Ribadeo, la frontera que fue trinchera: cinco apuntes del Deportivo-Oviedo
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Ribadeo, la frontera que fue trinchera: cinco apuntes del Deportivo-Oviedo

Ribadeo, la frontera que fue trinchera: cinco apuntes del Deportivo-Oviedo
Patiño, Quagliata y Herrera celebran un gol ante el Oviedo | FERNANDO FERNÁNDEZ

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Era la prueba más seria de su pretemporada ascendente. Contra un rival de Primera División y en un campo en el que más allá de discutir la localía de unos y otros, no había demasiado espacio y tiempo para florituras. Y el Deportivo de Antonio Hidalgo no solo venció al Real Oviedo, sino que sobre todo convenció. 

 

De nada valen los resultados en pretemporada más allá de llevarse a las vitrinas un bonito obsequio, como en el caso del Emma Cuervo. Pero lo que sí resulta trascendente son las sensaciones, por mucho que haya que pasarlas por el tamiz de los experimentos que los técnicos sacan del laboratorio al césped para comprobar su éxito cuando la competición todavía no aprieta. Y si hablamos de sensaciones, el Dépor dejó su partido más redondo. Aún con lógicas lagunas, el cuadro deportivista empezó a mostrar algunas de las señas de identidad que Hidalgo pretende que comiencen a cristalizar en estas primeras cinco semanas de trabajo para poder afrontar de la manera más óptima posible el fuego real.

 

El Deportivo aún no maneja de la manera más pulcra su salida de balón, pero ante el Real Oviedo enseñó patrones defensivos y ofensivos que empiezan no solo a ser característicos, sino eficientes. Y además, vio cómo varios de sus futbolistas ‘en duda’ siguieron dando pasos hacia delante. El conjunto herculino fue más incómodo que nunca y convirtió la frontera astur-galaica en una trinchera en la que sí sintió como pez en el agua y dominó.


Al hombre y con faltas

Antonio Hidalgo ha ido variando la estructura a la hora de posicionarse inicialmente a nivel defensivo durante los partidos de verano. No ha sido por capricho, sino por adaptarse a las ubicaciones del rival. Porque más allá del posicionamiento espacial de las piezas, el Deportivo apunta a ser un equipo que se sitúe en un bloque medio que permita jugar a la primera línea del contrario para, una vez este dé el pase hacia delante, acosar. Y mucho.

 

El técnico deportivista está pidiendo a sus jugadores de la defensa y el centro del campo que se emparejen hombre a hombre. Hidalgo está priorizando el marcaje individual al zonal. Y eso provoca muchas situaciones en las que se producen persecuciones muy largas. En el Pepe Barrera, fue habitual ver a Loureiro, Gragera o Villares muy lejos de su teórico espacio. Era lógico: estaban siguiendo a su par.

 

Todo apunta a que Hidalgo está tratando de construir un equipo no solo que promueva duelos, sino que disfrute yendo a ellos. Para que la fórmula tenga éxito, es fundamental no caer derrotado en esos uno para unos. De ahí que la premisa básica sea interrumpir. El Deportivo va a robar. O lo consigue, o hace falta. Pero lo que no puede suceder es que el rival se gire. La bisoñez a la hora de cortar jugadas rivales era uno de los déficits el pasado curso. Pero con Loureiro o Gragera, el Dépor está más cerca de corregir esto. 

 

Ya en la segunda mitad, fue ese press agresivo el que le dio al Deportivo las dos oportunidades para fabricar transiciones ofensivas y remontar el 0-1.

 

 

 


Una línea defensiva híbrida

Como consecuencia de esta pauta -o más bien para favorecerla-, Hidalgo está pidiéndole mucho trabajo al teórico extremo derecho del Deportivo. En fase defensiva, el equipo ha venido colocando en la izquierda, por delante del lateral, a Mario Soriano, Chacón o Yeremay, futbolistas a los que el catalán no les solicita que desciendan hasta la línea defensiva. Sí se lo está exigiendo al jugador del carril derecho, como ya hacía en el Huesca con Gerard Valentín para permitir que Loureiro pasase a ser ese central derecho en defensa de cinco con libertad para ‘saltar’ de línea.

 

Esa zaga híbrida que pasa de cuatro a cinco en función de la situación de partido beneficia el comportamiento colectivo, pero está exigiendo mucho ida y vuelta a David Mella y a Luismi Cruz. En el Emma Cuervo, Antonio Hidalgo repartió los minutos en el carril derecho entre el coruñés y el gaditano. 

 

Más allá de detalles, ninguno de ellos ha podido ofrecer todavía su mejor versión en esta pretemporada. Si el lateral zurdo rival coge altura, como sucedió en Ribadeo o también en Watford, el ‘carrilero’ diestro del Deportivo suele estar muy hundido. Demasiados metros por recorrer en transición para ser una amenaza. Una circunstancia que sí podría explotar un Mella en plenitud física, pero en la que resulta más complejo intuir a Cruz rindiendo.

 

 


Escudero, el mediocentro

“Sabe que puedo jugar por fuera y por dentro. Por suerte, el míster me da libertad”. Con estas palabras, Sergio Escudero resumía tras el partido de Ribadeo su función rotativa en el equipo. El vallisoletano se siente cómodo en la posición de pivote cuando su equipo dispone del balón. Y contra el Oviedo, asumió esa función de manera evidente. En esta pretemporada, ‘Escu’ nunca había sido tan mediocentro como en Ribadeo.

 

Así, el Deportivo se estructuró en muchas ocasiones en un 3+2+2 en el carril central para sacar el balón jugado desde atrás. Loureiro, Samu y Barcia ejercían como primera línea junto a Parreño, Gragera y Escudero se situaban como referencias inmediatas por delante y eran Chacón y Villares los que partían de una altura superior para recibir por dentro o caer cada uno a un pasillo exterior.

 

El Deportivo todavía debe seguir puliendo su salida de balón, aunque Hidalgo es un técnico poco dado a construir por dentro en campo propio. Pero la presencia de Escudero le permite disponer de variantes para ello.



El juego directo aún no fluye

En muchos de esos reinicios desde el portero, el Deportivo buscaba atraer al Real Oviedo para jugarle a espaldas de sus primeras líneas de presión. Bien a través de acciones combinativas, bien apostando por el juego más directo.

 

Sin embargo, intención y producción no es lo mismo. Porque si en el juego más en corto el Dépor sí apunta a disponer de recursos y, por tanto, a tener margen de mejora, no sucede lo mismo a la hora de construir saltándose líneas.

 

Zaka Eddahchouri anotó el 1-1, pero su aportación a la hora de friccionar para ganar duelos lejos del área volvió a ser escasa frente a centrales contra los que el pasado curso competía. Sí tiene más potencial ahí Moha Bouldini. Pero más allá de que presenta papeletas para no formar parte de la plantilla el 2 de septiembre, no termina de encontrar la química con sus compañeros y ensucia todas las acciones en las que tiene que utilizar los pies. Ribadeo siguió confirmando la necesidad de refuerzos.

 


Patiño es un sí

Arrancó la pretemporada ‘a prueba’, después de que en su primer año en A Coruña su lento y laborioso proceso de adaptación se llevase por delante su fútbol y su confianza. Pero Charlie Patiño parece otro. Jugó bien contra rivales de menor entidad como Compostela y Ourense CF, dio muchos motivos para el optimismo en la gira británica y el Emma Cuervo puede suponer su confirmación definitiva.

 

Patiño ya no es solo un mediocentro con una excepcional calidad de pase. Contra el Real Oviedo, ganó duelos, llegó y anotó. El internacional sub 21 por Inglaterra ha crecido en todas las facetas del juego y está rindiendo como ‘6’ e incluso como ‘8’. Su mérito no es solo vencer en las disputas, sino llegar a ellas cuando antes no lo hacía. 

 

En el primer gol, recuperó ante Cazorla, temporizó y lanzó a Chacón -con un pase algo largo, eso sí-. En el segundo, se lanzó a presionar junto al resto del bloque y apareció desde segunda línea tras robo para anotar. Luego, se fabricó de la nada un remate que a punto estuvo de ser el 3-1 a la salida de un córner. 

 

Habrá que testearlo en el fuego real, pero Patiño, ahora sí, parece listo para sumar. Y más con José Ángel medio convalenciente y con Gragera volviendo poco a poco tras nueves meses parado. 

Ribadeo, la frontera que fue trinchera: cinco apuntes del Deportivo-Oviedo

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