La última jornada de la fase de ascenso llegaba para un OAR todavía con opciones de subir. Los coruñeses tenían claro lo que necesitaban tras el triunfo de Zaragoza contra Sant Joan por 42-35: ganar a La Salle Córdoba por dieciséis o más goles. Para buscar la hazaña, no podrían contar con el pivote Pablo Moral, que se lesionó el tobillo el sábado.
El equipo de Nando González ya había sido capaz de cosechar varias palizas durante la fase regular de la temporada: 44-15 contra Las Palmas, 40-24 contra Cañiza, 39-23 contra Culleredo o 43-27 contra Lalín. Todas ellas tenían en común que se produjeron en el mismo pabellón en el que jugaban hoy: el San Francisco Javier.
A pesar de que La Salle no se jugaba ya nada, los andaluces salían a morder en ataque y defensa en los primeros minutos, sin poner facilidades a los anfitriones. Por su parte, el OAR parecía nervioso de salida, cometiendo varios errores en ambos lados de la pista, mientras que los andaluces estaban acertados de cara a puerta. La primera exclusión visitante llegaba a los seis minutos, con Alberto Roldán anotando el siete metros correspondiente. El OAR aprovechaba la superioridad para recortar uno de los dos goles que tenía de desventaja.
Una nueva superioridad a favor de los coruñeses les permitía, esta vez sí empatar primero por medio de Wesley y adelantarse poco después por primera vez gracias a un contraataque que finalizaba Pepe Mora. Las transiciones rápidas de defensa a ataque del propio Mora estaban siendo un filón para el OAR, que conseguía tres tantos casi seguidos de esta manera para ponerse 11-8 y obligar a La Salle a pedir tiempo muerto.
El equipo de Nando González estaba muy serio en defensa, lo que les permitía salir rápidamente al contragolpe para buscar la cantidad de goles que necesitaban. Los dos extremos, Pepe Mora y Ángel Iglesias, estaban siendo los principales artífices de los tantos locales, corriendo como balas en cada transición. El OAR acumulaba varios errores de manera consecutiva en ataque, con pérdidas y paradas de Wellington, un momento que aprovechaba La Salle a la perfección para recortar distancias en el marcador.
Los últimos minutos de la primera mitad eran ajustados, con intercambio de golpes entre ambos equipos y que dejaba el marcador en un 19-16 de cara al tiempo de descanso. Este resultado forzaba al OAR a firmar un parcial a favor de trece goles de diferencia en la segunda mitad para poder ascender.
Salía con todo de vestuarios el OAR, jugando sin portero en fase ofensiva para tener superioridad. En los primeros ataques conseguían ampliar su ventaja hasta los seis goles, pero una exclusión frenaba ligeramente su momento. Poco después se añadía una segunda sanción de dos minutos para los coruñeses, que se veían con dos jugadores menos sobre la pista.
A pesar de la inferioridad, los herculinos se mantenían firmes en su juego y mantenían diferencias. Con veintidós minutos por disputar, el OAR tenía siete goles de ventaja de los dieciséis que necesitaba. El público creía, se venía arriba y La Salle pedía tiempo muerto para organizar su defensa contra siete. Tras el parón, los coruñeses anotaban un nuevo gol y Córdoba se quedaba con uno menos. El OAR debía aprovechar el momento para acercarse a su objetivo y así lo hacía, yéndose hasta los diez de ventaja en la superioridad.
La defensa oarista estaba siendo espectacular, robando balones e impidiendo lanzamientos de sus rivales. A esto se sumaba un inspirado Isra Marín, que detenía varios tiros andaluces con paradas increíbles. La Salle se volvía a quedar con un jugador menos en una acción muy protestada por los andaluces, que considerabban la sanción excesiva. Poco después, otro jugador andaluz se iba dos minutos al banquillo por retener el balón y el OAR se veía con una amplia superioridad numérica que se reducía con la exclusión de Ángel Iglesias en la siguiente acción.
A falta de diez minutos para el final, la diferencia era de nueve goles para un OAR que necesitaba ganar por dieciséis para subir matemáticamente. La grada creía, alentando a los suyos sin parar. El juego de siete contra seis le estaba dando situaciones claras de gol de manera continua a los coruñeses, jugando muy bien en esa superioridad, pero un mini parcial andaluz reducía la ventaja a ocho.
El equipo oarista se volvía a poner las pilas y aprovechaba una nueva superioridad para irse hasta los doce de diferencia. Tras el tiempo muerto de La Salle, el OAR seguía fino en defensa e inspirado en ataque por un Ángel Iglesias que volvió para estos momentos. Con siete minutos por delante, el OAR estaba más trece en el marcador, una situación que se hubiera antojado más que ideal al inicio del partido.
La grada del San Francisco Javier estaba siendo, sin duda, ese octavo jugador que Nando González había pedido en los días previos a la fase, llevando a los suyos en volandas hacia el sueño. La defensa estaba siendo la clave oarista, permitiendo contraataques rápidos. A cinco minutos del final, Alberto Roldán ponía el más quince en una de esas jugadas, dejando a su equipo a tan solo uno de los dieciséis que necesitaban.
Ángel Iglesias seguía vestido de héroe, poniendo el 42-26 con tres minutos por delante. Ese resultado se mantenía hasta el minuto final. A falta de 37 segundos, Nando González pedía tiempo muerto para organizar un último ataque oarista que pudiese sellar la ventaja necesaria para el ascenso. El tiempo corría y el milagro se consumaba. El OAR ganaba por dieciséis goles de diferencia, los que necesitaba para convertirse en equipo de División de Honor Plata para la próxima temporada.
El último en llegar a las filas oaristas fue Ángel Iglesias. Coruñés y canterano del club, volvió para disputar la fase de ascenso en casa. “Cuando me llama el OAR esto es en lo que pienso. Es espectacular, mi familia aquí, mis mejores amigos, mi club de toda la vida, en el pabellón donde me he criado… Para mí esto es un sueño. Yo venía a echar una mano en lo que pudiese. Mis condiciones no eran las mejores por la temporada que estaba teniendo en Lanzarote, pero si te llama tu club de toda la vida es imposible decirle que no. Yo estaba dispuesto a venir hiciese lo que hiciese falta”, decía tras el encuentro.
Pepe Mora, autor de nueve goles en el partido y elegido como MVP (premio al que le quiso restar importancia al finalizar el encuentro), aseguraba que el equipo se había “vaciado”. “Creo que los únicos que creíamos éramos nosotros y los que estaban ahí arriba y lo hemos conseguido. En toda la temporada han estado con nosotros, pero nos han apoyado más que nunca. Cuando las piernas ya no podían, estaba animándonos de corazón y lo hemos conseguido gracias a ellos”.
Por su parte, el capitán oarista Diego Martínez, ha querido acordarse del que fuera entrenador del club, Pablo Aguirregabiria, fallecido en 2023: “Fe, confiar y decir que desde arriba, Pablo nos estuvo tirando como uno más y se hizo notar”. “Nosotros no lo veíamos complicado, seguíamos confiando en nuestro juego. Siempre hemos sido un equipo que en las segundas partes se crece y saca mucha distancia y confiábamos en que lo íbamos a sacar adelante con nuestra defensa. A la cuarta fue la vencida”, añadía.
“Estamos muy felices y contentos. Gracias a Dios se han dado las cosas y, sinceramente, nos lo merecemos. Es cierto que en el descanso todo apuntaba a cruz, pero por eso los partidos duran sesenta minutos. Tengo unos jugadores increíbles. Increíble la afición de OAR estos tres días, también va por ellos porque han sido el jugador número ocho”, afirmaba el entrenador Nando González.
Tras un verano de cambios y una fase regular espectacular, el OAR ha conseguido el objetivo que tanto tiempo llevaba persiguiendo. El equipo coruñés regresa al segundo escalón del balonmano nacional junto a La Roca y Sant Cugat, campeones de los otros dos grupos de la fase de ascenso.
El equipo coruñés empieza unas merecidas vacaciones, pero ya sabe que se encontrará la próxima temporada con otro equipo gallego en División de Honor Plata como es el Cisne pontevedrés, que logró la permanencia. No puede decir lo mismo el Novás de O Rosal, que consumó su descenso a Primera Nacional.