Román Gómez: “La idea era jugar partidos para ganar medallas”
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Román Gómez: “La idea era jugar partidos para ganar medallas”

Román Gómez: “La idea era jugar partidos para ganar medallas”
Román Gómez posa en la pista del Coliseum con la medalla de oro del AfroBasket | Germán Barreiros

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Román Gómez (1988) es el primer coruñés campeón de África. Por si alguien no lo sabe aún, lo logró el pasado domingo, como parte del staff técnico de Angola. Un hito que, admite, jamás se le había pasado por la cabeza. Y del que ha disfrutado al máximo antes de volver a su trabajo como uno de los brazos derechos de Carles Marco.

 

¿En algún momento de su carrera pasó por su cabeza conseguir una medalla de oro con una selección?
Desde luego que con una africana, pues no (risas). Nunca me había planteado la posibilidad de estar en una selección. Tampoco me he planteado cosas más allá de entrenar a equipos de formación cuando estaba en Maristas, nunca he pensado más que en lo que estoy haciendo en el momento. A veces hay casualidades, como esta. Me llega la oportunidad porque Charlie [Uzal] no va a seguir con Angola y me propone esa opción. A la federación de Angola le encaja y a Pep [Clarós, el seleccionador], también, y por eso acabo allí. Respondiéndote más directamente: no, no pensé que esto se fuese a producir nunca.

 

¿Es distinto ese trabajo del que desempeña en un club?
Tiene sus matices, porque allí hay dos partes muy diferenciadas, la preparación, que es parecida a la pretemporada de un equipo pero mucho más intensa, ya que estás conviviendo 24 horas. Empezamos el 2 de julio y la competición el 12, así que prácticamente son cinco semanas de preparación, fase que sí se puede parecer más a la pretemporada de un equipo. Empezamos con 22 jugadores y fueron entrando y saliendo porque algunos se incorporaron más tarde por los compromisos de sus clubes. Y durante la competición todo es muy rápido. En la preparación tengo más tiempo para preparar partidos, hacer mi trabajo de análisis, de conocer al rival, de estudiar jugadores... Allí [en competición], la información que puedes transmitir al jugador es menor, porque hay menos tiempo para asimilarla. Pero, en líneas generales, no deja de ser baloncesto.

 

¿Los descartes varían el plan de trabajo, o su influencia es escasa?
La primera semana entrena todo el mundo; a partir de ahí empezamos a filtrar. Hay muchos condicionantes. Es intentar anticiparte a lo que pueda pasar cuando tengas que hacer el último corte. No solo es cortar jugadores que no están en su mejor momento de forma o que crees que los hay mejores para su puesto. Tienes que intentar entender que vas a entrenar durante cuatro semanas y vas a necesitar jugadores en todas las posiciones. A veces te quedas con jugadores que en principio puedan tener menos nivel, pero que los necesitas para entrenar porque otros tienen que descansar llegado un punto. Se trata de encontrar el equilibrio. Cada maestrillo tendrá su librillo. Nosotros lo hemos hecho así. Es un decisión de Pep, pero consensuada con todo el cuerpo técnico. Y nos ha funcionado.

 

Yo no voy a cambiar la manera de jugar de Carles Marco. Ni lo pretendo

 

¿Va cambiando el equipo sobre la marcha, o hay una idea fija al principio que no se toca independientemente de cuáles sean los descartados? 
Tienes una materia prima que son 20 ó 25 jugadores. Dentro de esos, entiendes que hay seis, siete, ocho que van a estar, salvo que pasen cosas que escapan de tu control. Esa materia prima define el estilo que quieres tener. Por ejemplo: no tenemos ningún tirador de indirectos, pues ya sabemos que eso no lo vamos a hacer. Los matices, las adaptaciones sí que vienen en función de los jugadores que al final hacen la selección. Puedes coger a unos o a otros, pero la madre, el esqueleto, son esos seis, siete u ocho. Hay otras circunstancias, porque es un momento complicado del año, los jugadores vienen de temporadas muy largas y mucha carga de trabajo, por ello hay que medir muy bien cómo y cuándo llegan a las selección, por eso no todos empezaron el primer día. Como Selton [Miguel] que estaba jugando Summer League de la NBA en Las Vegas.

 

Una de las estrellas de Angola, Jilson Bango, cayó lesionado en cuartos de final. ¿Les temblaron un poco las piernas?
Sin ninguna duda. En primer lugar, porque una lesión es lo peor que le puede pasar a un jugador. Y además Jilson era un jugador fundamental, determinante. Estoy convencido, aunque sea basket-ficción, de que el partido [de cuartos] con Cabo Verde, si él no se hubiese lesionado lo habríamos sacado con más solvencia. En nuestro estilo de juego era capital, por eso yo sabía que en la semifinal [ante Camerún] íbamos a sufrir muchísimo [acabó 74-73], por falta de tiempo para ajustar detalles y de recuperarte anínicamente. Fue un momento de los más críticos.

 

¿Vio más complicada la semifinal que la final?
Mali [la subcampeona] hizo un campeonato espectacular.

 

Lo pregunto por los nombres de Camerún.
Por nombres, yo también contaba que con Guinea llegase más lejos. Pero sí que, para mí, la semifinal era muy difícil. Nos planteamos la idea de jugar partidos para ganar medallas. Es decir, ganar la semifinal para conseguir la de plata. Porque en caso de perder... Le pasó a Camerún, que perdió en semifinales y no fue capaz de competir con Camerún por el bronce. La idea salió bien y al final jugamos para ganar.

 

Tengo mi idea de baloncesto e intento trasmitirla a mis entrenadores

 

¿Ganas de repetir ? 
Me encantaría. No lo hemos hablado, pero claro que me gustaría.

 

Mundial en 2027.
Sí. En 2026 hay ventanas de clasificación. No sé qué pasara. Mi foco está aquí. Es una oportunidad de conocer un ‘mercado’ que estando aquí sería muy difícil. Ver un AfroBasket por TV no es lo mismo. Para mí, África es la mejor cantera del mundo, por volumen y porque es la menos explorada, ya que muchas veces los medios de los países no permiten la proyección de los jugadores.

 

¿Es muy distinto el baloncesto africano del baloncesto, vamos a llamarlo FIBA?
Muy diferente. Allí hay mucho físico, pero cada vez hay más talento. Por ejemplo, estaba [el senegalés] Brancou Badio (Valencia Basket), que ha tenido un rol protagonista en la ACB. Esto, hace años, pasaba menos; se limitaba a jugadores grandes, con mucho músculo. Ahora cada vez más hay más africanos en la Euroliga, en la NBA, en primera ligas europeas... El baloncesto está cada vez más globalizado. Sí que hay diferencias: es un baloncesto mucho más físico, pero cada cada vez hay más talento. Tal vez hay menos tiradores puros de tres puntos que en Europa, pero que poco a poco se está filtrando de un lado al otro, también por el tema de las nacionalizaciones; hay más jugadores americanos que buscan la manera de ser cotonú o jugando, por algún tipo de parentesco, en selecciones africanas. 

 

¿Sus labores en Angola son las mismas que desempeña aquí?
Me encargué de varias cosas distintas. Una era el análisis del equipo rival, sobre todo a nivel individual, pero el rol de entrenador ayudante es qué necesita el primer entrenador de ti que tú le puedes ofrecer. Y así fue con Pep. Sí que es cierto que estuvo bastante centrado en la parte defensiva, una faceta en la que me siento muy cómodo y me gusta mucho. Pero he pasado por muchos roles como entrenador ayudante en Coruña, que es el sitio donde más he estado.

 

Hay cosas universales, pero, afortunadamente, el baloncesto son mil mundos

 

¿Cómo se adapta un ayudante a su jefe? ¿Cuestión de un lenguaje universal?
Hay cosas que son universales, pero, afortunadamente, el baloncesto son mil mundos. Yo tengo mi baloncesto en mi cabeza; sé lo que me gusta, sé cómo me gusta hacerlo, sé cómo me gusta entrenarlo e intento trasmitir esas cosas a los entrenadores con los que trabajo. Y ellos, lo mismo. A partir de ahí es intentar encontrar puntos de equilibrio. Es hablar, es conocerse, es encontrar ese balance entre lo que yo pienso y lo que el entrenador demanda, que es lo más importante. Y para eso es muy importante el ‘código deontológico’ que le gusta a Antonio Pérez del entrenador ayudante: yo tengo mis cosas pero estoy a disposición de una persona y los dos queremos lo mejor para el equipo. Con unos es de una manera, con otros es de otra, aunque, por fortuna, he tenido la gran suerte estar muy cómodo en todos los cuerpos técnicos, con todos los entrenadores tengo y he tenido una gran relación personal.

 

¿Los entrenadores jefe también se adaptan a los ayudantes?
Seguro. Todos los entrenadores quieren que los equipos tengan los mejores medios posibles para trabajar día a día. Todos somos entrenadores, solo que con distintas responsabilidades. Es normal que cuando llegas a un sitio intentes nutrirte de todo lo que hay alrededor, y ahí escoges cosas que a lo mejor te hacen cambiar algunas ideas. Yo no voy a cambiar la manera de jugar de Carles Marco. Ni pretendo, ni sería bueno, ni quiero, porque además me gusta mucho el estilo que plantea. Pero  igual que yo voy a coger muchas ideas de él, estoy seguro de que él se quedará con alguna de Carlos [Penedo], alguna mía y alguna de Gus [Gago].

 

Sí o no. Sin más opciones. ¿Es muy parecido el estilo de Carles Marco al anterior?
No. 

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