Yeremay repite la fantasía exhibida en Majadahonda
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Yeremay repite la fantasía exhibida en Majadahonda

Yeremay repite la fantasía exhibida en Majadahonda
Momento del lanzamiento del penalti de Yeremay, que supuso el 2-0 con una acción de sangre fría | Foto: Javier Alborés

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Yeremay acumula un buen puñado de partidos memorables con la camiseta del Deportivo y contra el Albacete sumó otro capítulo digno de recuerdo, que evocó inevitablemente otra actuación suya aún fresca en la memoria blanquiazul: la que firmó el 23 de marzo de 2024 en el Cerro del Espino ante el Rayo Majadahonda (0-2), donde hizo lo que quiso y rubricó un doblete muy similar al conseguido frente al Albacete. En ambos casos, un golazo individual con la zurda coronado por un penalti ejecutado con sangre fría. Invertido el orden, pero con la misma sensación: Yeremay sigue creciendo, evolucionando, sin traicionar esa esencia distinta que le hace especial.


Su primer tanto frente al Albacete entra en el selecto club de sus mejores goles en el Dépor. Y ya es decir, ya que su repertorio es variado y cada vez más abundante: catorce dianas en este curso y 22 desde que dio el salto al primer equipo. La jugada del 1-0 fue de museo: recibió cerca del círculo central, sorteó a Pacheco con facilidad, amagó con abrir el balón a banda pero optó por seguir, le coló un caño a Morcillo, volvió sobre sí mismo para dejarlo pasar otra vez de largo, fijó nuevamente a Pacheco, se acomodó la pelota a su izquierda y, desde fuera del área, soltó un misil que solo pudo rozar Raúl Lizoain antes de que el balón golpeara el larguero y besara la red. Un golazo, que activó en muchos la memoria de aquel inolvidable 0-2 en El Cerro del Espino.


En aquel encuentro, luciendo la camiseta amarilla en homenaje a Brasil, Yeremay ya se había puesto en modo ‘canarinha’ tras marcar un penalti a lo Panenka, emulando a Djalminha. Tras el descanso, prolongó su festival. Cruzó todo el frente de ataque, como en el 1-0 de ayer en Riazor, se apoyó en una pared con Barbero, se deshizo de Ceballos en la frontal con un giro sobre sí mismo, sentó a Kike Hermoso con un sutil amago y definió con la zurda, aquella vez con más sutileza que potencia. Las caras de asombro de sus compañeros lo decían todo. Esta vez, ante el Albacete, ya nadie alucinó tanto. El vestuario ya está acostumbrado a convivir con un Yeremay disfrutón.

 

 


Y aún quedaba la muestra de sangre fría desde los once metros, que redondeó su actuación y calcó la imagen de hace poco más de un año. Esta vez no lanzó a lo Panenka, pero derrochó descaro con una carrerita lenta, casi andando, un pequeño saltito antes del contacto para leer el movimiento de Lizoain y un suave toque con el interior del pie derecho, enviando el balón al lado contrario del portero. 


La trayectoria del balón había sido distinta en el Cerro del Espino, pero la pachorra fue la misma. Aquella había sido su primera pena máxima con el Dépor y eligió tirarla a lo Panenka en un momento delicado, con 0-0. Una decisión que resume a la perfección el desparpajo que rezuma el canario.


Además, en El Cerro del Espino se echó al equipo a la espalda en un partido en el que el Deportivo no podía contar ni con Lucas Pérez ni con Mella. Y frente al Albacete volvió a asumir los galones de líder ofensivo, de nuevo sin Mella –y con Lucas fuera del club desde enero–, aunque en un contexto de exigencia radicalmente distinto. Incluso se permitió desperdiciar una ocasión clarísima por exceso de fantasía. Pero todo ello sirvió para mantener vivo el símil con aquel duelo frente al Rayo Majadahonda: doblete compuesto por penalti ejecutado con pausa y jugadón individual digno de enmarcar.


Dentro del vestuario, sus compañeros y su entrenador resumen con claridad lo que el ‘10’ significa para el equipo. Jaime lo dice sin rodeos. “Yeremay no me sorprende, lo veo todos los días. Es de otra categoría, es buenísimo”. Álex Petxarroman apunta en la misma línea: “Ya no sorprende. Es un jugador diferencial, lo hace todo muy fácil”. Y el técnico Óscar Gilsanz señala lo que marca la diferencia en su evolución: “Siempre fue un jugador que marcaba diferencias. Ha madurado mucho, ha crecido mucho, pero en este futbolista reconocemos al futbolista que siempre trató de ser. La clave es no dejar nunca de trabajar, de crecer, no conformarse con lo que tiene. Yeremay va por ese camino, seguro que todavía tiene una mejor versión de su mejor versión actual, que ya es muy buena”. 

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