Un Deportivo sin despertador
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Un Deportivo sin despertador

Un Deportivo sin despertador
Varios jugadores del Deportivo se lamentan tras encajar un gol | QUINTANA

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El Dépor ya ve las vacaciones en el horizonte. Pero en estos últimos encuentros antes del período de asueto, se ha olvidado de ponerse el despertador. Y lo está pagando caro en forma de resultados.

 

El conjunto deportivista vive en un estado de calma que ha afectado a su juego. Con el objetivo de la permanencia conseguido de manera virtual mes y medio atrás y la tranquilidad matemática en el bolsillo desde principios de mayo, el cuadro herculino ha tratado de pelear por engancharse en la zona alta. Pero el equipo ha ido comprobando cómo su nivel actual no le ha dado para soñar y codearse con los mejores. Y sin objetivo a la vista, el ‘modo relax’ se ha instalado, en cierta manera, en el vestuario.

 

Las cifras de los últimos cuatro partidos no engañan. Los encuentros en Santander y Gijón, unidos a los duelos como local contra Albacete y Granada arrojan una clara conclusión: el Dépor no está jugando con la tensión competitiva adecuada para rendir ante contrarios que, en su mayoría, se estaban jugando muchas cosas.

 

En este sentido, especialmente significativos están siendo sus inicios de encuentro. El Deportivo no está saltando al césped lo suficientemente ‘metido’ en el choque, como demuestran los siete goles que ha encajado antes del descanso en este último mes de competición. 

 

En El Sardinero, el Dépor se fue al intermedio perdiendo por 2-0, un resultado idéntico al que tuvo que remontar dos semanas después en El Molinón. Racing de Santander y Sporting de Gijón, con muchas más urgencias en la cabeza, pasaron por encima por momentos al equipo deportivista. 

 

 

Algo similar sucedió el pasado sábado, con un Granada muy superior en Riazor durante los primeros 45 minutos. De nuevo al tiempo de asueto dos goles por debajo. Una cuesta demasiado empinada para remontarla. Y más cuando el premio que esperaba tras el teórico esfuerzo no era lo suficientemente jugoso.

 

Así, únicamente el choque contra el Albacete sobresale dentro de esta serie como el encuentro en el que el Dépor no ha encajado dos tantos en la primera mitad y tampoco llegó a ir por debajo en el electrónico. Enfrente estaba un rival que tampoco se jugaba nada, ofreció facilidades y enseñó un patrón de juego con rasgos similares a los del bloque blanquiazul. 

 

Aún así, pese a su estado de relajación, el ‘Alba’ logró endosarle un tanto a Helton Leite. Y pudieron ser más, pues el colegiado de VAR intervino para avisar al árbitro principal de un posible fuera de juego por interferencia. Finalmente, esa circunstancia acabó anulando otro tanto al equipo dirigido por Alberto González.

 

El tanto del Albacete, obra de Jaime en propia portería, llegó exactamente en el minuto 30, frontera de un tramo especialmente sangrante para el Dépor en este momento actual. Porque de los siete goles recibidos durante las primeras mitades de los últimos cuatro duelos, cinco (el 80%) llegaron en la primera media hora.

 

Medias horas malas

Concretamente, el Racing marcó a los ocho minutos; el Albacete, en el 30; el Sporting marcó su primera diana poco después del cuarto de hora y al Granada le dio tiempo a marcar dos tantos en Riazor antes de que se acabase el primer tercio de partido.

 

De este modo, únicamente en estos cuatro partidos, el Deportivo ha encajado casi los mismos tantos en las primeras partes que en los 24 partidos restantes con Óscar Gilsanz en el banquillo: fueron ocho.

 

Además, en esos 24 choques previos solo recibió dos dianas antes de la media hora. Ambas contra el Castellón. En Riazor le marcó a los siete minutos, en un encuentro que el equipo de A Coruña acabó remontando con un contundente 5-1. Por su parte, en Castalia, el cuadro ‘orellut’ anotó en el minuto 14, cuando el Dépor ya mandaba en el marcador gracias a una genialidad de Yeremay Hernández.

 

Además, estos goles no llegan de una manera casual. Son una consecuencia del juego, pues los rivales del Deportivo están siendo capaces de producir mucho en esas primeras mitades. Más allá de la cantidad, se trata de una cuestión de ‘calidad’ de las ocasiones, un elemento que se puede cuantificar a través de la métrica de goles esperados (expected goals o xG). Siempre según Wyscout, tanto Racing de Santander como Sporting y Granada lograron estar por encima del gol esperado en las primeras mitades. 

 

Concretamente, el Dépor promedia este curso 0,54 goles esperados en contra en sus primeras partes. Sin embargo, el Racing produjo 1,08 xG con cinco remates, el Sporting 1,10 con otros cinco disparos y el Granada, 1,37 con ocho lanzamientos. Más del doble de su media. Por su parte, el Albacete remató media docena de veces, pero en situaciones de mucha menor probabilidad de gol -menos peligrosas-, pues solo alcanzó los 0,34 goles esperados.

 

Un problema ‘renacido’

Las dificultades en los instantes iniciales de los partidos son una patología conocida para el Deportivo de esta temporada. Porque ese precisamente fue uno de los males que ayudó a acabar con el crédito de Imanol Idiakez al inicio del curso.

 

Durante la corta etapa de 12 partidos en Segunda División del preparador vasco al frente del Dépor, el equipo encajó 15 goles. Dentro de ese total, 10 llegaron en las primeras mitades y siete antes de que se superasen los primeros 20 minutos. 

 

Aquel Deportivo comenzaba perdiendo casi siempre. Se cargaba de demasiadas piedras una mochila a la espalda con la que era más difícil competir y alcanzar unos óptimos resultados. Y sin resultados, llegó el cese de Imanol.

 

La escuadra coruñesa tiene, por lo tanto, en esas primeras partes un punto de mejora evidente para impedir que el problema se cronifique en este sprint final de curso y empañe la buena nota global. Mucho puede tener que ver con la atención, como incluso llegó a dejar caer Sergio Escudero el pasado sábado, tras caer 2-3 ante el Granada: “El equipo está compitiendo. Es cierto que en las primeras partes nos está faltando concentración. Tenemos que intentar mejorar estas cosas para las últimas jornadas”. 

 

El lateral vallisoletano completaba esta reflexión añadiendo que “hay que acabar la temporada de la mejor manera posible” porque el equipo “no” se puede “dejar ir”. 

 

Fue una nueva muestra de un discurso que sale de manera constante desde el vestuario, quizá más como una especie de mantra para tratar de autoconvencerse y exprimir las últimas gotas de rendimiento en este final de temporada sin apenas alicientes desde el punto de vista clasificatorio. El primer paso es volver a encender el  despertador para mejorar esa entrada en los partidos y evitar tener que remar siempre a contracorriente. 

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