El Teresa Herrera que trajo la luz a Riazor
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El Teresa Herrera que trajo la luz a Riazor

La iluminación artificial llegó al fútbol coruñés en el torneo de 1964 ► El primer partido bajo los focos fue la semifinal entre Deportivo y Oporto ► Los otros dos partidos también fueron de noche
El Teresa Herrera que trajo la luz a Riazor
Acción de la final del XIX Trofeo Teresa Herrera, entre Deportivo y Sporting de Lisboa, el 30 de agosto de 1964, bajo la recién inaugurada iluminación de Riazor | RIAZOR 75/RC DEPORTIVO

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El fútbol nocturno llega a A Coruña cuando el Deportivo está a punto de celebrar seis décadas de existencia. Lo hace, además, envuelto en una agria polémica con el otro gran deporte practicado en el estadio de Riazor, el atletismo, y en un marco excepcional como el Trofeo Teresa Herrera.

 

28 de agosto de 1964. La primera semifinal del XIX Trofeo Teresa Herrera enfrenta a Deportivo y Oporto. Los blanquiazules, recién ascendidos a Primera con su mejor registro histórico de goles en un torneo liguero, se enfrentan al doble subcampeón portugués. El Benfica supera a los blanquiazules en la Liga por 6 puntos y en la final de la Taça por un rotundo 6-2. El cartel lo completan el vigente campeón de la desaparecida Recopa de Europa, el Sporting de Lisboa, y la Roma, campeona de la Coppa Italia y duodécima clasificada en la Serie A. Solo se disputan tres partidos, ya que no se juega el encuentro por la tercera plaza. Los tres en horario nocturno (20.45 horas las semifinales y 20.30 horas la final) con el fin de poner a prueba la novedosa iluminación artificial del estadio.

 

El Deportivo, dirigido por Juanito Otxoa, forma con Benegas; Carlos, Rifé (Muñoz, m.46), Domínguez; Manolete, Aurre; Loureda, Jaime Blanco, Veloso, Lamelo y Duarte. Este último es un futbolista portugués que juega el torneo a prueba pero finalmente no ficha. Por parte del Oporto, entrenado por el legendario Otto Glória —el técnico que conduce a Portugal a su histórica tercera plaza en el Mundial de Inglaterra de 1966—, juega con Américo Lopes; Festa, Almeida, Joaquim Jorge; Rolando, Paula; Jaime, Bernardo da Velha, Artur Jorge (Waldir, m.34), Custódio Pinto y Nóbrega.

 

Veloso tiene el honor de marcar el primer gol en Riazor bajo los focos, en el minuto 22. Cerca del final, Loureda da la victoria y el pase a la final al Deportivo. Veinticuatro horas después, el Sporting  se lleva el gato al agua frente a la Roma (3-1). Serra (m.9) adelanta a los portugueses. Nicolè (m.26) iguala para los italianos. En el tramo final, de nuevo Serra (m.80) y Oswaldo Silva (m.93) clasifican para el partido por el trofeo a los verdiblancos lisboetas.

 

El domingo 30 de agosto, Deportivo y Sporting de Lisboa se miden en la final. En las filas blanquiazules hay un solo cambio respecto a la semifinal. Muñoz entra por Rifé. El conjunto luso, bajo la dirección técnica de Jean Luciano, salta al césped de Riazor con Carvalho; Mário Lino, Alexandre Baptista, Pedro Gomes; Mendes, José Carlos; Serra, Oswaldo Silva, Lauro, Ferreira Pinto y Morais. El Deportivo da la campanada frente al vencedor de la segunda competición continental. El trofeo se queda en A Coruña gracias a los goles de Lamelo (m.12), Loureda (m.20) y Veloso (m.60 y 68).

 

 

 

La idea de Cebrián

La historia de la luz artificial en el deporte coruñés se remonta a 1958. La primera jornada IV Trofeo Teresa Herrera de atletismo se celebra en horario nocturno con la iluminación de una modesta instalación provisional. La historia se repite un año después en el mitín atlético. Y es en ese 1959 cuando el Deportivo, principal usuario de Riazor, da los primeros pasos para instalar un sistema de iluminación permanente. El presidente blanquiazul ya es Jesús Cebrián Brizuela, gracias al que la idea, después de varias intentonas fallidas, se hace realidad en 1964.

 

La junta económica del Deportivo aprueba, el 4 de abril de 1964, el presupuesto de dos millones de pesetas —equivalentes a 400.000 euros actuales si aplicamos el valor tiempo del dinero— para levantar cuatro torres, con 104 focos de 1.500 watios cada uno. El consistorio herculino, gobernado por Eduardo Sanjurjo de Carricarte, ayuda al club con una pequeña subvención.

 

Pese a que el Deportivo es quien sufraga mayoritariamente la obra, la iluminación se inaugura en una competición atlética. Entre el 6 y el 9 de agosto de 1964 se celebran en Riazor los XIX Campeonatos Mundiales Militares. La importancia de las pruebas atléticas es innegable. Más de 170 atletas de 15 países toman parte en la cita. También es innegable el poder de los altos cargos castrenses. Tras una reunión en la que algunas pistolas se posan sobre la mesa, Cebrián Brizuela cede para que ‘sus’ focos se enciendan por primera vez el 8 de agosto, en una jornada íntegramente nocturna de los Mundiales de atletismo, y no en aquel primer Teresa Herrera iluminado.

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