Ni su físico se parece al del búlgaro, ni su fútbol tiene demasiado que ver con el del Balón de Oro de 1994. Pero pocos apodos en el mundo del fútbol han enraizado más que el de Stoichkov para referirse a Juan Diego Molina Martínez. El gaditano forjó su balompié en el Campo de Gibraltar, en el CD San Roque de su localidad natal, desde donde fue captado por el Espanyol.
En aquellos primeros años de la década pasada, Juan Diego tuvo que ‘esconder’ su sobrenombre por exigencias del guion. Era casi una desfachatez que un periquito como él se diese a conocer con un nombre en homenaje al ídolo del histórico enemigo y también del padre de la criatura. Fue precisamente el progenitor de Juan Diego el impulsor del apelativo, en una promesa a fuego que firmó en persona con el mismísimo Hristo cuando este, de casualidad, entró en el bar que Molina regentaba en Barcelona a principios de los 90.
“Llamaré a mi hijo como tú”. Estas u otras palabras muy similares debieron de ser las que pronunció el futuro padre de Juan Diego. Luego llegó el momento de la verdad y con él, la oposición de su mujer y madre de la criatura, que no cedió resquicio alguno para el guiño en el DNI al que pocos después del nacimiento del chaval —en noviembre de 1993— ganaría el citado Balón de Oro.
Pese a la ausencia de oficialidad, el patriarca no cedió en el empeño y consiguió que la gran mayoría de personas conociesen a su hijo como Stoichkov. La excepción llegó durante esa etapa en el Espanyol, que culminó sin posibilidad de saltar a Primera División, su sueño desde niño. No le llegó ahí la oportunidad, pero sí justo hace un año, cuando a punto de cumplir los 31, saltó al césped de Balaídos con la camiseta del Alavés.
Entre aquella salida del Espanyol y el esperado debut pasaron más de diez años en los, como tantos otros chavales que pasan por grandes canteras, el de San Roque debió hacer multitud de maletas y probar suerte en busca de oportunidades para labrarse una carrera dando patadas al balón.
Cacereño, San Roque, Europa FC de Gibraltar y Balompédica Linense. Pasos continuos y cambios constantes con el denominador común del sur hasta que en la última de sus dos temporadas y media en La Línea de la Concepción terminó de llamar la atención de un Real Club Deportivo Mallorca que buscaba reforzarse para su regreso a Segunda División tras pasar un año penando por Segunda B.
El club bermellón reclutó a Stoichkov y le dio la oportunidad de debutar en el fútbol profesional. Era la temporada 2018-19 y el curso acabó de la mejor manera posible a nivel colectivo: con el ascenso a la máxima categoría.
Fue en la recordada eliminatoria en A Coruña en la que el Mallorca remontó el 2-0 de Riazor en la isla. El sanroqueño no jugó ni el duelo a orillas del Atlántico ni en el estadio insular, en lo que fue la culminación de una tendencia negativa que le obligó a buscarse una salida en aquel verano del 2019.
A Juan Diego se le escapaba otra vez el tren de Primera División. Pero a punto de cumplir los 26, entendió que esa ilusión de disputar ‘La Liga de las Estrellas’ pasaba por hacerse un nombre de verdad en la categoría de plata.
El atacante se fue cedido a Alcorcón y allí convirtió sus domingos en santos. Con 16 goles consiguió precisamente lo que buscaba. Era su momento, aunque debió volver a reivindicarse en Sabadell. Ahí, en la Nova Creu Alta, coincidió con Antonio Hidalgo.
“Stoichkov es un jugador diferente. Tenemos que cuidarle y mimarle, pero tampoco puede caer toda la responsabilidad en él”, apuntaba el ahora técnico del Deportivo en una declaración en diciembre del 2020 que reflejaba la trascendencia del gaditano dentro de su equipo.
En Stoichkov, Hidalgo encontró a ese delantero móvil que ahora mismo tanto demanda para el Dépor. Aquel Sabadell contaba con Edgar Hernández —que venía de ser máximo goleador en el ascenso—, el ahora jugador del Athletic Gorka Guruzeta y Álvaro Vázquez. Entre los tres anotaron cinco dianas, menos de la mitad de las que transformó un Stoichkov que destacó principalmente como segundo punta o jugando por detrás de un ariete referencia y con posibilidad para pedirla al pie entre líneas o atacar el espacio.
Juan Diego cerró el curso 2021-22 con once goles que supusieron el 27,50% de las dianas totales de un Sabadell que acabó perdiendo la categoría. El equipo caía, pero él seguía reafirmándose en la categoría de plata. Tanto que el Eibar, recién descendido de Primera, invirtió un millón de euros en su fichaje.
“Es donde más cómodo he estado y donde más querido me siento”, reconocía el futbolista en una entrevista a Relevo en enero del 2023. Seis meses antes, el cuadro armero se había quedado a las puertas de Primera de la forma más cruel posible: cayó contra el descendido Alcorcón (1-0) y exequipo de Stoichkov en el último partido de liga regular, cuando el triunfo le valía para amarrar al menos la segunda posición y ascender directo. No lo logró aquel 29 de mayo del 2022 y una semana y media después dijo el adiós definitivo al caer contra el Girona de Míchel en las semis del playoff. Ascendido finalmente.
Tampoco lo consiguió al curso siguiente, en el que el Eibar perdió en el tramo final de liga el ascenso directo y perdió en las eliminatorias contra el Alavés. Ascendido finalmente.
A la tercera, con Stoichkov como dueño de la banda izquierda para flanquear a Mario Soriano, Ager Aketxe o Jon Bautista, tampoco fue la vencida. Fue de nuevo tercero y encadenó la enésima eliminación consecutiva en semifinales del playoff en Ipurua. El verdugo fue el Espanyol. Ascendido finalmente.
Stoichkov no encontró el premio colectivo que buscaba, pero el rendimiento del andaluz no pasó desapercibido en el País Vasco. El Alavés, en su segunda temporada consecutiva en Primera, miró hacia la Liga Hypermotion para encontrar refuerzos y posó sus ojos en Juan Diego y los 45 goles que celebró como armero en tres temporadas.
Así, previo pago de aproximadamente el millón de euros que figuraba en su cláusula de rescisión, Stoichkov cambió hace justo un año la provincia de Guipuzkoa por la de Álava y pudo cumplir su sueño de llegar a Primera División.
Firmó tres años, un período de tiempo mucho más largo que los 16 partidos de los que finalmente pudo disfrutar. Fue corta su estancia, demasiado corta: tras tener no demasiada participación con Luis García, su rol pasó a ser residual tras la llegada de Coudet.
Entonces llegó el mercado de enero y con él la posibilidad de remodelar el ataque. No se lo pensó el equipo vitoriano, que ofreció al mejor postor al andaluz, obligado a retornar de nuevo a Segunda. El Dépor llamó a su puerta, pero el prohibitivo precio de 2,5 millones de euros que el club vasco pedía por sus derechos para sacarle un importante rédito económico en tan solo seis meses le alejó de la puja.
No sucedió lo mismo con el Granada, que aprovechó el dinero fresco ingresado por Myrto Uzuni para pagar el retorno del gaditano a Andalucía, donde el pasado curso acabó perdiendo la titularidad y la pólvora que ahora busca recuperar, empezando de cero y contra un ‘amigo’ como Hidalgo hoy sábado, a partir de las 21.30 horas.