Solvente. Capaz de juntarse para no sufrir cuando el rival apretaba, de acumular pases con calma hasta poder acelerar o, directamente, de correr para terminar de rematar a un contrario en cuadro. El Granada-Deportivo era el estreno oficial del proyecto de Antonio Hidalgo. Y su puesta en escena fue difícilmente mejorable, teniendo en cuenta que a mediados de agosto, con ocho nuevas incorporaciones y alguna más que todavía está por llegar, los cimientos todavía distan de estar revestidos.
El cuadro deportivista no realizó un partido excesivamente brillante. Pero sí supo adaptarse a las exigencias del guion para controlar el choque en todo momento y aprovechar la coyuntura para dar un primer golpe encima de la mesa. A domicilio y en el hogar de un téorico rival directo, por mucho que la plaga de los problemas para inscribir y el mercado en plena ebullición le pillase todavía en pañales.
Antonio Hidalgo no escondió sus cartas en el Teresa Herrera. El técnico catalán utilizó el trofeo propio como el banco de pruebas definitivo. Contra Le Havre, el preparador probó con un once que apuntaba a parecerse mucho al del debut liguero. No solo se pareció, sino que fue calcado.
Arnau Comas por delante de Lucas Noubi y Luismi Cruz en la banda derecha ofensiva en vez de David Mella. Esas fueron las apuestas de Hidalgo, que eligió también a Sergio Escudero, aunque no le dio al lateral en la primera mitad la libertad para aparecer por dentro de la que suele disfrutar el vallisoletano.
Y es que el Deportivo de Hidalgo priorizó jugar directo cuando debió iniciar desde el fondo del campo. Al igual que hacía su Huesca, el Dépor planteó en el Nuevo Los Cármenes una salida con cuatro jugadores en primera línea más el meta Parreño. A los dos centrales se le sumaba Escudero, bajo en la izquierda, y Loureiro o Villares, que ejercían como lateral derecho para atraer a un rival que, aunque ofrecía muchas incógnitas, apuntaba a presionar alto. Esa tendencia suele estar en el libreto de Pacheta y así sucedió.
De este modo, el Deportivo se dibujaba en esos reinicios en algo similar a un 4-1-3-2, con Gragera siempre por delante de los cuatro futbolistas más próximos al portero, Soriano a una altura superior y Villares, Luismi Cruz o Loureiro prácticamente en paralelo —en función de quién acudiese al lateral derecho—, con Yeremay cerca de Zaka.
Era fundamental que el canario jugase muy próximo al neerlandés, pues el ‘9’ deportivista era el objetivo de prácticamente la gran mayoría de los envíos en largo que el Deportivo proponía como solución para superar sin riesgo el press alto de un Granada que se emparejaba hombre a hombre. Hidalgo no es amigo de que sus equipos construyan los primeros pases en el carril central. Y Granada confirmó que esa tendencia apunta a mantenerse en A Coruña.
Como alternativa a los balones sobre Zaka, el Dépor estiraba con Loureiro cogiendo altura —Villares al lateral derecho y Cruz ejerciendo de interior— para tratar de ganar ese duelo y hacerse con el pase largo que principalmente salía de la bota derecha de Comas.
Pero ni el cercedense ni, sobre todo, el ariete fueron capaces de dominar en esas facetas. Así, en la primera parte, el Deportivo de Hidalgo apenas pudo aprovechar los riesgos que su rival tomaba en cada presión alta. Ese planteamiento le condicionó. Porque aunque logró atraer y generar espacios, no resultó dominante en esos duelos.
Si el Granada iba a presionar arriba en 4-4-2, el Deportivo calcaba, en defensa, la estructura de su rival. Aunque con una predisposición diferente. Antonio Hidalgo no quería que su equipo presionase a todo el campo, sino que trabajase para orientar la salida del rival hacia las bandas.
Así, el conjunto herculino permitía que el meta Luca Zidane y los centrales Manu Lama y Loic Williams tuviesen tiempo y espacio. Y a partir de ahí, perseguía a los posibles receptores. Así, si los mediocentros Hongla o Trigueros descendían, Villares, Gragera o uno de los puntas se encargaban de que no recibiesen cómodos. Mientras, Luismi Cruz era la sombra del lateral Diallo y Soriano partía prácticamente como un tercer centrocampista para, si el Granada miraba hacia su banda derecha, bascular y ejercer de hombre de banda izquierda en el centro del campo de cuatro sin balón.
A través de este plan el Deportivo no ofreció apenas concesiones, más allá de un balón largo de Williams. El Dépor le daba tiempo y espacio a propósito, pero a cambio debía proteger la espalda de su última línea. Sin embargo, en esa ocasión, Loureiro y Barcia no acertaron a cortar el envío que disputó Weissman con un movimiento diagonal y cazó Rodelas tras trazar una ruptura.
Al margen de esa situación puntual, el Deportivo logró encontrar alguna recuperación en campo contrario a partir de esas ‘emboscadas’ que trazaba y, a la vez, supo cómo protegerse. Tanto de las recepciones a la espalda de los mediocentros que buscaban —y no encontraron— Stoichkov al apoyo o Hongla soltándose como en el juego más directo.
Su buena capacidad para juntarse y apenas conceder vías de progresión al Granada no solo condujo a que Germán Parreño apenas tuviese que intervenir, sino que acabó convirtiéndose en un camino para generar las mejores situaciones de gol. El orden como primer paso para el contraataque.
Durante la primera parte, en la que el choque estuvo más cerrado, el Deportivo fue capaz de recuperar y expandirse gracias a su tendencia a mirar lejos. El pase hacia delante para darle continuidad al ataque.
El conjunto deportivista encontró en Cruz, Villares, Soriano y Yeremay las herramientas sobre las que construir sus ataques rápidos. En muchas de esas acciones en las que el equipo coruñés volvía a disponer de la pelota, Luismi se ofrecía como una solución sobre la que apoyarse. El zurdo recibía de cara a la portería, bien cerca de la zona de recuperación o bien como alejado abierto en el lado opuesto. Y su habilidad no solo para elegir el pase correcto sino hacerlo en el tiempo y forma indicados daba a la jugada continuidad.
Aunque a todo ello ayudaban Villares y Yeremay. El vilalbés, activándose tras cada recuperación para romper al espacio. El capitán acabó marchitando el césped de ese carril intermedio derecho de tantas y tantas veces que repitió el movimiento para darle una solución por delante de balón al equipo.
El canario, descolgado en fase defensiva, aprovechaba esa licencia precisamente para ofrecerse como bisagra en las transiciones ofensivas. En vez de amenazar a la espalda, buscaba el movimiento de apoyo para recepcionar, descargar casi siempre sobre su ‘colega’ Mario y poner al equipo en disposición de atacar de cara.
No terminó de encontrar el primer gol en esos contragolpes el Deportivo, pero sí lo hizo a través de una maravillosa jugada individual que duró los 74 segundos que fueron desde la recuperación alta de Mario hasta el remate del propio Soriano. Entre ambas acciones se sucedieron 26 pases entre nueve jugadores blanquiazules. Únicamente Parreño y Loureiro se quedaron sin tocar el balón, aunque la movilidad del lateral de Cerceda fue decisiva para generar un mayor espacio de aclarado en la frontal del área.
El Deportivo, que solo había rematado en las dos ocasiones de Eddahchouri en la primera mitad y apenas completaba más fases de balón que el Granada, fue capaz de cocinar a fuego lento un ataque fabuloso. Tuvo paciencia para mover de lado a lado hasta que el rival cayó en la trampa. Basculado hacia el sector izquierdo del Deportivo y resguardando la espalda de su centro del campo. Desestructurado.
Comas encontró entre líneas a Yeremay, que sacó fuera de zona a Lama. El canario ejecutó su enésimo apoyo de cara para completar una acción de tercer hombre con Villares, que conectó con Luismi Cruz ‘pinchado’ en el lado débil. El andaluz fijó a Diallo, Loureiro arrastró para generar más espacios y Yeremay volvió a aparecer para regalarle la bola de tacón a Eddahchouri. El ariete asistió a Soriano, libre mientras Villares volvía a atacar por el lado opuesto y distraía a una marca. Golazo de manual.
Con el 0-1, el Deportivo empezó a mandar con mayor evidencia en el partido. Pronto encontró el segundo el equipo herculino, en un nuevo robo en campo contrario que acabó con una apertura hacia el lado opuesto. Allí esperaba Luismi y allí apareció Eddahchouri para recibir, apoyarse en el andaluz y ganar en el dos para dos ante unos despistados Diallo y Rodelas.
El encuentro parecía visto para sentencia y con posible aroma a goleada. Pero al instante, el Granada encontró el 1-2 con una buena jugada y un descomunal disparo, a partir de un cambio de orientación que generó un tres para tres en la derecha visitante.
El Dépor defendió de manera algo pasiva, pues Cruz se centró en que Diallo no recibiese fuera, Villares tardó en incomodar al poseedor Rodelas y Loureiro priorizó guardar su zona dentro del área antes que 'saltar'. Se generó un tres para tres al que acudió Gragera, pero con demasiado ímpetu por robar. Hongla le dribló y acabó encontrando una llanura en la frontal para armar el remate. Nada demasiado grave, pero suficiente para dejar la rendija a una genialidad.
Así, con casi nada, el Granada volvió a meterse en el choque, que entró entonces en ebullición. El conjunto visitante no lograba tener posesiones largas ni tampoco rematar las jugadas. Y eso generaba un peligroso ida y vuelta que acabó con la roja a Lama.
A partir de que el partido se convirtió en un diez para once, el Deportivo mezcló pausa y vértigo. La posesión llegó cuando se juntaron por la izquierda Escudedero, Soriano y Yeremay. Luego, a través del cuarto elemento: Patiño, clave para evitar el descontrol. El ritmo, tras cada pérdida de un Granada sufridor en 4-4-1 y que se acabó descosiendo también desde el 4-3-2 final con el que Pacheta trató de evitar lo inevitable.
El Deportivo marcó el tercero gracias a la enésima recuperación arriba y aunque se quedó sin un marcador mucho más abultado, demostró que para estar todavía en agosto, su juego es maduro de verdad.