“Tras ese partido tienes una sensación de felicidad porque en esa categoría no hay nada mejor que lograr un ascenso, pero por otro lado estás contenido, de manera natural, porque te toca hacerlo en tu casa, delante de mucha gente (en relación a familiares y amigos), que lógicamente fueron al partido porque estaba yo y querían que me fuera bien”. Rubén de la Barrera, deportivista de corazón, rememora aquel 11 de junio de 2022 de sentimientos encontrados. Él, técnico del Albacete, ex del Dépor, lograba el ascenso ante el que había sido su equipo y afición.
La campaña pasada (2020-2021) durante 15 partidos Riazor había sido su casa y esa tarde en el campo coruñés aguaba la fiesta de los deportivistas. De la Barrera atiende a este diario con motivo del regreso del Albacete al feudo herculino, casi tres años después.
Recuerda varias cosas de esa jornada que se le han quedado grabadas en la memoria. “Al llegar al hotel ya sientes que es un día que no se parece en nada a los anteriores. También visualizo la llegada al estadio al día siguiente y el recibimiento. A pesar de que nosotros accedimos por otro lado, éramos conscientes de la gente que movilizaba ese partido y la importancia que eso tenía”, aclara.
Otro momento clave fue el intermedio, con el Dépor ganando 1-0, gracias a un gol de Mario Soriano. “Me acuerdo del descanso, me vienen sensaciones que tenían que ver con estar dentro del partido. Nuestra primera parte no había sido buena, habíamos entrado demasiado tímidos, cohibidos y permitiéndoles a ellos. En cambio, en la segunda parte nos parecimos a ese equipo que era competitivo y tenía posibilidades de ganar en todos los lugares”, matiza.
Todo cambió cuando Alberto logró marcar en el minuto 82. “Tuvimos la posibilidad de empatar y esa segunda parte tuvo cierta continuidad en la primera de la prórroga. Ya en la segunda, cuando hacemos el gol, recuerdo en esos últimos minutos a un jugador que los juega llorando, por todo lo que había supuesto el sentirse tan cerca (de ascender)”, afirma.
Y tras el pitido final de Fuentes Molina, árbitro ese día y que repite este domingo en Riazor, llegó la lógica explosión de felicidad. “Te alegras mucho por mucha gente con la que has convivido: por el club, la afición, los jugadores… Lo que disfruto como entrenador, aunque lógicamente uno quiere competir y ganar, es hacer el viaje con ellos, disfrutar el proceso y creo que ese grupo de jugadores se lo había merecido. Ese Albacete, en esa temporada, no se merecía otra cosa que no fuese el ascenso”, admite.
Después del hito conseguido en Riazor, ¿volvió a ver el encuentro repetido? “No, no volví a ver el partido. La repetición de los goles sí, porque es normal. Porque es un ascenso y por cómo se producen esos goles directa o indirectamente te los hacen llegar, sobre todo el que supuso el 1-2. Fue ese momento de subidón al principio y de bajón por la sensación precisamente de haber logrado el objetivo por el que el Albacete te contrata”, apostilla.
A pesar de todo, notó el apoyo de la afición coruñesa, que supo alegrarse por él a nivel personal. “A la semana del ascenso, más o menos, volví a Coruña y salí a la calle. Y cuando sales es ahí donde te das cuenta de que, a pesar de la faena que suponía para el Dépor no ascender, en primera persona recibes muchas muestras de cariño por parte de gente que había estado en el estadio o que no había ido y que se alegraban por mí”, comenta. Los coruñeses discernían entre ambas cosas: “La gente claramente estaba triste por el no ascenso del Dépor, pero por otro lado se alegraban de que a mí me hubiese salido bien”.
Después de su experiencia en el Vizela, al que cogió a mitad de temporada, con el que no pudo evitar su descenso a Liga 2 y su rescisión amistosa, ahora se encuentra en un momento de calma.
“Estoy muy bien, uno tiene que intentar extraer aspectos positivos de todo lo que le va ocurriendo. Estoy muy contento por lo que me ha sucedido en Portugal, tanto el año de Primera como en este ciclo en Segunda. Me siento mejor entrenador que cuando llegué”, dice De la Barrera.
Ahora aspira poder iniciar un proyecto deportivo. “He tenido la opción de entrenar tanto en España como fuera, pero llevo tiempo sin engancharme a algo desde un primer momento (la última vez, con el Albacete). Lo que necesito es volver a agarrar algo desde el inicio. Estar en un sitio desde el día uno creo que es importante”, zanja.