Incorporar talento nunca puede ser mala señal. Y eso es lo que ha hecho el Deportivo con Luismi Cruz. El gaditano es un futbolista no solo con unas evidentes condiciones técnicas, sino que sus apenas dos años en la categoría aseguran —o deberían asegurar— hambre. Y sus 24 primaveras, la posibilidad de seguir aumentando su techo.
Sí, Luismi Cruz llega para la misma posición que David Mella. Aunque eso no quiere decir que no puedan jugar juntos. Sí, Luismi Cruz la pide mucho al pie, como Soriano y Yeremay. El andaluz no es el futbolista más prototípico cuando uno se imagina a un extremo. No es rápido ni agresivo atacando el espacio. Todos esos apuntan a ser debes, claro. Pero después de haber priorizado durante otros mercados ese perfil concreto sin éxito (Gauto, Quintero, Cayarga...), es fundamental apostar por futbolistas con rendimiento contrastado no solo en la categoría, sino en clubes de elevada exigencia. Cruz se crió y curtió en el Sevilla. Cuatro años en el filial y minutos en Primera con el equipo nodriza. Pero es que además, vivió el descenso del ‘B’ sevillista como una oportunidad para curtirse de ‘Erasmus’ en un Barça Atlètic en el que acaparó focos.
Ni Barça primero ni Sevilla después terminaron de apostar por él. Eso es cierto. Pero que no lo hiciesen no invalida el nivel de un chico que llega para paliar uno de los grandes déficits del Deportivo en los dos últimos cursos: la ausencia de recambios de garantías.
El Dépor ha tenido que competir con plantillas muy largas que, por múltiples factores, se quedaron muy cortas. Por eso, aunque el hecho de juntar a cuatro teóricos titulares —como Mella, Lucas, Soriano y Yeremay— vuelve a generar inquietud, no hay que tener miedo a la competencia. Hidalgo tiene por delante una importante labor de gestión, claro. Pero solo desde no verse con el puesto garantizado puede subir el nivel de exigencia individual y, por ende, el rendimiento colectivo.