Leyma Coruña: adaptarse o sufrir en el intento
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Leyma Coruña: adaptarse o sufrir en el intento

Leyma Coruña: adaptarse o sufrir en el intento
Paul Jorgensen (con el balón) y Caio Pacheco (detrás) son dos de los ocho jugadores nacidos fuera de España fichados este verano por el Básquet Coruña | FEB

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Dentro de la ONU en que se ha convertido el deporte profesional (no solo en España), especialmente el fútbol y el baloncesto, el Básquet Coruña se ajusta a la tendencia de tener muchos menos jugadores nacionales que jugadores nacidos fuera de nuestras fronteras.


Si la temporada pasada Diego Epifanio manejó una plantilla inicial de 12 mimbres y 10 naciones natales diferentes, en la que está en fase de preparación Carles Marco dispone de jugadores nacidos en siete países distintos. España está representada por el madrileño Jacobo Díaz y los catalanes Dídac Cuevas y Guillem Jou. El cuarto a efectos federativos, Ilimane Diop, es natural de Senegal (al igual que Abdou Thiam, quien conserva la nacionalidad). Curiosamente, el pívot de Dakar es el único de los cuatro que ha jugado con la selección española absoluta. 


Entre las nacionalidades hay dos nuevas en la historia de la entidad herculina, la angoleña de Macachi Braz –y no Braz Macachi, como lo presentó el club– y la montenegrina de Danilo Brnovic, quien posee la condición de Jugador de Formación Local (JFL) al completar parte de su crianza en Canarias.


Además, por primera vez en cuatro campañas, el Leyma Coruña cuenta con dos jugadores con condición de foráneos de la misma procedencia, los estadounidenses Joe Cremo y Paul Jorgensen. Los predecesores fueron, en la 2021-22, sus compatriotas Zach Monaghan y Nick Ward.


En el roster de debut en la ACB había elementos nacidos en 10 países, con Alex Hernández y Aleix Font como únicos nativos españoles y Gus Lima como nacionalizado y Beqa Burjanadze y Atoumane Diagne también con la preciada etiqueta de JFL.


La temporada del histórico ascenso a la máxima categoría nacional Epi tuvo a sus órdenes a jugadores de nueve naciones natales distintas, ocho de los cuales repitieron en la ACB. Aunque en ese plantel había cuatro made in Spain: Alex Hernández, Aleix Font, Alex Galán y Pablo Hernández.

 

Ocho españoles

La menor cantidad de nacionalidades distintas desde que el Básquet Coruña regresó a la segunda división, entonces LEB Oro, son las tres de ese curso 2012-13, también el de más jugadores nacidos en territorio patrio, ocho. Una cifra impensable en el baloncesto actual. Sergio Alonso, Pablo Almazán, Raúl Lázaro, Xavi López, Javi Román, Marcos Suka-Umu, Asier Zengotitabengoa y Ángel Hernández, quien partía como miembro del filial pero acabó jugando únicamente a las órdenes de Antonio Herrera. A ellos se uniría Edu Hernández-Sonseca, sustituto del cortado Matt Rogers, uno de los dos estadounidenses en nómina.


En la 2020-21, se dio una circunstancia peculiar: el Leyma inició la campaña con solo dos españoles, Gaizka Maiza y Javi Vega, y tres lituanos, Augustas Peciukevicius, Rolandas Jakstas y Osvaldas Matulionis. Y la acabó con cuatro, al incorporarse en diciembre Gediminas Zyle, lesionado de gravedad unos meses antes. A día de hoy únicamente hay dos inscritos en Primera FEB, el propio Matulionis (Palma Bàsquet) y Jonas Paukste (CB Zamora).
 

Las otras tres veces, desde la 2011-12, que el Básquet Coruña empezó una temporada con más de dos foráneos nacidos en el mismo país fueron la 2018-19, la 2019-20 y la 2013-14. En todos los casos con tridentes estadounidenses.


En la primera de ellas, Ogirri, Omondi Amoke y Jason Cain. El escolta también con nacionalidad dominicana y Amoke, con keniana. En la 2018-19, Zach Monaghan, Quinton Stephens y Ty Sabin, los tres con únicamente pasaporte de su tierra natal. En la abortada por la pandemia de Covid-19, Perris Blackwell, Anthony Green y Mike Di Nunno. Este último, también con visado italiano, se lesionó de gravedad en la segunda jornada y ya no volvió a vestir la naranja.


Adaptarse o sufrir. Los jugadores nacionales ya no dan para tirar del carro en un baloncesto sin fronteras. Sign of the times, denunciaba Prince. Por cierto, gran aficionado al deporte de la canasta. En ese hit no cantó al deporte que solía practicar en su mansión de su Minneapolis natal, sino a un puñado de cosas–básicamente de cariz social– que no están bien y sin embargo se aceptan como algo mundano. Casi, casi. 

Leyma Coruña: adaptarse o sufrir en el intento

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