Cuando llegó a finales de enero, las urgencias y las prisas propias del mercado de invierno no le dejaron otra opción que asumir el dorsal ‘3’ a la espalda. No le vino mal el guiño extravagante a Zakaria Eddahchouri, que añadía esa cuota de aura al saco de goles con el que llegaba como acreditación desde la segunda división holandesa. Su globo se pinchó pronto. Después de un prometedor inicio con el Deportivo, gol incluido nada más saltar al césped de Riazor, el atacante fue perdiendo presencia hasta terminar la temporada con de forma turbia por un incidente fuera de los terrenos de juego que le costó ser trasladado al hospital en helicóptero.
Zaka se marchó al verano decidido a hacer borrón y cuenta nueva. Lo primero que hizo al volver a Abegondo fue decidir que ya estaba bien de boutades. La salida de Barbero dejó libre el ‘9’ y Eddahchouri lo reclamó sin dejarlo caer. Un reinicio desde lo básico cuyo objetivo era el de convertirse en el delantero del Deportivo para la temporada 2025-26. Ni siquiera ha terminado el verano y la dirección deportiva sigue buscando en todas las esquinas del planeta fútbol un goleador de primer nivel. Mientras, el delantero que tiene en casa está dispuesto a presentar una dura batalla por su sitio en la punta del ataque.
No ha querido perder ni un minuto Eddahchouri, que desde el arranque de la preparación empezó a poner sobre la mesa la producción por la que había sido contratado hace unos meses. Gol tras gol. Cinco tantos en total, incluidos dos ante Real Oviedo y Le Havre, los dos rivales de mayor entidad a los que se enfrentó el Dépor en pretemporada. Por supuesto, fue el elegido por Antonio Hidalgo para la jornada 1 de Liga, en la que demostró estar ya en una velocidad de crucero que, de mantenerla, le pondrá muy alto el listón al ariete que llegue de fuera para completar el ataque deportivista.
Asistencia y gol para Zaka, que además de esos números para una tarjeta de presentación difícilmente mejorable, dejó progresos en un factor menos tangible, pero igual o más importante: la química con sus compañeros. Subirse al tren en marcha el pasado curso le impidió tener el mejor entendimiento con los Yeremay, Soriano y Mella. También ha habido tabula rasa en esa correa de transmisión, con el grupo de mediapuntas más concienciados de que una figura como la del neerlandés es la pieza necesaria para darle sentido a toda la magia que se genera en tres cuartos. Lo ha entendido rápido Luismi Cruz, que el sábado en el Nuevo Los Cármenes no tardó ni diez minutos en encontrarlo a la espalda de la defensa para presentarle su primera gran ocasión. Eddahchouri se quedó sin hueco tras un mal control y le facilitó la labor a Zidane. La escena se repitió al inicio del segundo tiempo. Esta vez el punta domó bien el esférico y para cambiar el desenlace, lo mandó a la escuadra. Villares también lo encontró en una ocasión, como Yeremay en la brillante jugada del 0-1 en la que el ‘9’ demostró que también puede participar de la orquesta de los bajitos sin desafinar con el taconazo que puso en posición franca a Mario Soriano.
Pero salvo que Eddahchouri sea capaz de prolongar el ratio de goles y asistencias por partido a lo largo de la temporada, algo poco probable, mantener ese dorsal y su estatus dentro de los planes de Antonio Hidalgo le exigirá al neerlandés empezar a aportar también en otras facetas en las que ha salido a deber desde su aterrizaje en A Coruña. Con una línea de enganches que brilla en muchos aspectos, pero desde luego no en estatura, el Deportivo necesita que su delantero le ofrezca esa salida cuando el rival aprieta alto y surge la necesidad de jugar directo.
A pesar de su envergadura (1,87 m.) y una voluntariosa movilidad con desmarques constantes, tanto de ruptura como de apoyo, a Zaka le está costando mucho quedarse con los balones largos cuando sus compañeros lo buscan tratando de saltarse alguna línea. De momento no se encuentra cómodo cada vez que tiene que batirse en duelo con algún rival, sea por el aire o sobre el césped, donde cuenta con gran margen de mejora en el juego de espaldas.
Una muestra de lo bien que le puede hacer al equipo blanquiazul una referencia en punta con el poder suficiente para imponerse en este tipo de suerte fue la entrada de Bouldini. El marroquí, todavía con su futuro en el aire, completó buenos minutos en Granada ofreciendo precisamente lo que más le cuesta a su colega. Ganó la mayoría de sus duelos y fue una vía de escape cuando el rival más se volcaba. En su caso, el problema es que parece lejano que pueda ofrecer todo lo demás.