de dos goles en la última victoria del equipo en el único partido de Garitano en El Molinón, no vuelve directamente al once, no sería de extrañar que el preparador vasco explorase una nueva solución para el carril izquierdo. En Castellón, el central Diego Sánchez actuó de lateral izquierdo y por delante jugó un lateral más puro como Pablo García. Gaspar Campos, extremo natural, dispuso de 20 minutos en Castellón, por lo que no sería descartable su titularidad.
Todo con el fin de potenciar ese perfil veloz de un ataque en el los centrocampistas apenas intervienen en el inicio, pues el Sporting basa su fútbol en progresar casi siempre por fuera. Más o menos directo -normalmente más-, pero evitando construir en campo propio en el carril central para minimizar pérdidas peligrosas. Es lo que tiene apostar por regresar a los 'básicos'.