Loureiro, por fin en Riazor tras una larga espera
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Loureiro, por fin en Riazor tras una larga espera

Loureiro, por fin en Riazor tras una larga espera
Miguel Loureiro, durante el Teresa Herrera, debutará en partido oficial ante el Burgos | Foto: Quintana

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Se avecina un día especial para Miguel Loureiro. El lateral natural de Cerceda, que este verano firmó por el Deportivo, debutará de manera oficial en Riazor con la camiseta del primer equipo. Una oportunidad que obviamente le quedó demasiado lejos en su etapa como canterano deportivista, cuando en edad infantil una lesión lo apartó de los terrenos de juego durante dos años. A los 28 años, después de un largo camino por diferentes clubes, el fútbol le devuelve ahora la posibilidad de vestir de blanquiazul en el estadio que tantas veces había mirado desde fuera.


El estreno llegará después de que Loureiro completase un buen debut en Granada, en la primera jornada de Liga. El defensor fue titular en el Nuevo Los Cármenes, se mostró sólido en el lateral derecho y solo cometió un error en un duelo aéreo que acabó en una ocasión nazarí desbaratada por Germán Parreño. No obstante, ese asterisco fue corregido con concentración, contundencia e intensidad durante el resto del encuentro. Incluso, a partir del minuto 76, se adaptó a jugar como central en una línea de cuatro, una variante que ya había ensayado en su etapa en Lugo y Huesca, aunque donde tiene una amplia experiencia es como central diestro en una zaga de cinco. Antonio Hidalgo lo conoce bien, ya lo dirigió en Aragón, y en A Coruña vuelve a confiar en él como uno de los pilares de la defensa.

 

 


El regreso a casa no es un tópico en su caso. Loureiro nació en 1996 en A Abeleira, un pequeño lugar de la localidad de Cerceda, a poco más de 30 kilómetros de Riazor, y creció en una familia donde el fútbol siempre estuvo presente. Su padre, José Manuel, había jugado en el Bergantiños, el Órdenes y el propio Cerceda. “Desde pequeno era un pouco tolemia. Facía de todo. fútbol, atletismo, natación… E os meus pais fixeron moitos esforzos para que puidese desfrutar do fútbol”, recordaba en una entrevista el pasado curso a este diario.


Su primer contacto con el Deportivo llegó pronto. En edad infantil se unió a la cantera blanquiazul, pero apenas pudo participar. Sufría la enfermedad de Köhler, una osteocondrosis en el escafoides del pie, que lo mantuvo dos años sin poder competir con normalidad. “Estiven dous anos alí, pero podendo participar moi pouco”, explicaba. En ese tiempo aprendió a mirar el fútbol con otra perspectiva. “Só quería volver xogar no patio do colexio. Iso axudoume a tomar o fútbol doutra maneira, a desfrutalo en vez de vivilo como algo tan esixente”.


Esa etapa dejó una espina clavada. Mientras veía de cerca al primer equipo en Primera División, él no podía competir. Pasó un año sin equipo y fue el Bergantiños el que lo recuperó para el fútbol en cadetes. Desde entonces, la carrera de Loureiro fue de menos a más, marcada por su carácter competitivo y su capacidad para adaptarse a diferentes contextos.

 

 


Con solo 16 años debutó con el primer equipo del Bergantiños en Preferente. Sus actuaciones despertaron el interés de varios clubes importantes y finalmente recaló en la cantera del Celta, donde compaginó estudios y fútbol. El verdadero impulso llegó en el Pontevedra, bajo las órdenes de Luisito, el entrenador que más influyó en sus primeros pasos hacia la élite. Allí se consolidó como lateral derecho y despertó la atención del Córdoba, con el que debutó en Segunda División en 2017.


Aquel salto fue demasiado brusco. Tras dos temporadas en Andalucía, y un descenso, tocó rehacerse. El Andorra de Gerard Piqué le dio continuidad y en el Racing de Ferrol volvió a sentirse protagonista. Después, el Lugo y el Huesca lo consolidaron como un jugador fiable en la categoría. En el Anxo Carro aprendió a jugar como central en línea de cinco y en El Alcoraz se convirtió en un comodín de la defensa.

 

El regreso a casa

El fichaje por el Deportivo fue el siguiente paso natural, aunque no exento de dificultades. El traspaso desde el Huesca, en el que también tuvo que intervenir el Lugo por derechos previos, se prolongó durante semanas. “Foi complicado porque había que poñerse de acordo entre todos, pero o Huesca sabía perfectamente cal era a miña intención. O Dépor fixo un esforzo importante e eu tamén puxen todo pola miña banda para poder estar aquí”, explicó el jugador en su presentación.


Para Loureiro, jugar en el Deportivo no es un simple contrato más. “Creo que nunca cheguei a imaxinarme xogando no primeiro equipo. É algo que non me atrevía nin a soñar. Estou moi feliz de estar na casa e de vivir isto”, confesó. El defensa ha repetido que siente que se trata de una gran oportunidad y que, a sus 28 años, llega para aportar veteranía y agresividad: “O equipo necesita ese punto de carácter. Sempre foi algo que me saíu de forma natural: liderar co exemplo e poñer ese carácter e esa agresividade. É algo que teño que tratar de conseguir aquí e contaxiar esa enerxía aos compañeiros”.

 

 


En su primer partido oficial, en Granada, cumplió con nota. Salvo un error puntual en un duelo aéreo, Loureiro se mostró firme en el lateral y transmitió la intensidad que lo caracteriza. A partir del minuto 76, Hidalgo lo movió al centro de la defensa y también respondió. 


El domingo vivirá un estreno diferente. Ya jugó en Riazor en pretemporada contra el Le Havre, pero será la primera vez que lo haga en un partido oficial. Para alguien que vio alejarse esa opción desde su salida de la cantera blanquiazul y que ha jugado como visitante en dos ocasiones en Riazor, la cita tiene un valor añadido. 


La historia de Miguel Loureiro con el Deportivo es la de un regreso esperado durante años. Desde aquel niño que no pudo disfrutar de Abegondo, pasando por los viajes de su familia desde Cerceda para que pudiera jugar, hasta el profesional consolidado que hoy encara su madurez futbolística. Contra el Burgos, en Riazor, tendrá por fin la oportunidad de cerrar el círculo. 


“Es el club de mi ciudad y es especial. Siento que es volver a casa, la oportunidad de mi vida”, dijo antes de firmar. Ahora, con el escudo del Dépor en el pecho, llega la hora de agarrar con fuerza esa oportunidad. Y hacerlo en Riazor, delante de su gente, lo convierte en un debut aún más especial. 

Loureiro, por fin en Riazor tras una larga espera

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