El Trofeo Teresa Herrera convirtió, hace casi tres décadas, al Clube de Regatas Botafogo en el Real Club Botafogo de La Coruña, por obra y gracia de la Juventus de Turín y de Antonio Jesús López Nieto.
10 de agosto de 1996. Final del LI Trofeo Teresa Herrera. Con Riazor en plena transformación hacia el campo de fútbol que es hoy en día, el Botafogo elimina al Deportivo (1-2) en la primera semifinal y la Juventus destroza al Ajax (6-0) en la segunda, revancha de la final de la Champions League que se disputa en Roma dos meses y medio antes. Tras el partido de consolación entre coruñeses y neerlandeses (2-0 para el Deportivo) se celebra una final a la altura del torneo. Si los italianos son los reyes de Europa, los brasileños son los campeones en vigor de su país, título conquistado en diciembre de 1995 en una igualada final ante el Santos: 2-1 en Río de Janeiro y 1-1 en Sao Paulo.
La velada ya comienza caliente. La Juventus solicita el aumento de la cifra de sustituciones de tres —las que figuran en el reglamento del torneo— a cinco, a lo que el Botafogo se niega. La respuesta transalpina es agarrarse al reglamento —que dice que elige primero el club más antiguo— para vestir su primera equipación. Ambos equipos portan camiseta de franjas blanquinegras, aunque el conjunto turinés utiliza pantalón y medias blancos y los del carioca son negros. El Botafogo viaja con una segunda camiseta totalmente negra, aunque con algunos detalles blancos. El malagueño López Nieto, árbitro de la contienda, también se aferra al reglamento del fútbol. El árbitro que tuvo el cuajo de pitar el penalti de Serer sobre Nando que pudo dar la Liga al Dépor dos años antes y que ahora preside el Unicaja de baloncesto dice que así no se puede jugar. La única solución es que uno de los dos equipos vista unas camisetas del Deportivo que el utillero blanquiazul Suso Méndez saca del vestuario coruñés. Por supuesto, la Juventus rechaza cambiar su habitual zamarra bianconera. En semifinales, ante el Ajax, ya usa su uniforme suplente, completamente azul con detalles amarillos. Es el Botafogo quien cambia sus colores tradicionales, lo que le hace ganarse el aplauso de la hinchada coruñesa.
El detalle convierte al Botafogo en el equipo ‘local’. Dirigido por Ricardo Barreto, el ‘Fogao’ salta al césped de Riazor con Wágner; Wilson Goiano, Wilson Gottardo, Grotto, Jefferson; Souza, Otacílio, Marcelo Alves (Marcos Aurélio, m.89), França (Zé Carlos, m.87); Sorato (Mauricinho, m.58) y Túlio Maravilha. Marcello Lippi, técnico de la Juventus, dispone un once con Peruzzi; Ferrara, Torricelli, Montero, Porrini; Jugovic, Di Livio, Deschamps; Vieri (Boksic, m.91), Del Piero (Amoruso, m.46) y Padovano (Ametrano, m.46).
Algunos jugadores cariocas regalan sus camisetas negras a la grada. Ciertos gestos denotan rabia. La jugarreta juventina se suma a que el conjunto carioca llega, con amplia diferencia, con el menor caché del torneo. Cobra cinco veces menos que los italianos y seis que el Ajax. Tampoco sienta bien en la expedición brasileña que italianos y neerlandeses sean alojados en el hotel Finisterre mientras ellos son hospedados en el Atlántico.
La motivación de los alvinegros es máxima. Animados por los aproximadamente 10.000 coruñeses presentes en las gradas de Riazor, equilibran hasta en cuatro ocasiones un marcador adverso. Túlio iguala en el minuto 51 el tanto inicial de Vieri en el 23. França hace el 2-2 solo unos segundos después del 2-1, obra de Amoruso en el 75. Poco después, López Nieto manda a la ducha a Torricelli y Otacílio. En la prórroga, un nuevo tanto de Amoruso precede al 3-3, marcado por Túlio. El delantero italiano completa su hat-trick en el minuto 117, cuando su equipo juega con ocho hombres —sí, la tensión se reflejó en el césped— tras las expulsiones de Montero (m.100) y Ametrano (m.114). Al filo del tiempo reglamentario responde el ariete brasileño, que con su triplete provoca la definición del ganador en la tanda de penaltis.
Peruzzi desvía el disparo de Jefferson, pero Wágner hace lo propio con los de Amoruso y Di Livio, y Jugovic envía la pelota fuera. Wilson Goiano, Wilson Gottardo y Souza —en semifallo al levantar un chuletón de césped en su última pisada— dan el triunfo al Botafogo. El trofeo vuela a Brasil por quinta y, a día de hoy, última vez. Eso sí, los jugadores del Botafogo —que en 2011 valora conmemorar aquel partido con una camiseta blanquiazul que jamás ve la luz— se ponen su elástica principal para la histórica foto recibiendo un Teresa Herrera de dominio blanquinegro pero ganado de blanquiazul.