Ganó el Deportivo y casi tan buena como la victoria fue la sensación de que el equipo tiene bastante margen de mejorar. Y que el arsenal del que dispone Antonio Hidalgo, incluso con los refuerzos que se aguardan en la delantera, es suficiente como para bombardear a cualquier rival de la categoría. El primero en quedar arrasado fue el Granada, que quiso de inicio y no pudo. Y al final simplemente no tuvo la manera de hincarle el diente a su rival. 

Venció el Dépor tras un inicio mejorable en el que equipo tardó en ajustarse. Sin balón no encontraba la manera de recuperar en terrenos que le hiciesen daño al rival, por eso tampoco aparecía Yeremay. Y con balón le costó juntar pases. Hasta que llegó el clic, el equipo se entregó la pelota hasta en 25 ocasiones mientras el Granada perseguía y un taconazo final de Eddahchouri abrió un latifundio en el área a Mario Soriano. Fue ahí cuando vimos al Dépor que nos gusta, el que manda, pero sobre todo el que golpea, el que demostró estar mucho más formado que un Granada cogido con alfileres, que presentó un once con buenos futbolistas, pero que apenas tenía fondo de armario. 

El paso de los minutos abonó esa sensación de fortaleza. Vimos una excelente versión de Yeremay y Zaka volvió a reinvindicar que lo que mejor hace es rematar, que no es poco. Tampoco lo es todo. Hidalgo movió el banquillo con prestancia y sin demoras, así que por ahí ese sector de la grada de Riazor que siempre reclama cambios en los partidos parece que lo va a tener crudo. Porque además tiene recursos a su vera. 
Ganó, en fin, el Dépor y el sol de agosto luce ahora incluso más de lo que lo hacía hasta ahora. Con media categoría hecha unos zorros todo apunta a que este año es el año y de aquí a septiembre sólo cabe aguardar los refuerzos que faltan y entonar aquello de virgencita, virgencita, que me quede como estoy.