Ambra Gjegji, un hat-trick en Riazor para celebrar su segunda vida
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Ambra Gjegji, un hat-trick en Riazor para celebrar su segunda vida

La jugadora del Victoria está en situación de semilibertad y sueña con volver a ser profesional - Ganó Ligas, jugó la Champions y fue internacional con Albania
Ambra Gjegji, un hat-trick en Riazor para celebrar su segunda vida
Ambra Gjegji posa en el Paseo Marítimo | JAVIER ALBORÉS

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Ambra Gjegji (Ulëz Burrel, Albania, 1997) cometió un error, como ella misma reconoce, pero ya no ve la vida de color negro. La suya es la historia de una futbolista profesional a la que le iba bien en lo deportivo y económico, pero que en un viaje por Europa acabó detenida en A Coruña y posteriormente condenada a prisión por tráfico de drogas. Ahí se paró su mundo, pero tres años después, y ya en situación de semilibertad, el balón le sigue dando alegrías. Acaba de marcar un hat-trick con el Victoria B en la final de la Copa de A Coruña, ni más ni menos que en Riazor. Fue en un duelo de un nivel muy inferior a aquellos partidos de Champions que jugaba no hace tanto, pero es la mejor metáfora de un horizonte que, por fin, comienza a tener color esperanza.


Tras el desconcierto inicial que supuso su detención, debió pasar momentos malos en Teixeiro, pero poco a poco fue admitiendo la situación. “Ahora lo veo de otra manera. Fue un error que tuve y ya lo pagué con mi tiempo ahí privada de libertad”, explica.


Su testimonio muestra que hubo un click cuando se dio cuenta de que podía aceptar la mala decisión y aprovechar el tiempo a su favor. “Estar dentro me ayudó mucho a fortalecerme mentalmente, me hizo entender que tengo que cuidar cuando doy un paso, de quien tengo que fiarme o con quien tengo que hablar. Tomé una mala decisión un poco por impulso, no por otra cosa. No lo necesitaba, porque a mí la vida me iba muy bien, sobre todo por el tema del fútbol. Terminé mal, pero volví a creer otra vez. Volví a creer en las segundas oportunidades. A mí me gustaría que me la dieran, porque yo soy una persona que las da”, reflexiona la delantera.


Una de las claves, cómo no, fue el fútbol. De la mano de Pili Neira en la labor de entrenadora y con la ayuda de José Ángel Vázquez, director del centro penitenciario, consiguieron que pasara de entrenar con los presos a obtener una licencia federativa que le permitiera también competir en una Liga masculina de fútbol sala. Fue la primera mujer en hacerlo en territorio gallego.


“Al ver que sabía jugar al fútbol, el centro me apoyó muchísimo. Fueron un apoyo muy grande para mí. Y de ahí vino la oportunidad actual con el Victoria, pues cuando Pili se enteró de que estaba cerca de salir en semilibertad hizo las gestiones con ellas. No fue posible con el primer equipo porque ya no estaba a tiempo de hacer la ficha, pero sí con el B”, valora. Ahí aún no sabía que había un torneo, la Copa de A Coruña, que le iba a permitir jugar en un estadio como Riazor.


Le costó sentirse cómoda sobre el césped tanto tiempo después, pero no tardaron en llegar las buenas sensaciones. “Al principio pensaba, ‘¿yo qué hago aquí?’. Me encontraba mal, la verdad, era como si no supiera dar un pase, como si se me hubiera olvidado jugar, pero era cosa de las emociones acumuladas. Al acabar el entrenamiento... ¡Qué bien! Y con dos o tres ya había vuelto a ser yo”, narra Ambra.


Disputó una serie de partidos —ya había marcado en Copa y terminó como máxima goleadora— y llegó la cita de Riazor. “Al acabar el lunes la entrenadora (Isa Vázquez) nos preguntó si estábamos nerviosas. Nadie levantó la mano, así que yo sí, porque la verdad es que tenía las sensaciones de cuando jugaba partidos importantes”, reconoce.


Con lo que no contaba era con tres goles en poco más de media hora. “Pensaba en tratar de meter uno. Me vino a ver mucha gente y sentía que tenía que darlo todo, pero todo vino a partir del primer gol. No sé ni como lo hice —un gran disparo desde fuera del área— y tras él me solté. Los otros ya vinieron, pero claro, sin la ayuda del equipo no lo podría haber hecho”, apunta.

 

 

 

Gol ambra
Las compañeras  festejan con ella uno de sus tres goles en la final de la Copa de A Coruña del pasado martes  | JAVIER ALBORÉS

 

Trayectoria: Albania y Kosovo

El Victoria B-Pastoriza del pasado martes fue el último partido de Ambra, que comenzó rompiendo barreras en Albania. “En mi país no estaba bien visto que una niña jugara al fútbol con chicos, por lo que cuando lo hacía era a escondidas y luego ni me cambiaba para quitarme el sudor ni nada. Y por ello estaba siempre enferma”, comenta entre risas.


“Una vez me pilló mi padre y me dio una bofetada, pero le dije ‘papá, es que a mí me gusta jugar al fútbol’. Como nunca me había visto así, llorando, eso le tocó un poco y accedió a que jugara, pero solo los fines de semana. Lo seguí haciendo más días, pero desde que empecé con partidos mi padre ya se convirtió en fan”, se congratula.


Poco después dejó su pueblo para ir a Tirana, la capital, en busca de mejores oportunidades académicas (más adelante estudiaría para ser profesora de Educación Física), y ahí comenzó su camino hacia la Champions. Tras empezar en un equipo de la zona baja, firmó por el Vllaznia, donde ganó las cuatro Ligas y cuatro Copas que disputó. Ese mismo tiempo estuvo en el Mitrovica, un equipo muy dominador en Kosovo, país en el que más disfrutó del fútbol. Como premio, una clasificación tras otra para la UEFA Women’s Champions League y convocatorias con la selección albanesa absoluta. “Quizá el estadio más grande en el que jugué fue el del Wolfsburgo, pero también fuimos a Montenegro, Bulgaria, etc. Y con la selección, fuimos por ejemplo a Portugal, Austria, Francia, Rumanía, Grecia, Montenegro, Italia...”, detalla según va haciendo memoria.

 

Imagen editada
La delantera celebra un título con el Mitrovica kosovar | CEDIDA

 

Así imagina el futuro

En 2022 se frenó una trayectoria que la tenía entre las mejores jugadoras de su país, pero de la mano del Victoria CF ha podido volver a disfrutar de lo que más le gusta. ¿Y ahora qué? Mientras espera al permiso para poder trabajar, siente que en el CIS de A Coruña en el que permanece está recibiendo un gran apoyo. “Tengo gente detrás mía, así que, ‘¿por qué dejar pasar esta oportunidad’? Ahora me toca a mí devolverles ese apoyo y confianza que me han dado este tiempo”. 

 

Esa oportunidad pasa por A Coruña, donde quiere empezar a trabajar en cuanto tenga los papeles en regla y donde se quiere quedar una vez cumpla su condena. “Si volviera a mi país sentiría que es como empezar de cero otra vez, donde lo dejé y con todas las injusticias que hay, pero aquí creo que ya estoy recorriendo el camino”, apunta Ambra, que ya ha recibido la visita de su padre y que en septiembre espera ver, mucho tiempo después, al resto de su familia. 


Y en lo futbolístico, su futuro parece pasar por el primer equipo del Victoria, en Tercera RFEF, donde ya ha hecho buenas migas en los entrenamientos. Eso sí, habría una llamada que no podría rechazar y que tiene que ver con el amor por el fútbol que ha palpado en la ciudad y con su deseo de regresar, próximamente, al profesionalismo. “A ver... tengo el corazón un poco abierto para el Dépor. He visto sus partidos y creo que encajaría muy bien ahí. He tenido una pausa, pero creo que con una buena preparación física podría dar ese nivel”, asegura.


Es la historia de Ambra Gjegji, la internacional albanesa que terminó en A Coruña y espera con ansias su segunda oportunidad. En el fútbol, pero también en la vida: "Si echo la vista atrás y miro las cosas que he perdido, no vale la pena. He perdido tiempo, he tenido a la familia lejos, el tema del fútbol, etc. Entré con 25 años y ahora tengo 28 y es un poco jodido. Podría estar triunfando en muchísimas cosas, pero bueno, al menos puedo decir que triunfé en la vida, que maduré y me fortalecí".

Ambra Gjegji, un hat-trick en Riazor para celebrar su segunda vida

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