Ha acelerado el Deportivo en el mercado de fichajes para darle a Antonio Hidalgo herramientas a estrenar en la gira inglesa. No es un tema menor este. Con tres partidos —cuatro, si contamos la prueba ‘secreta’ contra el Famalicao—, ya completados, el Dépor ya ha superado el ecuador de su pretemporada. Y prácticamente se puede decir que Antonio Hidalgo solo ha probado ‘de verdad’ a Noubi y Luismi de entre sus piezas nuevas. Comas ha tenido que empezar muy poco a poco y Quagliata disfrutó de sus primeros minutos cuando ni siquiera le había dado tiempo a aprenderse los nombres de todos sus compañeros.
Con Gragera y Loureiro ya en Inglaterra, no sería de extrañar que el Deportivo completase ya la exposición definitiva de las incorporaciones hoy ante el Middlesbrough. Los futbolistas saben que no hay tiempo que perder. E Hidalgo, todavía más. Porque al técnico se le une la necesidad de acoplar a los nuevos con la premura de implantarles a todos un nuevo libreto.
Probablemente al lado de principios y subprincipios básicos en el modelo de juego que el técnico ha ideado para su Deportivo figure otro concepto mucho más intangible pero igual de importante: el carácter.
El míster ya lo dejó caer el pasado martes en su primera comparecencia pública desde que comenzó a entrenar a este grupo. “Es gente trabajadora, pero sé que les tengo que inculcar mucho más veneno. Tenemos que competir mucho más, ser mucho más aguerridos”, explicó en un tono sosegado pero que, a la vez, dice mucho.
En esas seguramente ande Hidalgo, que entiende que el incremento de nivel colectivo pasa por una mayor autoexigencia y por salir a competir con sangre en el ojo.
Sin embargo, permítanme ser escéptico. Y es que aunque el jefe ‘azuce’ —parece el ideal para ello—, en muchas ocasiones el carácter se lleva dentro o no se lleva. Seguro que Hidalgo conseguirá generar en parte ese caldo de cultivo, pero todavía tengo más claro que el Dépor necesita encontrar fuera lo que no tiene en casa.
Desde que el equipo se fue ‘de vacaciones’ antes de tiempo veníamos intuyendo que en ese vestuario faltaban líderes. Más, tras la marcha de piezas como Lucas, Pablo Martínez o Jaime. Cada uno en su estilo, eran futbolistas a los que seguir.
Ahora, más allá de José Ángel o de un Villares que ejerce como ‘referente silencioso’ son los Yeremay, Soriano o Mella las grandes figuras. Pero quizá más por talento puro que por ascendencia real.
A Riazor han llegado nuevos nombres. Muchos ilusionantes. Y alguno más que está por venir. Pero más allá de sus capacidades individuales y su encaje en el equipo, resultaría interesante que el Dépor no dejase de lado el carácter como un elemento a incorporar también en el mercado. Si no lo tiene en casa, tendrá que tirar de ‘Mastercard’ para comprarlo.