El Deportivo necesita que termine la temporada cuanto antes. Mayo se le está haciendo bola a un equipo que después del exigente año en lo emocional, lastrado además por los problemas físicos de las últimas semanas, amenaza con emborronar lo que debería ser un curso de regreso al fútbol profesional más que solvente. De momento ya emborrona un fin de semana de celebración por el 25 aniversario del título de Liga tras la derrota contra un Granada (2-3) que hizo lo justo para llevarse los tres puntos en el estreno de Pacheta.
En los partidos a estas alturas de temporada puede diferenciarse de forma nítida qué equipos se están jugando cosas y cuáles están deseando ya que lleguen las vacaciones. A veces, las menos, esa diferencia se traduce en un temblor de piernas que da ventaja a los que ya no tienen nada por lo que pelear, pero que acaban soltándose la melena. Otras, como sucedió este sábado en Riazor, ocurre lo habitual. Que el equipo con más tensión acaba llevándose el partido simplemente por aprovechar la falta de la misma en el contrario.
En el Deportivo-Granada se juntó además que la tercera pata del banco que compone un partido de fútbol, el colegiado, también estaba en modo competición. Es decir, criterio conservador y, en caso de duda, me complico lo justo. Solo así se explica que el murciano Sánchez López no quisiera ver nada en la jugada que empezó a decantar el encuentro. Mario Soriano dejó solo a Villares delante del portero y Carlos Neva, sin nada que hacer, agarró del brazo al capitán blanquiazul en una jugada que debería haber sido, como poco, penalti. Y como mucho penalti y expulsión. El colegiado, miembro de ese colectivo que pide respeto de los aficionados y ayuda a los jugadores para que no finjan y le faciliten el trabajo, decidió no querer ver nada tampoco a la segunda. Ni él ni un Gorostegui Fernández al que le pareció normal que Neva quisiese quedarse con la extremidad del mediocentro de Vilalba solo porque este no se tiró al suelo revolviéndose de dolor.
El caso es que en 20 segundos el balón voló de una orilla para que Rebbach hiciera el primero con un buen disparo cruzado ante el que nada pudo hacer el recién regresado a la portería Germán Parreño. Lo único que empeora la decisión arbitral en esta jugada es la deficiente transición deportivista protagonizada por Mfulu, que tiene esa extraña cualidad de estar siempre lejos de la jugada. Toda esta secuencia sacó al Dépor del partido, que no consiguió sentirse cómodo en ningún momento y acabó encajando a la media hora el segundo en una falta de entendimiento también muy propia de este tipo de encuentros. Balón largo con ventaja para Pablo Vázquez y Germán en el que Tsitaishvili fue el más listo.
Gilsanz fue el primero en pensar que ya había tenido bastante y realizó dos cambios en el descanso. Hugo Rama dio descanso a Mario Soriano y Patiño entró por un retratado Mfulu para formar pareja con Villares y darle a la apagada grada de Riazor algo con lo que motivarse. Funcionó a medias. El encuentro fue perdiendo ritmo con el paso de los minutos en los que apenas un disparo de Rama tras un lujo de Villares al que Mariño respondió de forma espectacular. No estuvo tan bien el portero gallego minutos después en una pifia que le dio vida al encuentro. Se vino arriba después de dejar con el molde a Eddahchouri en varios amagos de despeje. No contaba con que, quizá no en otras cosas, pero en ganas e intensidad, Barbero supera por bastantes cuerpos al neerlandés. El ‘9’ blanquiazul, recién entrado, le robó la cartera al meta e hizo el 2-1 que parecía encender la mecha de la remontada.
No duró mucho ese intento de reacción. En parte por la dejación de funciones de Petxarroman, que delega con demasiada frecuencia en sus compañeros la defensa del flanco derecho. A veces Villares, a veces Pablo Vázquez, pero siempre tiene que haber compañeros apagando sus incendios. Apenas un minuto después del tanto de Barbero, Trigueros contestaba con el tercer tanto a puerta vacía después de un centro en el que Parreño también pudo hacer bastante más.
Para entonces ya el ambiente en Riazor se había enrarecido de forma considerable. Ni la fiesta de las peñas elevó la asistencia al campo, que volvió a quedarse por debajo de los 20.000 espectadores. A eso se sumó la protesta de los Bules, que abandonaron el terreno de juego por la prohibición de pancartas, y lo que parte de la afición que se quedó en la grada entendió como momento para pasar facturas. Gran pitada a Cristian Herrera cuando se retiró del campo y cánticos contra Fernando Soriano e incluso alguno contra Massimo Benassi.
Una sensación de crispación que únicamente pudieron aplacar Escudero, con un zurdazo que hizo temblar la portería rival, y Yeremay. El canario entró en el tramo final y tuvo tiempo de forzar un penalti y poner a lo Panenka el 3-2 para templar los nervios. Lástima que apenas quedaba tiempo, solo para que Barbero volviera a perder los nervios y viera la roja por protestar, poniendo la guinda a una mala tarde en Riazor.
Deportivo 2-3 Granada |
Deportivo: Germán; Petxarroman, Pablo Vázquez, Jaime, Obrador (Escudero, m.62); Mfulu (Patiño, m.46), Villares; Diego Gómez (Yeremay, m.75), Mario Soriano (Hugo Rama, m.46), Herrera (Barbero, m.68); Eddahchouri.
Granada: Mariño; Rubén Sánchez (Hongla, m.70), Manu Lama, Loic Williams, Carlos Neva (Brau, m.79); Sergio Ruiz (Ricard, m.70), Manu Trigueros, Gonzalo Villar; Rebbach (Jozwiak, m.58), Tsitaishvili (Rodelas, m.79), Boyé.
Goles: 1-0, m.9: Rebbach. 2-0, m.28: Tsitaishvili. 1-2, m.71: Barbero. 1-3, m.73: Manu Trigueros. 2-3, m.90+1: Yeremay, de penalti.
Árbitro: Sánchez Lopez (C. murciano). Expulsó a Barbero (m.90+5) y amonestó a Ricard (m.89) y Jozwiak (m.90+4) en el Granada.
Incidencias: Partido de la 40ª jornada de Segunda División disputado en Riazor ante 18.688 espectadores. |