Desde que en la temporada 2010-2011 se instauró en Segunda División el sistema actual de competición —con dos plazas de ascenso directo y otras cuatro para playoff—, las estadísticas marcan una tendencia clara: los equipos que inician un proyecto con nuevo entrenador en verano son los que tienen más opciones de acabar entre los seis primeros, y también de lograr el ascenso a Primera, ya sea de manera directa o a través de la promoción.
El Deportivo, que ha iniciado este verano un nuevo ciclo con Antonio Hidalgo como entrenador, sigue por tanto la fórmula que mejores resultados ha dado en la última década y media en la categoría de plata. Si el club blanquiazul se ha fijado como objetivo prioritario entrar en playoff en la temporada 2025-26, el movimiento de cambiar de técnico al inicio del curso cuenta con un respaldo estadístico claro.
Ese paso adelante es precisamente lo que ha reclamado Fernando Soriano, director de fútbol del Deportivo, al evaluar la pasada campaña. En la presentación de Antonio Hidalgo, en la respuesta a una pregunta sobre el futuro de Pablo Vázquez, dejó un mensaje nítido en esa dirección: “Ha sido una temporada discreta para todos. Debemos intentar mejorar. Debemos dar un paso más hacia adelante y exigirnos todos un poco más”. Por lo tanto, tras soñar con entrar en la pelea por el playoff hasta que el equipo coruñés se quedó sin opciones a falta de cuatro jornadas para el final, el siguiente escalón lógico de cara a la próxima campaña es precisamente pelear por alcanzar esos puestos de privilegio. Y para lograrlo, el Dépor ha optado por un camino que la historia reciente respalda.
En total, desde la implantación del playoff, el 41,11% de los equipos que acabaron la liga regular entre los seis primeros habían cambiado de entrenador ese mismo verano. Es la vía más productiva. En cambio, un 36,67% mantenía al técnico al menos desde la temporada anterior, mientras que solo un 22,22% de los clubes que terminaron en el top 6 cambiaron de entrenador a mitad de ese curso. Por lo tanto, empezar un proyecto con un nuevo entrenador en verano ha sido históricamente la fórmula más habitual para pelear por las primeras posiciones.
Si se analiza solo a los equipos que han acabado en zona de ascenso directo o en playoff —es decir, obviando las dos temporadas en las que el Barcelona B finalizó en la tercera posición—, los números refuerzan más esta idea. El 41,11% cambió de técnico en verano, mientras que el 34,44% mantenía al entrenador y el 24,44% hizo un relevo a mitad de temporada.
La diferencia es especialmente llamativa en los equipos que lograron subir de forma directa. El 53,33% de ellos había comenzado un nuevo ciclo en el banquillo desde el verano, un porcentaje considerablemente más alto al de los equipos que ascendieron manteniendo al técnico de la campaña anterior (36,67%) y que multiplica por cinco a los que lo cambiaron a mitad de año (10%).
En cuanto a los equipos que disputaron el playoff, la estadística está más repartida, pero de nuevo son mayoría los que apostaron por un nuevo entrenador en verano. El 35% llegó a la promoción tras cambiar de técnico en pretemporada, frente a un 33,33% que dio continuidad al entrenador del curso anterior y un 31,67% que hizo un relevo con la competición ya en marcha.
Además, si el foco se pone solo en los clubes que lograron el ascenso a Primera División vía playoff, la estadística sigue favoreciendo a los proyectos iniciados desde el verano. El 42,86% de los que ascendieron así cambiaron de técnico antes de comenzar la liga, frente al 28,57% que mantuvo al entrenador de la campaña anterior y otro 28,57% que cambió a mitad de curso.
El resultado global, sumando tanto los ascensos directos como los logrados vía playoff, también es rotundo. El 50% de los equipos que ascendieron habían cambiado de entrenador en verano, mientras que solo un 34,09% lo hizo con un técnico que ya estaba en el cargo y un 15,91% tras un cambio a mitad de campaña. Es decir, uno de cada dos ascensos se consiguió estrenando entrenador en pretemporada.
Estos datos refuerzan la decisión del Deportivo de apostar este verano por Antonio Hidalgo para liderar un nuevo proyecto. Casos recientes ilustran bien esta tendencia. Sin ir más lejos, en la temporada 2024-25, el Levante (campeón de Segunda) y el Elche (segundo clasificado y también ascendido de forma directa) habían comenzado el curso con un técnico nuevo en verano: Julián Calero y Eder Sarabia, respectivamente.
Asimismo, en la temporada 2012-13, cinco de los seis primeros clasificados en la categoría de plata habían iniciado la campaña con un nuevo míster: Elche (Fran Escribá, Almería (Javier Gracia), Girona (Rubi), Alcorcón (José Bordalás) y Las Palmas (Sergio Lobera). Marcelino García Toral, que llegó al Villarreal mediada la campaña, rompió la tendencia y logró el ascenso finalizando el campeonato en la segunda plaza.
De hecho, desde que se instauró la promoción de ascenso en la 2010-11, solo ha habido una temporada sin ascenso de algún equipo que estrenara técnico en el verano previo. Sucedió en la campaña 2013-14. El Eibar de Gaizka Garitano y precisamente el Deportivo de Fernando Vázquez, dos equipos que mantenían a su entrenador, lograron subir a Primera de forma directa. Y en el playoff, se llevó el gato al agua el Córdoba de un Albert Ferrer que llegó al equipo andaluz mediada la temporada.
Estos precedentes estadísticos no garantizan por sí solos el éxito, pero sí confirman que la fórmula elegida por el club coruñés es la que más veces ha conducido a los equipos hacia su meta.