Riazor quiere ver más a Patiño. Y lo dejó claro el pasado domingo, cuando el joven centrocampista pisó por primera vez el césped del estadio blanquiazul. Fue casi una aparición simbólica, cuando el partido frente al Albacete ya estaba resuelto, pero cada toque del joven centrocampista inglés de raíces gallegas encendió a la grada, que ya había pedido tímidamente su entrada coreando un “Patiño, Patiño”. Cada vez que el balón pasaba por sus botas, surgían aplausos y vítores. Aunque algunos gestos de la afición podían tener un matiz irónico, ya que dado que su temporada no ha salido como él o el club esperaban, lo cierto es que el mensaje de fondo era evidente: Riazor quiere verlo más.
La entrada de Patiño en el minuto 80 fue el gran aliciente para la afición en la recta final del encuentro ante el Albacete. Sustituyó a Yeremay, la estrella de la goleada, y ocupó un lugar en el doble pivote junto a José Ángel, ligeramente por delante del sevillano, mientras Villares quedó liberado un poco más arriba. Hasta ese momento, la trayectoria del mediocentro inglés en el Dépor había sido escasa y dispersa: apenas tres apariciones en Segunda y un duelo de Copa del Rey frente al Ourense CF, sumando entre todas apenas 151 minutos.
El entrenador explicó tras el partido que Patiño es “un caso como otros futbolistas con menos minutos”. Subrayó las dificultades de adaptación no solo futbolística, sino personal, para un joven llegado desde otro país y con un bagaje distinto. “Tiene mucha calidad individual”, insistió Gilsanz, “y creo que era el momento para que pudiese mostrar ese fútbol y el futbolista que es, que va a ir a más y a ser mejor. El proceso de los jugadores jóvenes es más complicado de lo que se ve cuando no tienen minutos ni confianza: quieren mostrarse para que los veamos y se entra en un bucle”.
En los escasos minutos que tuvo frente al Albacete, Patiño se ofreció constantemente. Nada más entrar al campo, despejó de cabeza tras un rechace en un córner. Después, aplaudió la cesión de Petxarroman a Helton y no pudo ganar varios duelos por alto. En el 84 se empezó a entonar al bajar un balón suelto con el pecho y abrilo a Petxa para iniciar una contra. Poco después, combinó con José Ángel, el deportivista que le dio más bola, y abrió el juego a Tosic, dando una excusa a la grada para comenzar a corear el típico “olé, olé” con cada pase.
El inglés pidió calma, fue de nuevo el apoyo de José Ángel, buscó por arriba a Diego Gómez, despejó de cabeza un balón dividido y volvió a asociarse con sus compañeros, filtrando pases y manteniendo la posesión. Su mejor jugada llegó en el minuto 91. Recibió un pase de Jaime en salida de balón, se giró elegantemente entre Kofane y Pacheco y dejó atrás la presión, arrancando aplausos de Riazor, aunque su pase posterior a Hugo Rama fue algo largo. Ya en el último minuto, firmó un taconazo a José Ángel, provocó una falta y forzó la tarjeta amarilla de Agus Medina.
Patiño necesita minutos para seguir aclimatándose tras una temporada difícil, marcada por la adaptación a un entorno, un estilo de juego y unas expectativas que no eran sencillas. El Deportivo, por su parte, también tiene motivos para darle juego: testar su calidad, explorar su margen de crecimiento y calibrar si ese talento que lo acompañaba en su llegada es recuperable para el futuro a corto-medio plazo. Y la afición, como demostró Riazor, simplemente quiere disfrutarlo, verlo más, comprobar qué puede aportar un jugador que, por origen y apellido, despierta expectación entre los blanquiazules.
En un final de temporada sin apuros clasificatorios, con la permanencia asegurada y sin amenazas ni premios evidentes en juego, parece haber poco que perder dando minutos a futbolistas como Patiño. Para el club, además, puede tratarse de algo más que una cuestión deportiva. Hay también una dimensión estratégica, una serie de decisiones que empiezan a perfilarse mirando al futuro próximo. Invertir minutos en jugadores jóvenes, valorar activos deportivos infrautilizados, y, en definitiva, tomar pequeñas decisiones que, aunque no cambien ya esta temporada, pueden condicionar para bien la próxima. El caso Patiño es solo una de esas decisiones.
Cuidar a los tocados: Otro de esos pequeños retos internos que pueden marcar el tono de las próximas semanas es la gestión cuidadosa de la salud de aquellos futbolistas que han acumulado una gran carga de minutos a lo largo del curso. Casos como los de José Ángel y Diego Villares ilustran bien esta situación. Indiscutibles en el centro del campo, han arrastrado molestias a lo largo de la campaña, y aun así disputaron los 90 minutos en el último duelo frente al Albacete. En parte porque las sanciones de Mfulu y Genreau dejaron al técnico sin recambios naturales, salvo el citado Charlie Patiño o un Hugo Rama que reivindicó hace poco su reconversión a la medular.
En este contexto, el compromiso mostrado por José Ángel y Villares, priorizando siempre al equipo, resulta indiscutible. Sin embargo, de cara a los próximos encuentros, parece una oportunidad beneficiosa para todos que estos futbolistas puedan tener algún respiro. Para preservar su estado físico, reducir riesgos innecesarios y, al mismo tiempo, abrir espacio a compañeros con menos minutos, deseosos de reivindicarse.
Algo similar ocurre con Rafa Obrador, recién recuperado de una lesión y ya reintroducido en dinámica competitiva. Frente al Albacete, Óscar Gilsanz optó por retirarlo antes del pitido final en una muestra de prudencia para no precipitar su carga física.
Invertir en el futuro a corto y medio plazo: Al mismo tiempo, el Deportivo puede aprovechar estas semanas para mirar más allá del presente inmediato. Testar a futbolistas jóvenes, valorar a jugadores que tienen contrato más allá del mes de junio o simplemente ofrecerles un escenario para reivindicarse son gestos que pueden sembrar semillas para el próximo proyecto. Canteranos como Diego Gómez, centrocampistas como Denis Genreau —que ha contado con pocos minutos— o jugadores como Petxarroman, que ha ido ganando protagonismo tras una campaña irregular, pueden encontrar en estos cuatro últimos partidos una especie de trampolín.
Caso Pablo Martínez: Dentro de estas decisiones estratégicas, también hay situaciones más delicadas. El caso de Pablo Martínez es un buen ejemplo. El central francés, que cuenta con una cláusula de renovación ligada a objetivos, fue suplente frente al Albacete. El entrenador explicó que la decisión obedecía a un intento de minimizar riesgos, ya que tanto Pablo Vázquez como él estaban apercibidos de sanción, y perderlos a ambos por acumulación de tarjetas podría generar un problema. Las próximas alineaciones permitirán comprobar si efectivamente se trata solo de un manejo prudente de la plantilla o si el club está valorando otros escenarios de cara a su continuidad.
Corte temporal a la cantera: Por último, al menos en las dos próximas semanas, se cerrará temporalmente la ventana para ofrecer oportunidades a jugadores del filial. El Fabril se encuentra inmerso en la primera eliminatoria del playoff de ascenso a Primera Federación contra el UCAM Murcia, mientras que el Juvenil A afronta los cuartos de final de la Copa de Campeones ante el Tenerife. Ambos son compromisos suficientemente ambiciosos como para concentrar los esfuerzos de Abegondo, dejando las oportunidades en el primer equipo para otro momento.
En definitiva, el Deportivo entra en una fase donde no se juega puntos cruciales, pero sí puede gestionar inteligentemente sus recursos. Con un enfoque que combine cuidado, proyección y responsabilidad, las pequeñas decisiones de estas semanas pueden tener un impacto mayor del que parece, tanto para los jugadores como para el club en su conjunto.