Nunca muere. Ni cuando lo entierran. Primer punto de las semifinales para el Liceo. Y eso que nunca fue por delante en el marcador contra el Reus. Pero igualó hasta tres veces, primero un 0-2, después un 2-3 y un 3-4 que encajó a 48 segundos para el final, volviendo a dar una lección de coraje y sentimiento. Donde otros tirarían la toalla, los verdiblancos solo cogen más fuerzas. Hicieron falta cincuenta minutos de tiempo reglamentario. Diez de la prórroga. Y veinte penaltis. Dos horas y media de batalla. Pero a la décima Carballeira marcó, Oruste falló ante un Martí Serra sensacional y Dava Torres, micrófono en mano, citó al Palacio para el domingo a las 12.30 horas. Doctorado en sufrimiento. Máster en competitividad. Y ahora ni 48 horas para descansar y volver a la carga para el segundo partido de la serie.
Tiene más mérito porque el cansancio era del Liceo, que al fin y al cabo fue el que tuvo que jugar el martes un exigente tercer partido contra el Lleida, mientras el Reus esperaba tranquilamente desde el sábado anterior, finiquitada por la vía rápida su eliminatoria de cuartos contra el Noia. Pero no se notó en un arraque arrollador, marcando el terreno. Esto es el Palacio. Y aquí no va a ser tan fácil.
Otra vez Bruno Saavedra lideró la ofensiva, dando continuidad a su exhibición contra el Lleida. El santiagués, una fuerza de la naturaleza, era el que más capacidad de desborde demostraba, aunque sin acierto, sobre todo porque enfrente tenía al portero que posiblemente esté más en forma no solo a nivel del hockey español, sino mundial. Fue Ballart el que impidió que el arreón inicial del Liceo obtuviera réditos. Ni los disparos de Dava, ni la contra culminada por César Carballeira ni siquiera con un obús de este desde el centro de la pista que fue al palo.
Las rotaciones bajaron esta vez un poco la intensidad y llegaron también algunas imprecisiones defensivas, como si al cambiar los jugadores de un lado y otro de la pista se desajustaran las estrategias, lo que fueron pequeños avisos de que el Reus era capaz de liarla apenas sin hacer acto de presencia. Bajaron las pulsaciones. También en la grada. Y eso no convenía a los de casa. Juan Copa pidió tiempo muerto para que esa segunda unidad corredora encendiera la locomotora. Y nada más terminar las instrucciones del entrenador Fabrizio Ciocale salió a la pista a otra velocidad y mucho más incisivo, de nuevo obligando a Ballart a mostrar su mejor versión.
Pero al Reus ya se le había dado vida. Demasiada. Estaba cómodo. Sin presión ni abajo ni arriba. Y siempre aparece, no falla a su cita con el gol, Martí Casas. La jugada estaba estudiadísima y aun así, no hay quién le pare. Llegando en velocidad, el pichichi (con permiso de Álex Rodríguez), la clavó a la escuadra. Y ya suele ser habitual también que aproveche los momentos de desconcierto que siguen a un gol para marcar el segundo, esta vez en una jugada embarullada en el área en la que el rechace le quedó franco en el segundo palo.
Fue el momento en el que despertó el Palacio. Y con él, su equipo. Volvió a pista el quinteto titular. Y con Dava Torres y Bruno Saavedra siempre pasan cosas. Lo del 13 es cuestión ya casi de cabezonería. Si no entras, bolita, lo seguiré intentando hasta que lo hagas. Una exhibición que hizo llegar el 1-2, con un remate en el área. Quedaban poco menos de dos minutos para llegar al descanso y había que aguantar como fuera, aunque al Liceo le costó la novena falta. Otra soga al cuello.
De hecho, fue de lo primero que se cobró cuando se abrió la segunda. La décima local. Martí Casas buscaba el triplete, pero entre Serra y el palo evitaron que la directa acabara en gol, salvando un primer momento crítico. Era clave. Y no se tardó en demostrar por qué. Solo cuatro minutos después, llegó el empate, un palazo de Nil Cervera. Imparable. Cuánto necesitaba el Liceo que empezaran a entrar esos tiros.
Pero lo que también es un clásico en los últimos partidos contra el Reus, incluso frente al Barça, es el de encajar justo después de marcar. Cuánto había costado volverse a poner a la par para que no diera tiempo a saborearlo y otra vez tocara remar a la contra. Guillem Jansá devolvió a los treinta segundos el golpe, con otro disparo desde fuera del área, demasiado solo.
El Liceo tuvo el empate con la directa por la décima falta del Reus y Tato Ferruccio falló, como también perdonó a continuación una ocasión clara a la contra Diego Rojas que hubiese sido si no la sentencia, sí el camino hacia ella. Y en cambio lo que llegó fue el empate local, en una jugada de pick and roll propia del baloncesto que dentro del área mandó a las redes Nil Cervera.
Llegaban los minutos en los que había que poner en la balanza si había más que perder que que ganar. Atacar sin descuidarse atrás. Sobre todo en el último minuto de recuerdos aciagos que Marc Juliá a lo Nuno Paiva se encargó de hacer revivir al marcar cuando solo quedaban 42 segundos por jugarse. Tuvo que ser el Liceo el que jugara esta vez sin portero para atacar con cinco. Y le salió bien. Movió la bola hasta encontrar a Tato Ferruccio en el segundo palo. De pizarra. Empate y a la prórroga.
Segunda en cuatro partidos de playoff. Si bien fue mucho más táctica, los dos equipos esperando al rival del contrario y solo arriesgando cuando lo veían muy claro. En los primeros cinco minutos, apenas una ocasión. En los segundos, algo más, con un paradón de Serra y la decimocuarta falta liceísta para darle mayor dramatismo. Si no era poco. Y para terminar de poner a prueba a los corazones, penaltis.
Y vaya tanda. Cuando no paraban Serra y Ballart, fallaban los jugadores. Por el Liceo tiraron los cinco primeros Carballeira, Cervera, Saavedra, Torres y Ferruccio. Ningún acierto. Tampoco para Casas, Salvat, Julià, Jansá y Oruste. Las rondas a continuación ya fueron de uno en uno. Carballeira y Rojas. Lo capitanes Torres y Salvat. Ferruccio y Casas. Cervera y Julià. Hasta que llegó Carballeira a hacer efectivo eso de a la tercera va la vencida. Marcó. Lo celebró como es habitual en él. De rodillas señalándose el escudo. Pero aún no estaba hecho. Aún tenía que fallar Oruste o parar Serra. Que fue lo que pasó. Primer punto verdiblanco.
Liceo 4 (1) - 4 (0) Reus |
Liceo: Martí Serra, César Carballeira, David Torres, Arnau Xaus y Bruno Saavedra -cinco inicial-. Fabrizio Ciocale, Nil Cervera, Tato Ferrruccio y Jacobo Copa.
Reus: Cándid Ballart, Joan Salvat, Marc Julià, Maxi Oruste y Martí Casas -cinco inicial-. Diego Rojas, Carles Casas y Guillem Jansá.
Goles: 0-1, m.17: Martí Casas. 0-2, m.19: Martí Casas. 1-2, m.22: Bruno Saavedra. 2-2, m.31: Nil Cervera. 2-3, m.32: Guillem Jansá. 3-3, m.39: Nil Cervera. 3-4, m.49: Marc Julià. 4-4, m.49: Tato Ferruccio.
Árbitros: Jonathan Sánchez y Luis Mier. Sin tarjetas.
Incidencias: Primer partido de las semifinales del playoff por el título de la OK Liga disputado en el Palacio de los Deportes de Riazor ante 2.000 espectadores. |