Hoy, 23 de mayo, se cumplen diez años de una de las gestas más emocionantes en la historia reciente del Deportivo. Fue en la temporada 2014-15, en la última jornada del campeonato, cuando el conjunto blanquiazul logró una salvación agónica en el Camp Nou. El 2-2 ante un Barcelona ya campeón de Liga permitió al Dépor mantener la categoría y condenó al descenso a Almería y Eibar, aunque posteriormente cayó en su lugar el Elche en los despachos. Una década después, aquel día sigue vivo en la memoria de los deportivistas en una semana repleta de nostalgia debido a la celebración del 25 aniversario del título de Liga.

Aquel equipo, dirigido por Víctor Sánchez del Amo, llegaba a Barcelona en una situación límite. Dependía de sí mismo, pero visitaba el feudo de un equipo que sumó 94 puntos. Todo parecía perdido cuando Leo Messi adelantó al Barça en dos ocasiones, una al comienzo de cada parte. Las noticias desde otros campos no eran mejores: el Eibar ganaba y el Almería peleaba por sumar. Pero en el minuto 67, Lucas Pérez marcó un golazo desde la frontal que encendió la esperanza. Ocho minutos más tarde, Salomao aprovechó un rechace tras una falta de Medunjanin para anotar el empate definitivo. El cuarto de hora restante se convirtió en un ejercicio de supervivencia, con el Dépor defendiendo con todo y el Barça bajando la intensidad en medio de la despedida de Xavi. Finalmente, el pitido final desató la locura entre los jugadores y los aficionados coruñeses desplazados al Camp Nou.

El milagro en el Camp Nou fue el desenlace feliz a una temporada plagada de sufrimiento. El Deportivo solo sea asomó a la mitad alta de la tabla de forma puntual, tras la jornada 3. Fue colista en la jornada 7 y no logró un mínimo colchón hasta que encadenó dos victorias consecutivas ante Rayo (1-2) y Eibar (2-0) en las jornadas 21 y 22. Esa ilusión duró poco: el equipo enlazó ocho jornadas seguidas sin ganar y la directiva optó por destituir a Víctor Fernández. En su lugar llegó Víctor Sánchez del Amo. Tras otras seis jornadas sin sumar de tres, el Dépor se jugaba la vida en las dos últimas fechas. Una victoria vital ante el Levante en Riazor (2-0) permitió llegar con opciones a la última jornada. El escenario era el peor posible, pero también el más recordado: el Camp Nou.

Diez años después, aquella permanencia se mantiene como uno de los momentos más emocionantes del deportivismo moderno.