Tengo que reconocer que, como buen aficionado a seguir campeonatos extranjeros y torneos internacionales de selecciones, siempre he sido fan de las incorporaciones foráneas. Incluso cuanto más random, más me gustan. Cuando desde Madrid lapidaban al Dépor post-Ley Bosman, calificándolo despectivamente de ONU, yo era feliz. Veía con la camiseta de mi equipo a los Rivaldo, Djalminha, Martins, Schürrer o Turu Flores, a los que antes había observado evolucionar con el Corinthians, el Palmeiras, el Auxerre, Lanús o Vélez Sarsfield y, por más que lo buscaba, no encontraba sentido a aquellas feroces críticas.
Está claro que a todos nos gustaría que el Dépor volviera a codearse con la élite con una mayoría de jugadores de la casa, pero bueno sería que se nos metiese en la mollera que eso no es más que una utopía. Porque ese es un asunto que desde hace décadas ha quedado reducido a la resistencia de una pequeña aldea vasca, a la que, al contrario que Asterix y Obelix, no le ha quedado más remedio que reinventarse y darle una vuelta a su filosofía. Como incorporar ‘hijos o nietos de’, seducir —por decirlo suavemente— a las figuras de la cantera del eterno rival o, en su detrimento, contar con vecinos de las limítrofes Cantabria, Navarra y La Rioja, por ejemplo.
Una cosa es sobrevivir en el primer nivel con una columna vertebral de la cantera. Otra cosa —imposible— es llegar a la cima única y exclusivamente basándose en ella. Ojo, que esto no es un alegato anti-cantera, sino todo lo contrario. Hay otras maneras de sacarle provecho, exprimir su rendimiento por partida doble y sentir orgullo por ello y por ellos. Hay dos grandes ejemplos en las últimas décadas de exitosa formación, gestión y superávit —tanto deportivo como económico— del semillero como pilar para crecer y ganar. Bueno, unos de ambas cosas, caso del Sevilla. Otros, solo de lo primero, caso del Celta. Nervionenses y olívicos son imagen de estabilidad deportiva gracias a la cantera y a una buena inversión posterior en lo que unas líneas más arriba califico de jugadores random. Los andaluces cumplen un cuarto de siglo consecutivo en Primera, tiempo en el que han conquistado en 7 ocasiones la Europa League, además de 2 Copas del Rey, 1 Supercopa de Europa y otra de España. Los del sur de Galicia comienzan este fin de semana su décimo cuarta campaña consecutiva en la división de honor. Como siempre, sin títulos. Pero con un regreso a Europa tras casi una década de ausencia que les sabe a gloria.
Con tranquilidad y paciencia, todo llegará. Quizá los 30 millones en los que hoy se valora a Yeremay se transformen en 60 el día en que marque el gol que devuelva al Deportivo a Primera. O los 4 de la cláusula que el propio David Mella rechazó para irse al Brighton & Hove Albion, si vamos despacito y con buena letra, puedan acabar siendo 15 o 20 al tiempo que el equipo vuelve a ser uno más de los veinte que componen la máxima categoría.
Primero, formar jugadores en casa. Después, darles confianza y la oportunidad de dar el salto al profesionalismo. Más tarde, que ofrezcan un rendimiento, resultados. Finalmente, el traspaso, para reinvertir una parte en traer a sus sustitutos y la otra en las categorías formativas. Es muy fácil decirlo y mucho más complicado hacerlo. Aunque si ya lo han hecho otros, ¿por qué no va a poder hacerlo el Dépor?