“La vida sigue después del baloncesto” expone convencido Sergio Olmos, expívot entre otros equipos del Básquet Coruña y asentado en la ciudad herculina junto a su mujer, la también exbaloncestista y multimedallista internacional Claudia Calvelo.
“Los tres años que estuve en Coruña me noté muy cómodo e hice amigos. Muchos de los que estábamos en ese equipo nos quedamos aquí. En el caso de Zyle, Ángel Hernández y Joan Creus sus parejas son coruñesas. Coruña te atrapa”, reconoce.
Dejó el baloncesto en 2020 y recuerda su retirada como un proceso natural y en el que supo buscar su oportunidad. “En Granada tuve una lesión un poco extraña y dolorosa en la espalda y me hizo pensar. Es verdad que a partir de los 30 o a veces incluso antes a todos los jugadores se nos pasa por la cabeza (la retirada). Después de un mal partido o de una mala racha piensas ‘el año que viene lo dejo’, pero luego sigues jugando. En mi caso llegó la lesión y había terminado una carrera y un máster. En cuanto a nivel de formación estaba listo”, rememora.
La oportunidad se dio y Sergio no se lo pensó dos veces. “Mandé algunos currículums para ver lo que había ahí fuera en el mundo laboral y por si no me recuperaba de mi lesión. Tuve la suerte de que pasé un proceso de selección y me cogieron para un puesto en un centro de investigación de Barcelona. Pensé que era una buena oportunidad, la época de jugador de baloncesto había sido bonita pero pasaba un tren, era el momento de cambiar de etapa y creo que acerté”, aclara.
Hasta que dijo adiós a las canchas Olmos fue capaz de compaginar deporte y estudios, aunando disciplina y esfuerzo. Cursó Matemáticas en Estados Unidos y de forma online Estadística y Economía, un doble grado. Además de un Máster en Informática y Bioestadística. Entre partidos y entrenamientos sacaba tiempo para coger los apuntes e hincar los codos.
“Mis momentos más productivos eran los viajes en autobús, de regreso de un partido. Hemos ido a sitios como Lleida, que eran ocho horas y después de un encuentro era una buena forma de no comerte la cabeza. Mientras muchos estaba durmiendo yo estaba con las lucecitas de mi ordenador encendidas. Es cierto que necesitas disciplina, porque hay épocas en las que es difícil sacar tiempo y se requiere esfuerzo, pero se puede”, admite. Trabaja en Sanofi, una empresa farmacéutica en la que estudian y diseñan los modelos de los ensayos clínicos para hacerlos más eficientes y es feliz: “Tengo compañeros que lo han pasado peor. Tienes tus miedos cuando sales, porque tienes treinta y pico y aunque estés formado, te lanzas al mercado laboral sin experiencia. En mi caso tuve suerte”.
Recuerda con cariño el baloncesto, pero lo sigue “como puro aficionado”. “Soy abonado del Leyma Coruña, voy a ver partidos con Zyle y también sigo mucho la Euroliga. Después de tantos años con los fines de semana ocupados y en los que tenías que tener total disponibilidad se agradece ahora poder planificar viajes", afirma. Solo echa de menos del baloncesto “la competitividad”. “En una oficina no puedes competir de esa forma, no puedes pegar codazos”, comenta entre risas.
Un 2,13 de Elda |
Sergio Olmos (Elda, Alicante, 1986) fue internacional sub-18 y sub-20 con España. Este pívot de 2,13 comenzó su andadura en el CB Elda y de ahí cruzó el charco para competir en Estados Unidos. Allí completó su ciclo universitario de cuatro años en la Atlantic Coast Conference de la NCAA. En Primera FEB, la antigua LEB Oro pasó, entre otros, por la UB Palma, Valencia Basket, Burgos y el Básquet Coruña. Estuvo tres cursos con la escuadra naranja y vivió el frustrado ascenso de la campaña 2015-16, en aquellas derrotas en el cuarto y quinto partido de semifinales ante Melilla. De 2018-2020 estuvo en las filas del Baloncesto Granada, último club antes de su adiós a las canchas.
|