Hace hoy 25 años que Augusto César Lendoiro (Corcubión, 1945) llegó a la cumbre del fútbol nacional. El presidente que condujo al Deportivo al campeonato de Liga desglosa ahora sus recuerdos.
¿Qué le evoca el 19 de mayo?
Lo primero que se me viene a la cabeza es que en momentos así se ve el gran Consejo de Administración que teníamos. No fue una casualidad. Fue un trabajo de muchos años, una previsión también. Pero de forma especial, poder disfrutar de un Consejo que quizá no se haya valorado lo suficiente. Era un Consejo de Champions. Y todos de la cantera. Se habla de cantera de jugadores, de entrenadores, pero no se habla de cantera de directivos en el fútbol modesto. Lo que más me acuerdo es de esas personas que estuvimos también 25 años, todos juntos. Y a ellos se le debe mucho de lo que ha ocurrido. Fue un trabajo brutal que aún hacemos a nuestra manera porque nos seguimos viendo para charlar. Éramos rivales en el fútbol modesto antes de llegar al Deportivo, y ahora somos seguidores de los mismos clubs, y seguimos siendo amigos.
¿Cómo recuerda ese día? Se hizo larga la espera?
No solamente ese día. La única vez que bajé al vestuario en un entrenamiento fue esa temporada, para decirle a los jugadores que no nos fuese a ocurrir lo mismo que en 1994. Hubo un momento de caída, quizá por nervios, por responsabilidad, presión… me acuerdo de bajar al vestuario de Acea de Ama para decirle a los jugadores que éramos los primeros, que teníamos el mejor calendario, la mejor plantilla y que no nos podía volver a pasar lo del 94. Que había que centrarse en eso porque había que ganar. En el 94 se decía que el empate podía ser bueno, que podía valer, hasta que no valió. Y aquí las dificultades eran enormes.
Y eso que se le resta mérito por ser la Liga de los 69 puntos.
Ya. Había seis o siete equipos que aspiraban a ser campeones. Tres llegaron al final con opciones. Pero es que además, el cuarto y el quinto, Valencia y Real Madrid, se permitieron el lujo de ser campeón y subcampeón de Europa. Aquella Liga era impresionante. Terminan descendiendo Atlético, Betis y Sevilla. Eso demuestra el nivel.
¿Y durante la semana hubo sospechas o runrún por posibles primas?
De runrún nada, es que no había ninguna duda. A pesar de la rivalidad que acabamos de ver hace unos días, lo que era evidente es que el Espanyol estaba primado. Y el Espanyol, ojo, no nos olvidemos que quedó campeón de Copa. No era un rival cualquiera. El presidente del Espanyol se excusa ese día para no acudir a la comida oficial de directivas. Imagino que prefería no dar la cara ante una situación sospechosa. No es que lo tuviera claro, lo tenía clarísimo. Igual que después se supo, y ya lo sabíamos en su día, cómo había sido el acuerdo entre el Barcelona y el Valencia.
“Irureta era un gran entrenador y encajaba perfectamente en un equipo humilde, pero también orgulloso”
¿Cómo fue el proceso de construcción de la plantilla? Se dio un giro hacia un mercado más nacional o con jugadores que conocían la Liga
Hay una circunstancia que no se valora. Ese año nosotros marcamos el Plan 2000. Lo había puesto en marcha en la Diputación, cuando me echó el partido y no seguí como presidente. Utilicé el plan quinquenal a raíz de una propuesta de la Federación de Peñas aceptada por mí para que me hiciese cargo del club de forma profesional, total y absoluta. A cambio de un salario muy alto, sí, pero que a los seis meses o al año igual no lo cobrabas. Que todos sabemos cómo es el fútbol. Eso motivó que eliminase todo lo que tenía antes, que era la presidencia de la Diputación, concejal, director del colegio Liceo, del Liceo de hockey, el Ural… Abandoné todo eso y me centré en el Deportivo. Porque lo importante no fue ganar la Liga, que fue muy importante, sino los cinco años en los que se logró hacer la Ciudad Deportiva, el momento en el que compramos el Playa Club para hacer la gran casa del Deportivo que luego no nos permitieron, creamos el grupo Deportivo, la clínica, el Zona Fit… Pasas de dedicarle una actuación parcial, porque tienes que estar a otras cosas, a dedicarte exclusivamente a eso y a estar totalmente centrado.
También en lo deportivo.
Aparecen nuevas ideas. Bueno, ideas que ya tenías y ahora tienes tiempo a aplicarlas. Y ahí aparece la Operación Avecilla, que es uno de los estandartes de aquel verano. Donde llega inicialmente Makaay, y luego, después de lo que nosotros utilizamos como contraseña, ‘Voló el pajarillo’, cuando Jesús Gil quería a Jokanovic, pudimos conseguirlo nosotros gracias a la amistad que yo tenía con Javier Pérez. Fue el inicio de un quinquenio que terminaba con cinco años de Champions. Para mí el año siguiente a ganar la Liga teníamos que haber sido campeones de la Champions. Fue en la 2000-01, cuando nos elimina, creo que por unas confianzas absurdas, el Leeds. Éramos infinitamente superiores. Ese era el año. Teníamos un gran equipo y estaba confeccionado con esa idea de triunfar en Europa. Fue lo único que nos quedó por celebrar.
¿Qué papel jugó la figura de Javier Irureta?
¿Qué más se puede decir de Jabo que que ganó una Liga, un Centenariazo que pasó a la historia y que estuvo durante cinco años en Champions? Fue un gran entrenador y encajaba perfectamente en la idiosincrasia del Deportivo, un equipo humilde, pero orgulloso al mismo tiempo. Exigente y con la ilusión de ser ganador. Pero también discreto. Después había que tener mucha mano izquierda como tenía él para manejar una plantilla con tantos egos. De los 25 jugadores, igual había tres o cuatro que no eran internacionales. Eso es muy complicado. El lo hizo de maravilla, sabiendo además que tenía una plantilla en condiciones de ganar. Lo difícil es en una Liga como la española convertirse en una de las pocas ciudades que disfruta de un título. No fue un título normal y corriente. Esta Liga costó tanto que lo empezamos a disfrutar en el Siglo XX y lo terminamos ganando en el XXI.
Pero mereció la pena.
Fue una de las grandes fiestas que celebró A Coruña en toda su historia. Y siempre son con el Deportivo al frente de la manifestación. ¿Cuándo celebró A Coruña una fiesta de verdad? Si echamos la vista atrás, está la época de María Pita y los ingleses, y después ya están las del Deportivo. La Liga, el Centenariazo, o este último ascenso… Lo que hay en agosto son actos, pero esto son fiestas. No hay diferencia de clases, ideologías ni religiones… todos unidos celebrando. 400.000 personas que lo hacen en directo.
¿Se atrevería a elegir un jugador favorito de aquel curso 1999-2000?
Es imposible decir uno. Podría decir los goles de Makaay, las paradas de Songo’o, el gol de Donato que inclina la balanza, o una jugada de Fran… pero es imposible. Fue el triunfo verdadero de una plantilla, con Irureta y todo lo que había alrededor empujado por una afición impresionante. Ver al final el césped lleno de espectadores, casi todos gente joven o muy joven, y los jugadores en el palco… los futbolistas en el palco y los seguidores en el césped. Se cambiaron los papeles porque ahí había una unión. Es una pena que en otras ocasiones no nos dejaran… y ahí lo dejo. Que cada uno lo entienda como quiera.