Para un debutante, la ACB es como un solitario de los de verdad y sin hacer trampas: no siempre sale bien a la primera. Lo certifican el Básquet Coruña –o, sin ir más lejos, el Palencia de la temporada pasada– y lo mucho que le ha costado a un buen puñado clubes afianzarse en la segunda mejor liga de baloncesto del planeta.
Desde que la Asociación de Clubes de Baloncesto adoptó el formato de competición vigente con 18 participantes, en la temporada 1996-97, son muchos los que han pagado la novatada. En esa misma campaña lo hizo el Fuenlabrada, que acabó último con un magro botín de cuatro triunfos.
El Manresa es la muestra más palpable de que en la ACB a veces hay que ser varias veces monaguillo hasta llegar a fraile. Ha caído de lo más alto en cuatro ocasiones, la última en la campaña 2016-17. En su currículum hay un periplo de 15 temporadas consecutivas (1985 a 2000) y uno de 10 (2007 a 2017).
Y es el único club, junto con el Valencia Basket (descendió en la 1994-95), de los que se han caído en al menos una ocasión de la ACB que luego conquistaron el título.
El UCAM, vigente subcampeón liguero, es de los que más veces han bajado desde el nacimiento, en la 1983-84, de la ACB. En cuatro ocasiones ha tenido que remontar el río el equipo murciano, que desde su útimo ascenso suma 14 temporadas consecutivas entre la élite, con dos presencias en los playoffs y dos en la Copa del Rey. Un buen espejo en el que puede mirarse el Básquet Coruña.
Otro espejo, este doble, está muy cerca, a menos de 60 kilómetros por autopista. El Obradoiro aterrizó en la ACB, gracias a un fallo judicial, en la campaña 2009-10. Y muy lejos de poseer la estructura y poso del actual Básquet Coruña.
La entidad compostelana (re)debutó –había jugado una temporada, la 1982-83, en Primera Nacional– pagando la novatada. Acabó décimo séptimo, con un balance de 8 victorias y 26 derrotas. Pero regresó a la primera, tras ganar la fase regular de la LEB Oro, además de la Copa Princesa.
A partir de ahí, 13 campañas consecutivas en la máxima categoría, en las que disputó dos veces la postemporada y una la Copa, aunque esta como anfitrión de la edición de A Coruña 2015-16. También lo fue de la Supercopa 2018-19.
Con seis descensos está el Gipuzkoa, aunque no siempre bajó. Se libró dos veces en los años en que las exigentes condiciones de ingreso en la ACB abortaron numerosos ascensos desde la segunda división. Su estancia máxima en la cumbre del baloncesto español es de ocho cursos seguidos. Debutó en la 2006-07 y también pagó la novatada: farolillo rojo, con 8-26.
Regresó a la ACB en la 2017-18, pero solo aguantó esa campaña y la siguiente. Volvió en la 2020-21 (la justicia le dio una plaza que reclamó como campeón de la incompleta temporada pandémica 2019-20), concluyó último (7-29) y desde entonces sigue en Oro.
El Fuenlabrada tiene tres descensos en su historial (y se ha librado dos veces por la misma causa que el Gipuzkoa). El mencionado de su curso de debut, el de la 2003-04 (penúltimo, con 13-21) y el de la 2022-23 (colista, con 4-30), este después de 18 seguidos en la Asociación de Clubes de Baloncesto, con dos participaciones en los playoffs y tres en la Copa del Rey. Está en Oro y, según varias informaciones, con importantes problemas económicos.
Otro ejemplo positivo para el Básquet Coruña se encuentra también a tiro de piedra: algo menos de100 kilómetros por autovía. Antes del nacimiento de la ACB, el Breogán jugó seis campañas en Primera División. Volvió a la élite en la 1984-85, donde permaneció durante tres antes de sufrir el primero de su cuatro descensos, el último en la 2018-19. Se mantiene desde que regresó en la 2020-21. Con el formato actual de competición su racha más larga es de seis ejercicios seguidos entre 1999 y 2006. Con otros, de siete, entre 1988 y 1995.
El CB Granada –antecesor del actual–, el Valladolid, el Betis, el Ourense, el Alicante, el Gran Canaria o el CB Canarias también han descendido más de una vez. El club de Las Palmas lleva 30 temporadas seguidas en la élite; su vecino tinerfeño, actual segundo clasificado liguero, 13.
En el lado negativo de la balanza está el Estudiantes. En la máxima categoría desde 1956, se salvó dos veces por renuncias y una por la pandemia hasta que cayó en la 2020-21. Y, de momento, sigue abajo.