En esta época de topes salariales, excedentes de plantilla y cargas contractuales, resulta complicado una operación donde todas las partes terminen contentas. Y no me refiero a los inicios, a la chispa que desata una ruptura como la que ha tenido lugar entre Barbero al Deportivo. Siempre suele haber roces ahí. Es más la sensación de que, tras el proceso, cada uno de los protagonistas de esta historia habrá dormido esta noche con la tranquilidad de haber ganado.
El primero, por supuesto, el Deportivo. Necesitado como está de aligerar su nómina de jugadores, poder prescindir de efectivos sin tener que perder dinero, por poco que sea, ya es una victoria. El club blanquiazul no contaba con el delantero andaluz, un poco por quedarse corto de rendimiento en el regreso a Segunda, un mucho porque es el que tiene el contrato más prescindible. Pero si además ha conseguido no solo que le paguen una buena suma de dinero, sino que además se reserva algún privilegio futuro… matrícula de honor.
Sospecho que el movimiento tampoco habrá sido amargo para el delantero. Para empezar porque saca un año más del contrato que tenía en A Coruña. Ahora su vinculación se va hasta 2027 con unos emolumentos que, a juzgar por las cifras de la operación, serán como poco similares a los que percibía en Riazor. Eso en cuanto a lo económico. Pero es que en lo que se refiere al aspecto deportivo, Barbero tendrá la oportunidad de jugar en la primera división portuguesa solo un año después de estrellarse por segunda vez contra la categoría de plata en España. No a todos le llega una reválida en un escaparate del calibre del luso.
Y desde luego celebran también los ‘lobos’, que creen tener entre manos no solo al goleador que buscaban, sino también un potencial gran negocio entre manos. El tiempo dará y quitará sonrisas... o no.