Venía dejando buenas sensaciones durante el verano, pero la puesta en escena del Deportivo en la 2025-26 no pudo ser mejor. El conjunto coruñés se estrenó con victoria en Granada poniendo sobre la mesa muchas de las virtudes que debe tener un candidato al ascenso. Carácter, capacidad de sufrimiento y, sobre todo, una gran dosis de talento para noquear a sus rivales incluso sin necesidad de someterlos.
 

Fue de cara Antonio Hidalgo desde su llegada al banquillo y no iba a cambiar para el estreno en partido oficial. El técnico apostó de inicio en ataque por el trío de enganches en el que más invirtió durante el verano. Ese Luismi, Mario Soriano y Yeremay que está llamado a marcar diferencias cada vez que el equipo blanquiazul sea capaz de llevar el balón limpio a tres cuartos.
 

Ese fue el primer problema con el que se encontró el cuadro herculino en Granada. Entre la presión del equipo local y el lamentable estado del césped de Los Cármenes, los minutos iniciales del choque consistieron en pelotazos de una orilla a otra por ambas partes. Casi le sale bien a Pacheta y los suyos gracias a una indecisión entre Barcia, Loureiro y Comas, al que Hidalgo eligió antes que Noubi en el centro de la zaga. Germán Parreño, otro de los nombres propios de las últimas semanas, resolvió el mano a mano ante Rodelas.
 

El Dépor respondió con lo esperado. En la primera pelota que le llegó clara a Luismi, prendió la centrifugadora. El gaditano se apoyó en Soriano para darle continuidad a la jugada y encontró a Eddahchouri a espaldas de la zaga nazarí. El mal control del neerlandés le redujo ángulo hasta el punto de disparar contra el pecho de Luca Zidane. Empezaron entonces unos minutos de dominio deportivista, ya con una estructura de salida formada por tres jugadores, con Escudero y el propio Luismi dando amplitud como carrileros. Zaka tuvo otra, esta vez asistido por Villares, pero de nuevo sin demasiado margen disparó al lateral de la red.
 

A chispazos

Pero ni el campo ni las altas temperaturas permitían tener continuidad en el dominio. Tampoco los titubeos de una línea de retaguardia excesivamente titubeante ayudaban demasiado, con varias pérdidas de inicio que incluso contagiaron la desconfianza a un Parreño que descartó varias veces la salida en corto. Pero si algo no parece que vaya a necesitar el Dépor esta temporada es consistencia en el juego para poder pegar. Cuando peor lo estaba pasando, un momento de respiro fue suficiente para armar una combinación antológica y abrir el marcador al borde del descanso. Prácticamente todo el equipo tocó la redonda hasta que Villares apretó el botón rojo con una apertura a banda hacia Luismi. El Granada fue consciente ahí de que estaba en problemas. El extremo encontró a Yeremay en esa nueva posición al que trata de adaptarlo Hidalgo, más centrado y con más caminos al área. Taquito del canario para Eddahchouri, que repitió la acción para la incorporación del cuarto jinete, un Mario Soriano que se la acomodo con la derecha y batió a Luca Zidane con la izquierda.

Revitalizó el tanto al Dépor y lo cargó de confianza. Quizá demasiada. Porque fue para lo bueno y también para lo malo. Por ese orden. Primero con otro golpe de genialidad para que Eddahchouri hiciera el segundo. El ‘9’ deportivista cayó a la banda derecha, ese carril en el que todo mejora por la presencia de Luismi. Un toque de clase dejó al ariete de nuevo solo ante la portería local y esta vez no falló encontrando la escuadra.

Demasiado fácil. O eso debió pensar Gragera, optimista hasta el exceso pensando que podía salir victorioso en un duelo con Hongla en la frontal del área. El asturiano apostó al robo. Perdió. Y el camerunés lo castigó. Ya había probado en varias ocasiones desde lejos y encontró el premio con un latigazo que sorprendió a Parreño golpeando en el larguero antes de colarse en la portería.
 

Prueba de madurez

Comenzaban a temblarle las piernas al cuadro herculino, que recibió al mismo tiempo un balón de oxígeno y una prueba de madurez. A Manu Lama se le nubló el juicio y vio dos amarillas en seis minutos, la segunda por hacerle una falta a Bouldini a 80 metros de la portería. Quedarse en superioridad le permitió al Dépor respirar con la pelota y hacer gala de ese carácter e inteligencia que Hidalgo tanto ha reclamado a los suyos durante la preparación. 

Con el Granada ya de rodillas, comenzaron a llegar las ocasiones. La entrada de Mella por Luismi verticalizó al equipo y los contragolpes se sucedieron uno tras otro. Yeremay estuvo a centímetros de estrenar su casillero, pero su disparo se fue rozando el palo. Poco después asistió a Soriano, que en su caso se encontró con la madera poco antes de que Cristian Herrera pifiara en un intento de remate acrobático después de otro centro del 10. Al final, cuando parecía que los siete minutos de alargue podían traer suspense, Sergio Escudero puso las cosas en su sitio. El pucelano estuvo vivo para robar en la frontal y sacó a pasear su zurda con un gran disparo cruzado que cerró el choque para desatar la locura en un Nuevo Los Cármenes que acabó sonando blanquiazul.