Germán Parreño, el regreso más duro
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Germán Parreño, el regreso más duro

Germán Parreño, el regreso más duro
Germán Parreño, portero del Deportivo, durante el reciente encuentro en Riazor ante el Granada | Foto: Patricia G. Fraga

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De salir a hombros, cazando en el cielo de A Coruña con un brazo roto el balón que aseguraba un ascenso, a regresar un año después de aquel hito para recibir un bombardeo. Germán Parreño no tuvo el retorno deseado a la portería de Riazor, exactamente ocho meses después de la última vez que la pudo defender. Fue ante el Real Oviedo, en el que supuso su 47ª partido en la categoría.

 

El meta ilicitano estaba cerca de la mágica cifra de los 50 compromisos en la plata, pero nunca llegó a cumplirlos. Porque tras el debut liguero llegó Huesca. Y con la primera visita, otra derrota. Con los resultados y las debilidades exhibidas a balón parado exigiendo cambios, el momento de integración de Helton Leite –ya más a tono tras un par de semanas de trabajo en Abegondo– aconsejaba empezar por la portería. E Idiakez se atrevió a retirar al portero del ascenso para dar entrada al nuevo.

 

Leite entró, rindió y se ganó seguir. Con muchas más luces que sombras, el nivel del meta brasileño contribuyó en el colectivo en los momentos buenos y fue determinante en los no tan buenos. Precisamente esas garantías le permitieron hacerse dueño del arco deportivista durante 37 encuentros consecutivos. Ni el cambio de entrenador provocó una mínima incertidumbre a la hora de elegir quién se ponía los guantes cada fin de semana. Prácticamente una liga completa sin ofrecer ni siquiera un resquicio a Germán para colarse, que tuvo que esperar a que todo estuviese dicho para volver a verse de nuevo entre palos.

 

Pero esa tranquilidad relativa en cuanto a la clasificación no se trasladó al campo. Ante un rival que se jugaba muchísimo y con unos compañeros delante que no estaban con la máxima tensión competitiva del curso, Parreño estuvo exigido. Y su falta de partidos provocó el resto. Porque el cancerbero dejó alguna buena acción de portería con otras de escaso entendimiento con sus compañeros y dudas propias de quien todavía no ha recuperado las rutinas a la hora de abandonar la zona bajo palos. 

 

 

 


Medir las distancias fue su gran debe en el encuentro. Aunque tampoco logró evitar el gol en el tiro raso y cruzado de Rebbach en el 1-0 del Granada, se quedó a media salida y protagonizó un malentendido con Pablo Vázquez que dejó en bandeja el 2-0 a Giorgi Tsitaishvili.


Después de los dos goles llegaron las dos mejores acciones de Germán. Una buena intervención a un tiro del propio Tsitaishvili y un paradón tras un remate a bocajarro de Rebbach. En la primera mitad firmó tres paradas, dos de ellas de mérito, y en la segunda añadió una intervención más ante otro remate cercano, esta vez de Lucas Boyé.


Eso sí, tras el gol del Dépor que acortaba distancias, volvió a salir en la foto en el 1-3. Dudó en la salida tras un centro desde la banda izquierda desviado por Pablo Vázquez y permitió marcar a placer a Manu Trigueros. Otra muestra de que aún está lejos de recuperar automatismos y sensaciones.


Por otro lado, Germán estuvo dubitativo e impreciso con el balón en los pies en los primeros compases del encuentro. En la primera mitad, completó solamente un 68,7% de sus pases (11 de 16), mientras que tras el descanso mejoró para alcanzar un global de acierto del 75% (21 de 28). 


A pesar de su partido con luces y sombras, Óscar Gilsanz omitió los errores del arquero y elogió su reaparición bajo palos: “Tiene unas condiciones que valoramos. Era un momento para que mostrase lo buen portero que es y el buen trabajo que estuvo haciendo todo el año. Estuvo acertado en prácticamente todas las acciones que hizo con balón. Creo que tampoco hubo muchas acciones de paradas porque no hubo muchos tiros por dentro. Creo que estuvo muy bien”.

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