El reciente anuncio de la no continuidad de Beqa Burjanadze, el ‘último mohicano’ de la plantilla del debut en la ACB que anunció un futuro lejos de Marineda, cerró un círculo inédito en las casi tres décadas de existencia del Básquet Coruña.
Y es que la entidad herculina jamás había hecho antes una limpieza completa de personal de cancha entre dos temporadas.
Este hito cuenta, además, con un par de agravantes: el primero de ellos, el hecho de que por el plantel naranja de la campaña 2024-25 pasaron -sin contar a Omar Thiam del vinculado Xiria– nada más y nada menos que 17 jugadores –cuatro de ellos, Thomas Heurtel, Ángel Núñez, Karlis Silins y Alonzo Verge, fueron contratados con el curso avanzado–, la cifra más alta en la historia del club.
Ni siquiera en los cambios de categoría se registró semejante éxodo. Y cabe recordar que el Básquet Coruña llegó a caer de Primera FEB (entonces llamada LEB Oro) a Tercera FEB (la antigua EBA), tras vender la plaza al Zaragoza –para sanearse– al final de la temporada 2001-02, una después del nacimiento de la LEB Plata (actual Segunda FEB).
Pese al descenso de dos divisiones, el club coruñés mantuvo a más de un jugador cuando saltó de la EBA a la nueva cuarta división española, la LEB Bronce, competición que tuvo una existencia efímera: dos temporadas, la 2007-08 –en la que jugó el Básquet Coruña– y la 2008-09.
Es más, cuando a la conclusión de la campaña 2003-04 un error burocrático arrojó al club a una categoría autonómica (Primera Nacional), hasta ocho integrantes de la plantilla continuaron en nómina.
La menor cantidad de renovados en el equipo naranja databa de la campaña 2013-14, la segunda tras el regreso a la división de plata, convertida ya en LEB Oro. El base Ángel Hernández y el ala-pívot Javi Lucas, que en la 2012-13, con Antonio Herrera al frente del banquillo, habían alternando el primer equipo con el filial. En total fueron 10 los jugadores que no continuaron en el plantel que dirigió Tito Díaz.
El otro agravante es que de la temporada 2023-24 –la del ascenso– a la 2024-25 –la del estreno en la máxima categoría– el club naranja renovó a ocho jugadores, la cifra más alta de su historia, superando en uno la de la primera de esas dos campañas históricas, cuando Epi volvió a tener a sus órdenes a siete elementos del plantel que, contra pronóstico, se la pegó en cuartos de final contra el Gipuzkoa, pese a contar con la ventaja de campo en una serie que acabó 1-3.
No obstante, el Básquet Coruña no es el primer equipo que hace borrón y cuenta –totalmente– nueva después de bajar de la ACB a la segunda categoría. Tres lo hicieron antes desde que en la temporada 1996-97 la Asociación de Clubes de Baloncesto implantó el actual sistema de competición con 18 participantes (salvo en cursos que, por diferentes circunstancias, contó con 17 o con 19, algo esto último que podría volver a suceder en la 2025-26).
Del trío de precedentes solo uno regresó a la ACB inmediatamente: el Real Betis del curso 2017-18, que ascendió directamente tras proclamarse campeón de la fase regular. El club andaluz ha recurrido su no admisión en la próxima ACB después de subir vía playoffs.
El primero en limpiar por completo su plantilla fue el Murcia de la temporada 1998-99, pero su resultado en entonces llamada Liga LEB estuvo muy lejos del conseguido por el mencionado Betis. El equipo pimentonero acabó séptimo la regular y en playoffs, que aquella temporada comenzaron con unos peculiares octavos de final, no pasaría de cuartos, donde cedió ante el Ourense.
El otro es el Cáceres de la 2002-03, al que todavía le fueron peor las cosas: noveno tras los primeros 34 partidos, que en su caso fueron los únicos porque entonces el campeón de la regular no subía directamente y las eliminatorias las disputaban los ocho primeros.
El ejercicio de limpieza total puede, por lo tanto, derivar en éxito o en fracaso. Lo que sí es seguro es que causa un importante desarraigo social, porque la afición quiere referentes duraderos. Otro mihura con el que debe lidiar la seminovata directiva encabezada por Pablo de Amallo