OPINIÓN | Los que no son como tú y yo
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El tenista Alexander Bublik celebra la consecución del ATP 250 de Gstaad | PETER SCHNEIDER

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La mañana del sábado entrevisté a un entrenador, Juan Riveiro, y la llamada duró algo más de una hora. Un día después dediqué buena parte de la matinal (mis disculpas por el alto grado de frikismo) a ver la final del ATP 250 de Gstaad, donde Alexander Bublik batió en tres sets a Juan Manuel Cerúndolo. Dos acontecimientos que nada tienen que ver, pero que despertaron en mí una pregunta: ¿por qué me gusta ver personalidades así en el deporte? 


Al fin y al cabo, yo nunca daría los titulares del extécnico del Arteixo. Es una suposición, porque nunca he estado del otro lado, pero lo que sí puedo asegurar es que en los torneos de aficionado que juego en A Barcala no me comporto como el kazajo. Del estilo de juego ya ni hablar, soy de cuidar la bola como su rival de ayer, quizá el más defensivo de todo el Top 100, nada de buscar de buenas a primeras el golpe ganador.


Imagino que es normal como periodista, porque buscamos frases que llamen la atención del lector. Por ello, agradecemos a los que huyen de tópicos o nos frotamos las manos con la nueva temporada de Tercera Federación, donde Silva y Montañeros tienen estilos bastante contrapuestos y sus entrenadores, Noé López y Jairo Arias, no son precisamente de callarse. Pero como aficionado es algo que ya me genera más curiosidad. Siguiendo con el tenis, recuerdo algún partido de Nick Kyrgios en el que casi me avergonzaba por querer que ganara a causa de su más que discutible comportamiento. Pero era algo irracional, aunque decepcionara, cuando podía lo veía.


El tema es que los atletas de este tipo son mediáticos. Debe ser porque, aunque muchos no nos parezcamos a ellos ni lo pretendamos, aprovechamos el deporte para sentir emociones intensas. Las que produce comentar una declaración con cierta salsa o ver ganado y perdido el mismo partido en un plazo embarazosamente corto.

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