Vuelve la rueda del fútbol a girar una temporada más, la octava desde que el Deportivo se despidió de la máxima categoría del fútbol español. Tan sólo en el tramo inicial del campeonato, desde 1928 hasta el primer ascenso en 1941 y en la longa noite que transcurrió entre 1973 y 1991 había estado tanto tiempo el club sin alternar entre los grandes. Nadie lo quiere verbalizar en voz muy alta, pero tampoco es el momento de ocultarse: una entidad que mueve lo que mueve el Deportivo debe mirar hacia lo más alto en esta campaña que comienza y en la que el verano ha servido para observar una nítida apuesta por mejorar el nivel del equipo.
Atrás queda un mes de trabajo para construir un combo con mayores recursos que los que evidenció el curso pasado, cuando no disponía de herramientas para escalar más allá de salvarse de la quema. Ahora hay mejores mimbres y un entrenador que esboza una idea de juego audaz que plantea ir a por el rival y gobernar los partidos desde la ambición y no desde la espera.
Pero nada está escrito en el fútbol, que suele dar revolcones. Ya lo decía Arsenio: “La cachetada siempre está a la vuelta de la esquina”. Por eso la ilusión debe matizarse, la competición te pone en tu sitio y no siempre es el que esperas.
Granada es la primera estación y así de primeras no parece cómoda, tanto por las condiciones que allí se vivirán, con un calor sofocante y un césped en un estado mejorable, como por la heráldica del rival, aunque en algunos aspectos esté hecho unos zorros. No es el único en una categoría en la que no pocos equipos tienen problemas para cumplir con los rigores que marca la patronal del fútbol para inscribir a los jugadores que incorporan. Ahí luce el Deportivo fortalecido, apenas perturbado por cantos de sirena, rumores que en unos casos son interesados y en otros pueden ser antesalas de noticias. Con el mercado abierto empieza la Liga, a la espera de delanteros que completen la plantilla, pero también con la sensación de que Eddahchouri llega bien afinado ante la portería como punta de lanza de un plantel que llega al estreno sin apenas ausencias: la única baja es la de José Ángel, aunque Ximo Navarro está entre algodones tras perderse los siete partidos de pretemporada.
Así las cosas tampoco resulta complicado apuntar a un once. Lo esbozó Antonio Hidalgo en el Teresa Herrera y por ahí pueden ir los tiros, quizás con la única duda entre Noubi y Comas en la zaga. Todo apunta a que Mella saldrá desde el banquillo y Luismi Cruz ocupará la banda derecha. Pero el técnico ya advierte que, en la primera jornada y con el calor que se aguarda en Granada, será importante gestionar los cinco cambios. Y ahí deberá de lucir el Deportivo ese fondo de armario que ha completado en el periodo estival.
Enfrente estará un Granada que asume las dificultades propias del segundo año consecutivo en la categoría, recortes salariales, traspasos obligados y salidas no deseadas. Bien lo sabe el Deportivo, que se fue a la C en una de esas. También hay cantos de sirena en Granada por sus piezas más cotizadas, como Lucas Boyé, que por lesión se pierde el inicio del campeonato. Igualmente se lo pierden el lateral Casadesús y el centrocampista Pedro Alemañ, tres piezas que hubiesen estado en el once de Pacheta. “Necesitamos tiempo”, se disculpa Sergio Ruiz, uno de los capitanes, tras una pretemporada sin victorias.
El Dépor debe explotar esas dudas para propulsarse en una campaña que nace con ilusión, pero en la que siempre, siempre, acecha la cachetada.