Liceo-Reus: una rivalidad de vasos comunicantes
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Liceo-Reus: una rivalidad de vasos comunicantes

Kiko Alabart, José Luis Huelves, Alejandro Avecilla y Álex Rodríguez vistieron las dos camisetas y analizan la tradición y pasión que se vive en la ciudad catalana a las puertas del tercer partido de las semifinales
Liceo-Reus: una rivalidad de vasos comunicantes
Alabart, entonces capitán del Reus, se excusa con un jugador del Liceo tendido sobre el Palacio de Riazor | Archivo El Ideal Gallego

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“En el hockey siguen ganando los mismos cuatro o cinco equipos que cuando yo jugaba. No ha cambiado tanto”. coruñés Alejandro Avecilla resume bien la historia de vasos comunicantes que caracteriza al hockey patines, un deporte de mercado circular, con los mismos jugadores pasando de un equipo a otro. Liceo y Reus son dos buenos ejemplos de esa idiosincrasia. Cuatro de los muchos nombres propios que han vestido las camisetas verdiblanca y rojinegra rememoran la rivalidad entre los dos equipos a las puertas del tercer partido de las semifinales por el título de la OK Liga (hoy, 21.00 horas en el Palau d’Esports). El propio Avecilla, Kiko Alabart y José Luis Huelves, tres leyendas de los años 80 y 90, y Àlex Rodríguez, el único de los cuatro en activo y ‘pichichi’ de la última fase regular, charlan con DXT Campeón sobre la tradición y la pasión que se respira en la ciudad catalana, el ambiente que le espera al Liceo en una de las pistas más calientes de la liga y los duelos que han vivido como locales y visitantes.
 

“En Reus se jugaba mucho, había 30 o 40 colegios en la liga escolar y los mejores pasaban a los clubes. Todos los niños queríamos ser jugadores de hockey y vestir la camiseta del Reus Deportiu, que cuando yo era pequeño ganó seis Copas de Europa seguidas”, relata Alabart, nacido en Reus, que hizo el camino de ida y vuelta del equipo de su ciudad (1976-1984 y 1989-1992) al Liceo (1984-1989). “Mis mejores momentos de hockey los he vivido en A Coruña, jugamos muy bien e hicimos muy felices a la gente, pero a nivel emocional fueron en Reus. No puedo ir contra el corazón porque soy de allí”, se sincera.

 

 

Alabart reclutó a Huelves después de conquistar juntos el Europeo júnior en 1978. “En Reus salí del cascarón, pasé de jugar en Primera División con un equipo de Madrid a jugar en otro que lo había ganado todo. Fue un salto muy grande”, recuerda el legendario portero del Liceo (1982-1992) que antes militó en el Reus Deportiu (1978-1980) y también en el equipo vecino, el Reus Ploms (1980-1982). Por su pasado rojinegro nunca sufrió esa presión cuando volvió al Palau d’Esports: “Aprendí catalán y me hice uno de ellos. He vivido esa rivalidad, un ambiente espectacular, con las gradas llenas, pero sin esa presión que ejerce la afición sobre otros jugadores. Conmigo fueron más benévolos”, añade el madrileño y coruñés de adopción.
 

“Yo lo pasaba muy mal como rival. Me tiraron de todo”, indica Avecilla, que se formó en aquel Dominicos que ascendió a División de Honor y ganó la Copa del Rey. “Recuerdo encajar un 8-0. Éramos chavales y nos acojonamos tanto que cuando nos metieron uno, dos y tres pensamos ‘que vengan los que vengan’. Ellos se jugaban no descender y nosotros nada”, evoca el coruñés, que también pasó por el Liceo (1986-1988) y acabó su carrera el Reus Deportiu (1993-1999): “El primer año allí tuve muchos problemas. Me insultaba hasta gente del Reus. Tuve que ir con el gerente del club a hablar con los ultras. Hay una afición muy cerrada. Es una pista muy dura para el visitante”.

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El Palau d’Esports suele ser mucho más agradecido con sus ídolos, como Àlex Rodríguez, que jugó cinco años de local (2016-2021): “Era un niño de 22 años y mi primera vez fuera de casa en un equipo totalmente profesional con jugadores top mundial. Vas por la calle y te conocen. Es muy bonito jugar allí y respirar ese ambiente diferente que hay los sábados de partido”, rememora el último gran jugador del Reus que fichó por el Liceo (2021-2023): “Hubo gente que no lo entendió muy bien y la final del 2022 fue muy dura, pero pudimos ganar la OK Liga. Mi primer año en A Coruña y el primero en Reus, cuando ganamos la Champions, son los que más he disfrutado”.
 

Alabart también sufrió en sus carnes la caldera del Reus y la agresividad de los anfitriones, sus propios excompañeros, cuando volvió por vez primera a casa con la camiseta del Liceo: “Íbamos ganando 0-3 con tres goles míos. Me llamaron de todo y estaba tan harto de que me diesen tan duro que le metí una leche a uno. Es de las pocas rojas que me sacaron en mi carrera, aunque parezca extraño”.

 

 

Los incidentes en el hockey ochentero estaban a la orden del día, más en pistas con el Palau d’Esports, un pabellón de hockey con las gradas a unos centímetros del terreno  de juego: “La gente está pegada a las vallas, muy cerca del jugador y presiona mucho. He visto muchas agresiones, como jugador del Reus y como visitante”, lamenta Avecilla.


Huelves vivió una de las polémicas más sonadas de la época en un Reus-Barcelona, con el título en juego: “Hubo algún incidente dentro de la pista y el Barcelona, por miedo o por lo que sea, decidió retirarse. El árbitro reflejó en el acta lo que era conveniente, pero alguien de la Federación se lo rectificó de puño y letra y todas las culpas cayeron sobre el Reus. El equipo más débil, aún siendo un grande como el Reus, salió perjudicado”.

 

Reus liceo
El liceísta Huelves, con una botella en la mano, y Alabart, capitán del Reus con el brazaleteen el centro de la imagen, en un duelo en Cataluña | Archivo El Ideal Gallego 


Pese a la dureza y, en algunos casos, la violencia, el portero se queda con sus tiempos como jugador: “El hockey era más duro y el ambiente te llevaba también a eso, pero a los de aquella época nos gusta más el hockey de antes. Ojalá los de ahora hubieran vivido la época del Liceo que vivimos nosotros: ganarlo todo con la afición que teníamos”, anhela.
 

“Quizá había más golpes, pero ahora hay más antijuego por la laxitud de los arbitajes, que dejan agarrar y empujar y eso limita el juego. Antes había más palos fuertes con el stick, pero no se tocaba al que llevaba la bola. Posiblemente ahora hay un fair-play mucho mayor entre los equipos, eso sí”, opina Alabart, que prefiere no mojarse sobre sus preferencias para el partido de hoy y la eliminatoria: “Depende de quién me pregunte”, bromea.
 

Avecilla lo tiene claro: “Si el Liceo mantiene el nivel de juego de los dos primeros partidos, tendrá la oportunidad de ganar uno de los dos allí. Y si no le queda el quinto en casa. Es difícil ganar tres seguidos en unos playoffs”. Tres seguidos ganó Àlex Rodríguez en la octava OK Liga del Liceo, el último en Reus: “Se va a encontrar un ambiente muy duro, pero sano”, zanja.

 

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Avecilla, segundo por la izquierda arriba, Huelves, segundo por la izquierda abajo, y Alabart, primero por la derecha abajo, en el Liceo | Archivo El Ideal Gallego

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