Gabi Schürrer era un líder. Con 19 años era el capitán de Lanús, con 25 tras salir desde Segunda División y llegar a ganar la Copa Conmebol dio el salto a Europa. Estuvo dos años en Santander antes de llegar al Deportivo y consolidarse como titular en su primer año en el equipo, que fue también el estreno de Irureta en A Coruña.

En el segundo fue campeón, pero tuvo menos dictado. César, entonces una promesa llegada del Oviedo, le desplazó de inicio. Luego la eclosión de Donato como pareja de Naybet acabó por desterrarle al banquillo. Y aún así fue titular en 18 partidos de Liga, porque era un futbolista muy del gusto de Irureta, fajador, cumplidor, buen marcador y con capacidad también para guardar el lateral izquierdo si era necesario hacerlo. Justo ahí destacó en un importante duelo en la recta final del campeonato contra la Real Sociedad, equipo al que también brindó después buenas campañas.

“Ganar el título fue una locura. Nunca vi un festejo igual. Quedamos para siempre en la historia del club”, explicó tiempo después a El Gráfico. Ahí confesó que en las celebraciones por las calles de A Coruña llevaba una camiseta de Lanús por debajo de la casaca blanquiazul.