La mayor factoría de juego de posición del mundo construye, por coherencia pura, a los mejores centrocampistas del planeta. La fórmula no es matemática, ya que la aparición de talento es imposible de controlar y, por lo tanto, de encorsertar en ese pequeño rincón de la Península Ibérica llamado Cataluña. Pero puede hacer la prueba: verá cómo varios de los futbolistas más hábiles en el control, el pase y la capacidad para marcar el ritmo de juego de un equipo de los últimos años han crecido o se han terminado de moldear vestidos de blaugrana.
El Fútbol Club Barcelona acumula décadas trabajando en base a una metodología y modelo de juego futbolístico tan asentado como particular. Tanto que ha convertido ese método en un lenguaje propio que impregna su ADN. No solo los jugadores del centro del campo desarrollan una evidente facilidad asociativa. Ese gen, esa habilidad, es compartida por todos y cada uno de los futbolistas que se moldean en La Masía. Da igual si son laterales, extremos, porteros o centrales. El futbolista del Barça tiene que sobresalir con el balón en los pies. Porque la pelota es su prácticamente su única forma de expresarse en el campo, su único vehículo de relación con los compañeros.
Precisamente por eso mismo es habitual encontrar especialmente llamativa esta cualidad en los jugadores de un perfil más defensivo. El prototipo de cancerbero formado en la cantera del Barcelona distribuye desde atrás como si fuese un mediocentro, igual que el central filtra pases como si de un mediapunta se tratase.
Tiene sentido, pues desde pequeño juega en un equipo muy dominante en categorías inferiores. En ese contexto, las exigencias defensivas en el escenario competitivo brillan por su ausencia. Casi todo se basa en construir con el esférico, una tendencia habitual en todas las grandes canteras ,pero que se radicaliza cuando uno lleva puesta la camiseta del Barça. Por necesidad y por convicción.
Arnau Comas, el último fichaje del Deportivo, es uno de esos tantos futbolistas criados bajo los paradigmas de ‘cruyffismo’ y el ‘guardiolismo’ que ha conseguido llegar a ser profesional. El embudo es el mismo para todos, pero la lógica invita a pensar que los clubes con más posibilidades de captar talento tienen más opciones de desarrollar a deportistas con nivel para la élite.
Sin embargo, Comas ha tenido que luchar contra los prejuicios de ser un central formado en La Masía. Porque, además, es un central ‘muy Masía’. Elegante con balón. Es alto, juega con la cabeza levantada y maneja bien el esférico con controles pulcros, pases depurados y tomas de decisión coherentes. Un central bonito de ver, que podría equivaler a blando. Porque todas sus virtudes con balón podrían déficits sin él. Pero Arnau rompe con el tópico.
El zaguero nacido en la localidad gironí de Cassá de la Selva en los primeros meses del nuevo milenio ofrece garantías con el esférico. Pero, sobre todo, es un central para defender. Así lo demostró en los pocos períodos en los que tuvo continuidad en el Basilea. Y así lo refrendó en esta segunda vuelta con la Sociedad Deportiva Eibar. Le costó un mes ganarse el puesto. Pero en cuanto lo cogió, ya no lo soltó hasta que su hombro derecho dijo 'basta' y le obligó a pasar por el quirófano. Esa operación le ha impedido arrancar al mismo ritmo que sus nuevos compañeros en el inicio de curso en Abegondo.
Así, disputó nueve partidos en el que fue su estreno en la liga de fútbol profesional en España, después de no poder dar el salto a Segunda División con el Barça Atlètic y no llegar a debutar en partido oficial con el primer equipo blaugrana.
Comas es un central sobrio. Su fútbol ofrece pocos fuegos de artificio porque carece del ímpetu optimista que caracteriza, por ejemplo, a su nuevo compañero Lucas Noubi. Sin embargo, esa sobriedad le sirve para ser sinónimo de solvencia.
Arnau es un defensor que juega concentrado. Siempre atento, suele tener facilidad para coordinarse con su compañero en el eje de la zaga por esa habilidad para entender bien todo lo que le rodea. El gironí maneja bien las alturas y distancias, lo que conduce a que sea poco habitual encontrar fracturas defensivas por ausencia de entendimiento.
Además, a nivel más individual, esa comprensión del juego se cristaliza en una óptima orientación corporal, tanto en situaciones de campo abierto como de defensa del área. Ese buen manejo de los perfiles y el posicionamiento lo traslada también a las acciones de uno para uno, en las que no es fácil superarle. Siempre en semiflexión para arrancar y orientando al rival hacia donde le interesa, nunca de manera frontal, y otorgando cierto espacio para tener capacidad de reacción y no ser superado. Sin ser excesivamente veloz, esa inteligencia técnico-táctica y su potente arrancada le facilitan las cosas.
Comas es un central cerebral. Protege su zona para evitar perder el sitio y tiene tendencia a no ‘saltar’ de línea por saltar. Es prudente, sí. Pero cuando debe achicar, achica. Y además, sabe ser muy agresivo. No duda. De hecho, dentro de ese equilibrio que transmite su fútbol, sobresalen las acciones defensivas en las que se emplea con contundencia. Un claro ejemplo son las situaciones en las que sale a banda a cortar en acciones de balón divivido, en las que es tremendamente habitual verle realizar ‘tackles’.
La segada es su ejecución técnica ‘ganadora’ por timing y exhuberancia, pero Arnau sabe emplear su fortaleza también en jugadas que demandan más fricción. Ahí, sus 191 centímetros y un físico que ha ido puliendo —probablemente ayudado por las lesiones y la ‘obligación’ de realizar más trabajo de gimnasio— se imponen. Comas es un defensor pegajoso, que usa mucho el cuerpo e incluso las manos para incomodar al contrario. No le deja girar y, si es preciso, comete falta.
Precisamente esa altura le ayuda también para ser solvente en el juego aéreo, aunque su poderío no sobresale de la manera que uno podría esperar teniendo en cuenta su elevada talla, por encima de la media de sus rivales. Ni es líder en las estadísticas de acciones por alto, ni supone una evidente amenaza a balón parado ofensivo. Concretamente, desde 2020 apenas ha marcado cinco goles. Tres dianas llegaron en la etapa de Basilea y dos de ellas se dieron en el mismo partido.
De este modo, Arnau Comas es un central relativamente estético, pero que se ha vuelto algo contracultural al estilo Barça. De La Masía se ha quedado con ese alto ‘conciente intelectual’ estimulado que le ha permitido brillar lejos de Can Barça sobre todo sin balón. Porque con pelota, es todavía mucho más prudente que a la hora de defender.
Especialmente en su etapa en el Eibar —aunque también en muchos partidos en Basilea—, Comas no ha fabricado ventajas a la hora de iniciar el juego ofensivo. Mucho pase lateral y mucho envío corto de seguridad que engrosan sus buenos porcentajes de acierto. Tampoco le ‘ayudaba’ el elevado protagonismo de Matheus Pereira en esa faceta. El mediocentro, que fuera su compañero en el Barça Atlètic, asumía mucho protagonismo a la hora de sacar el balón jugado.
Precisamente por eso es importante destacar que, sobre todo en este aspecto del juego, el modelo de juego determina mucho la forma de proceder de todos los futbolistas. Pero aun con esta premisa por delante, resulta evidente que Arnau no ha explotado todo el potencial que puede tener un central de sus características, con evidentes capacidades de pase con la pierna derecha —sobre todo largo—, buen control y entendimiento del juego.
Probablemente el Deportivo sí le exigirá un punto más de valentía a la hora de batir líneas con pases y conducciones, algo para lo que apunta a estar capacitado. Y más jugando en un perfil derecho que, a día de hoy, parece reservado para él.
Porque es fácil imaginar a Comas a día de hoy al lado de Barcia para potenciar el perfil de ambos. Si el Dépor quiere ser presionante, Arnau deberá dar también ahí un paso adelante, aunque ha ido dejando atrás un perfil muy similar al de Jaime Sánchez para convertirse en un zaguero algo más poderoso. Siempre desde la prudencia comparativa, ahora podría definirse más como un híbrido entre el propio Jaime y un Pablo Vázquez que apunta a dejar el club y al que Arnau Comas apunta a poder sustituir de manera solvente por condiciones. Aunque para ello deberá encontrar la continuidad física que le ha frenado en Basilea.