No pintaba mal el inicio de partido del Deportivo en el Nuevo Arcángel. Óscar Cano ante la baja de Lucas Pérez le daba la oportunidad en el once a Arturo, daba la alterntiva a Kuki y comenzaban los blanquiazules mandando sobre el balón y el juego.
El buen entendimiento entre Quiles y Soriano suponía el 0-1, firmado por el onubense, y todo transcurría a pedir de boca. Pero, el encuentro se torcía para los intereses blanquiazules. Primero, con el tanto del empate del Córdoba, tras una concatenación de errores defensivos en el área y posteriormente por la brutal agresión que sufrió Alberto Quiles.
Ekaitz le propinaba una patada en la cara, el delantero onubense tenía que irse lesionado y el Deportivo terminó sufriendo las acometidas de los de Manuel Mosquera, con fortuna para los coruñeses, con más corazón que cabeza. Tampoco los cambios daban nuevos aires al equipo. Dos se quedaban en la caseta, y se veía a un Depor muy cansado, en palabras de Óscar Cano, debido a la dureza física que imprimía el rival y a las altas temperaturas a la hora del choque.
Malas noticias
La salida de Quiles ya preocupaba, por en qué penosas circunstancias se encontraba el atacante, sangrando debido al fuerte impacto.
Los peores pronósticos se cumplían y el Deportivo regresaba a A Coruña con dos puntos menos y sabiendo que no podrá contar con el atacante este sábado contra el Alcorcón y a expensas del tiempo que pueda estar fuera, motivado por la doble fractura del seno maxilar y del suelo de la órbita. Un daño colateral para un Deportivo que cada vez mira menos hacia el ascenso directo.
