En el deporte, como en la vida, siempre va a llegar alguien que te dirá que tu trabajo es muy mejorable. O que directamente no le gusta. También hay quien te pide más de lo que das porque cree que tienes condiciones para ofrecerlo. Y lo normal es que también te topes con gente que resuelve las cosas tan bien o mejor de como tú crees que lo haces. Además, en un entorno hipercompetitivo como el fútbol la competencia es seña de identidad. Hay que vivir con ello y asimilar los vaivenes. Este fin de semana comienza la Liga y parece bastante probable que David Mella lo haga desde el banquillo. No es una cuestión menor: se trata de uno de los principales activos del club, no sólo una bandera de su cantera sino un excelente futbolista que en su primer año senior fue uno de los jugadores más destacados no solo del equipo sino de toda la Segunda División.
La pelota no tiene memoria, pero aquí estamos para ayudarle: Mella acabó lesionado una temporada que enlazó casi sin solución de continuidad respecto a la anterior porque le reclutó la selección para vestirlo de rojo en el Europeo sub19. Su suplente en ese campeonato, Jesús Fernández, se instaló durante los últimos meses en el Betis y acaba de salir traspasado al Como, que ya sabemos que buscaba extremos en España, por 22 millones de euros.
Este verano Mella entró en la pretemporada después de un largo parón y se ha intenta deslizar que, centelleante como es, ha regresado con una versión diésel que intenta llevar todavía al máximo de revoluciones. No estoy en los entrenamientos en la ciudad deportiva de Abegondo para verlo, pero sobre lo que sí existen evidencias es sobre su rendimiento y potencial, que es el de un deportivista que de blanquiazul puede crecer y hacer crecer.
Mella es una joya, pero puede irse al banquillo y ahí se le abre un escenario que le exigirá mostrar una capacidad que hasta ahora no se le había apenas testado, la de la superación. Se supone que ha llegado un compañero que eleva el nivel de la competencia del año pasado y le discute la titularidad. Además el entrenador parece que le va a pedir soluciones y esfuerzos diferentes a aquellos con los que ha logrado asentarse en el equipo, pero mal haría que ese cóctel le llevase a afligirse y no apretar los dientes, entender y demostrar que el talento sin trabajo no sirve para asentarse en la élite, exprimir los minutos con la mentalidad propia de un meritorio y demostrar, en definitiva y una vez más, que es uno de los futbolistas diferenciales no sólo de la plantilla sino de la categoría.
Porque en el fútbol profesional, en la vida, en efecto siempre habrá alguien que te diga que no vales y que el vecino es mejor, pero también otros que anhelen tu sitio. Resta, en todo caso, la opción de exprimirse y demostrar de lo que uno es capaz. En realidad ese paso siempre debe darse en los entornos de máxima exigencia como es en el que trata de abrirse paso Mella. Y si tiene alguna duda puede preguntarle a otro zurdo emblema del Deportivo al que le trajeron futbolistas de medio mundo y del más alto nivel para jugar en su puesto. A todos, siempre que estuvo disponible, los dejó en el banquillo. Mella no es Fran ni lo va a ser, pero sí tiene ahí un espejo de ambición, laboriosidad y competitividad en el que mirarse.