Cómodo contragolpeando, pero también con capacidad para llevar la iniciativa. El Albacete Balompié que visita Riazor no sobresale en nada y, a la vez, es bueno en casi todo. Alberto González, aquel técnico capaz de transformar al Linares en un conjunto aspirante a estar en Segunda División -el salto se lo negaron, entre otros, Riazor y el Dépor-, ha construido un equipo capaz de adaptarse al contexto de cada partido y con herramientas para hacer daño al rival de múltiples maneras. Por eso es el Albacete de las mil caras.
El Deportivo logró encontrarle las fisuras en el encuentro de ida en el que el conjunto manchego arrancó por delante, pero fue superado por el vértigo de los Mella, Yeremay y Lucas Pérez. Aquella desajustada presión fue el principio del fin del Alba, que acabó encajando un doloroso 2-5 en un encuentro en el que a unos no les salió nada y los otros tenían su día más inspirado de todo el curso. Pero el Albacete aprendió de aquel duelo. Y aunque sigue siendo un equipo que concede, sabe temporizar. No exponerse. Jugar más juntito para robar y transitar.
Recursos tiene para correr, empezando por la ‘perla’ Kofane. El camerunés de 18 años ha sido una de las grandes irrupciones del año. Hace apenas unos meses ni siquiera había pisado España. Ahora, tras ser incorporado para el Juvenil del Albacete y llamar la atención de Alberto González, es uno de los diamantes más deseados por los equipos grandes de Europa.
No es para menos, pues a sus extraordinarios atributos físicos une comprensión del juego. No solo para ofrecerse como solución en los apoyos o en las rupturas cayendo a banda, sino también para entender cómo atacar los puntos de remate y exhibir su extraordinario poderío, que le ha hecho acumular ya seis tantos en menos de 1.000 minutos. Los últimos cinco han llegado casi en cascada en un último mes y medio en el que se ha consolidado, después de debutar contra el Racing de Santander con gol el 11 de enero e ir aprovechando las oportunidades que su fútbol, la salida de Quiles, la fascitis plantar de Higinio o el irregular rendimiento del fichaje Martón le han ido concediendo.
Kofane aporta no solo la amenaza, sino que logra estirar a un equipo que cuenta con futbolistas también muy dominantes por fuera. El Alba ha venido cargando su juego por el carril derecho, donde desde este mercado invernal cuenta con el escurridizo Pablo Sáenz. Cedido por el Granada para que sumase minutos de calidad en la categoría, el joven extremo zurdo tiene velocidad, desborde y un gran golpeo de zurda, unas características casi idénticas a las de Jon Morcillo, dueño del otro pasillo exterior. La banda izquierda del Albacete lleva el sello del vasco, autor de ocho goles y siete asistencias. Precisamente la consolidación de Morci y la llegada de Sáenz han convertido al Albacete en un equipo muy dañino por fuera, que juega por las bandas para acabar centrando mucho. Exactamente igual que el Linares de Cristian Carracedo (Córdoba) primero y Fermín López (sí, el del Barça) después, equipos que llevaban sello que González ha sabido trasladar al Carlos Belmonte.
Aquellas escuadras jugaban a un alto ritmo ofensivo, como ahora pretende un Albacete, que es el tercer equipo con menos posesión de la Liga Hypermotion, pero precisamente porque busca ser vertical cuando dispone del balón. Más energía que paciencia.
¿Quiere esto decir que al Alba le cuesta construir cuando su rival no le concede espacios? No, para nada. Porque su capacidad para desbordar por fuera con los extremos o las incorporaciones del súper ofensivo Javi Rueda -ex del Celta Fortuna- desde la derecha son un arma importante para atacar bloques bajos. Pero también dispone de futbolistas con habilidad para jugar en espacios reducidos. En esa faceta sobresale Fidel, reconvertido en estos últimos años de habilidoso extremo a notable mediapunta. El ex del Elche es el ’10’ del equipo, el encargado de aparecer entre líneas y dar soluciones a un doble pivote en el que Antonio Pacheco dirige y Riki Rodríguez corre. El último de ellos, uno de los ‘supervivientes’ del ascenso del equipo en Riazor, es un centrocampista completísimo. Que juega y, sobre todo, aporta el ida y vuelta.
Mientras, Pacheco, formado en la cantera del Villarreal, ejerce de dinámico cerebro. Clave en el inicio de juego -normalmente lateralizándose para ofrecerse como receptor y construir de cara-, también aporta su criterio en la construcción y tiene piernas para influir en un área de finalización que el Alba logra pisar bastante. No en vano es el quinto equipo con más goles esperados de la categoría. Es decir, produce mucho y bien.
Con el tan poderoso como técnico Javi Villar y el habilidoso Meléndez esperando en el banco como sustitutos para ese mediocampo, no es de extrañar que Alberto González haya buscado nuevas funciones a Agus Medina. El centrocampista, con lejano pasado en la cantera céltica, está siendo el chico para todo por su enorme polivalencia. Medina ha sido mediocentro, mediapunta, extremo derecho, lateral derecho y, ahora, lateral izquierdo. Y no solo cumple, sino que aporta soluciones a partir de poner sus características al servicio de la posición.
Con una gran capacidad para repetir esfuerzos, potente en carrera y un manejo de balón más que óptimo, Medina está defendiendo bien la banda y, sobre todo, complementándose de maravilla con Morcillo en ataque. Apareciendo en una posición más interior, permite generar superioridades por dentro si Morci se fija alto. Mientras, si el extremo acude a recibir, Agus es el encargado de atacar la profundidad rompiendo por dentro.
Mientras, en el eje de la zaga, el joven Lalo Aguilar, cedido por el Leganés, se ha consolidado en el perfil izquierdo. A su lado venía jugando el exdeportivista Pepe Sánchez, ahora lesionado al igual que Javi Moreno -ex del Arenteiro-. Al once había retornado el exrancinguista Jon Garcia, pero será también baja de última hora, por lo que González tendrá que improvisar sin centrales naturales una nueva pareja para protegerse la espalda y, sobre todo, defender el área. Es precisamente esa faceta, sobre todo cuando se trata de acciones a balón parado, el principal déficit de un Albacete, que ha concedido ya 15 dianas a través de la pelota quieta.
La pizarra defensiva le juega malas pasadas a un equipo que, de una forma u otra, siempre concede goles. En los 16 partidos de este 2025 tan solo el Málaga se quedó sin anotarle. Además, no deja su puerta a cero a domicilio desde el pasado 30 de noviembre (Zaragoza 0-1 Albacete), en el que fue el único día sin encajar lejos del Belmonte.Porque aunque uno tenga mil caras, no siempre puede ocultar todas sus imperfecciones.