No siempre es malo observar al vecino aunque sea por la mirilla. Así que pongamos la vista en el Celta, que este fin de semana concluyó la temporada. La clasificación constata que apenas seis equipos han sido superiores. La próxima campaña jugará en competición europea, pero sobre todo sumará la decimocuarta consecutiva en Primera División. Ya lo decía Lendoiro. Y lo dijo justamente hace 25 años cuando el Deportivo se proclamó campeón de Liga: “Lo único importante es estar en Primera”. A eso se ha afanado el Celta desde que en 2012 subió de la mano del Deportivo. Entonces parecía un equipo debilitado que pasó un calvario para salvar la máxima categoría en su reestreno en ella, pero con bastantes trancas y alguna barranca ahí sigue. Cuando empiece la próxima temporada igualará los 14 años consecutivos entre los grandes que marcaban su mayor hito entre 1945 y 1959. No es necesario abundar que ha ocurrido en el Deportivo en estos tres últimos lustros, pero quizás sí conviene recordar que quienes ahora navegamos con mar en calma por la media tabla de Segunda atravesamos furiosas tempestades cada vez que se sellaban permanencias en Primera que además servían para nutrir la caja de una entidad arruinada (o escarallada, que diría aquel). El club debería estar por encima de algunos bienestares o taimados intereses, pero el fútbol (y la vida) es así.
El visionado del vecino, y de su fiesta, ofrece ahora la contemplación de un club fortalecido. Ha ocurrido como si surgiese de la nada, pero lo cierto es que había un trabajo detrás y sobre todo, en determinado momento y tras algunos fiascos que equivocaron caminos, se ha logrado encontrar una ruta clara. Cuando más dudas se albergaban sobre el nivel del equipo ante el final de Iago Aspas, resulta que ha aparecido un entrenador dispuesto a promocionar a chicos del filial, muchos de ellos crecidos antes en A Madroa. Tampoco era muy complicado entender que ahí había nivel: el Celta B o Celta Fortuna compitió en los últimos años en los puestos cabeceros de Primera RFEF a la altura del Deportivo. Pero, claro, hay que ponerlos. Giráldez los ha puesto.
“Hay que ponerlos”, dijo Gilsanz este sábado en Zaragoza cuando le hablaron de los chicos de la cantera deportivista. Miremos atrás. Nuestros chavales del 2003 o del 2004 están cansados de competir contra esos que ahora juegan en Primera y lo harán en Europa. Javi Rodríguez, Xoel Lago, Carlos Domínguez, Damián, los dos Hugos… Pablo Durán marcó 21 goles en Liga Gallega Juvenil con el Tomiño. Acabó como senior en el Porriño y luego se fue al Compostela. El Celta B ganó en Riazor con un gol suyo. Muchos de ellos compartían vestuario en las diferentes selecciones gallega con los nuestros. ¡Ay, los nuestros! Durante años se explicó que no había una generación como la del 2003, cimiento de un título inolvidable en Marbella. Ya solo queda Barcia de esa añada. El pasado verano Rubén López (2004), el mejor centrocampista del equipo que jugó la Youth League, pidió salir tras la llegada de varios refuerzos para su puesto.
“Hay que ponerlos”, le dije a Fran, exdirector de la cantera, cuando hace unos días visitó la Redacción. “Mal vamos. Lo que hay que hacer es formarlos. Y después ponerlos”, replicó. El diez siempre tiene el as para matar el tres. Y no seré yo quien le desdiga. “¿El Celta los pone? No creo que esa sea la cuestión, tiene que haber mucho más. El Celta los forma”, dice Fran.
En Abegondo se forma. El club, desde donde se hace profesión de fe de la cantera cada vez que hay que escribir un comunicado, invierte ahora en mejorar los espacios de trabajo para la base. No hay señales ni noticias de que el agua que se bebe de Padrón para abajo tenga algo que no tenga la del norte para que a 150 kilómetros de aquí hayan brotado de repente diez futbolistas de Primera División y aquí caigan todos por el precipicio de la nadería. Compiten, compitieron y competirán al mismo nivel, desde benjamines a juveniles. Y ahí luego, ahora, hay una diferencia. Pongamos el foco en qué ocurre, terminemos de darles herramientas, orientarlos y formarlos en el esfuerzo y el sacrificio que conlleva pasar de dominadores en categorías base a ser profesionales. Y, sí, encontremos también al Giráldez del norte (que los hay) y démosle de una vez sentido a todo esto que se ha armado en Abegondo desde el año 2004 para tener la base nativa de un equipo que se refuerce con una buena captación de talento foráneo. Hay otra opción que lleva a la victoria sin muchos atajos, todos sabemos cual es. Nos hizo campeones. Pero en 2025 no es ni factible ni sostenible.