La segunda incorporación invernal del Dépor no ha tardado en llegar. Después del delantero neerlandés de origen marroquí, aterriza en Riazor un centrocampista franco-australiano. Son buenas las referencias de Denis Genreau, volante de buen pie y escaso físico a la par que protagonista de una curiosa historia de vida. Nada más venir a este mundo en París, sus padres emigraron a Australia, atrapados por la nostalgia de su luna de miel en el otro extremo del planeta. Genreau se hizo futbolista en la tierra del australian rules (fútbol australiano) y desde hace menos de un lustro se gana las habichuelas en su país natal, después de una infructuosa primera experiencia europea en los Países Bajos. Otro exótico fichaje, como era sencillo de vaticinar ante la dificultad de encontrar saldos en el mercado nacional y en plena era de la captación, del scouting, a través del big data y de la inteligencia artificial.

Ya solo queda uno, el lateral, izquierdo preferentemente después de la mala noticia de la baja indefinida de Sergio Escudero. Una pena perder a un jugador de su experiencia y de su tacto con la zurda, como bien dicen sus tres asistencias en solo diez apariciones ligueras. La posible ausencia de Rafa Obrador en Eibar obligaría a Óscar Gilsanz a mover de nuevo a Ximo Navarro, como en Tenerife, al costado izquierdo. Porque ha quedado claro que en el Fabril no hay dónde rascar. Ni siquiera el extécnico del filial cuenta con el titular Iker Vidal, con Óscar Marotías —central zurdo que ya jugó en la banda en pretemporada— o con el juvenil Hugo Torres.