Un año y un día después del histórico ascenso, al Leyma Básquet Coruña le ha tocado catar el sabor amargo del descenso. Es imposible saber si los de Diego Epifanio acusaron el cansancio o saltaron al parquet de Miribilla con la victoria del Bàsquet Girona en Andorra dando vueltas en su cabeza. O ambas cosas. El caso es que no se parecieron al equipo que el jueves tumbó al Barça. Ni siquiera al que en las tres jornadas anteriores había rozado otras tantas victorias. Derrota por 79-67 y de vuelta a la FEB. 

Victorias morales sin reflejo en la clasificación. De haber rascado al menos una, los naranjas seguirían con vida. Colorín, anaranjao, este cuento se ha acabao. El Leyma no se jugarán en las tres jornadas restantes más que evitar el farolillo rojo. Acabar en una penúltima plaza que, ojo, podría tener premio. 

Bajas importantes: Tryggvi Hlinason –el jugador más valorado del equipo– y Malcolm Cazalon en los locales y Thomas Heurtel, Trey Thompkins y Gus Lima en los visitantes. 

El primer cuarto empezó con buenas sensaciones naranjas y acabó en desastre. Por la terrible falta de puntería. A los innumerables fallos en tiros cercanos se unió un 0 de 6 en triples, a pesar de que los de Diego Epifanio estaban moviendo muy bien el balón y dando siempre un pase extra para encontrar al hombre liberado. 

El Bilbao tampoco iba muy sobrado, en parte por trabajar poco sus posesiones. Pero lo que el triple le quitó en tramo inaugural (2 de 9) se lo dio en el final (3 de 6). Así, el marcador se movió muy poquito en los primeros seis minutos y medio (6-6). Dos libres de Burjanadze pusieron al Leyma por delante, antes de encajar un parcial de 8-0, roto por un libre de Font, y seguido de triples de Frey y Gielo para bajar el telón (20-9).

Las cifras del Leyma, para llorar: 0 de 6 desde el arco, 2 de 10 en tiros de dos. De los 9 puntos, cinco desde los 4,60 metros.  

El parcial había llegado a 18-1 cuando Epi pidió tiempo muerto a los 28 segundos del segundo periodo. Los naranjas no mejoraron de inmediato; es más, Scrubb erró un libre y Rubén Domínguez, la pesadilla en el Coliseum, abrió su cuenta de triples (27-10). Font, ya con 12 minutos consumidos, hizo la primera diana lejana de los visitantes. Repitió dos posesiones después. Pero la sensación era de que los jugadores naranjas empezaban a hacer la guerra por su cuenta. 

Taylor, muy incómodo ante el 2x1 constante, emuló al escolta barcelonés, con sus 3 primeros puntos en el partido. Pero entre medias también lo hicieron Gielo (3 de 3 en la primera mitad) y De Ridder. Y poco después Abdur-Rahkman, tras robarle Pantzar el balón a Font en un rebote defensivo (37-21). Nuevo tiempo muerto de Epi.  Y mejoría. Al fin.

Los naranjas volvieron al parqué más activos atrás, muy dinámicos en las ayudas y sellando el perímetro, y en ataque cargaron el juego sobre Burjanadze, quien aprovechó su  superioridad física sobre su par. Al georgiano se le unió Lundqvist, primero con una canasta trabajadísima y a continuación culminando un robo de Taylor a Frey. Ponsarnau llamó a los suyos al orden (40-31). Una muy meritoria penetración de Frey devolvió al electrónico los dos dígitos de margen, que permanecieron al descanso porque ni Taylor, desde ocho metros, ni Burjanadze, muy forzado sobre la bocina, acertaron con la red en la última posesión.  

La segunda mitad arrancó de manera casi idéntica a la primera en lo tocante a la anotación. Jones firmó la primera canasta, en la posesión inicial, la única de los hombres de negro en cuatro minutos. En ese tiempo, Burjanadze y Silins arrimaron al Leyma a solo dos canastas (44-39).

Bagayoko, convocado por la baja de Hlinason y que ayer jugó por séptima vez esta temporada, acabó con la sequía local. Repitó poco después, en un pseudo alley-oop, seguido de un triple de Frey, después de que Burjanadze bajase, en ataque, su décimo rebote y errase un tiro fácil. Además, los naranjas se dejaron por el camino cuatro libres.

Taylor salió al rescate con un triple y, curiosamente, una antideportiva sobre Bagayoko, ya que impidió una canasta hecha del pívot, que solo anotó un libre, lo único añadió al marcador el Bilbao en esta doble jugada. El de West Hollywood repitió diana lejana en el siguiente ataque. En el último del cuarto, Núñez se durmió acabó lanzando fuera de tiempo (56-49).

Si el arranque del tercer acto se pareció al del primero, el de cuarto fue un clon, mejorado para los locales, del segundo. Parcial de 6-0, con triples liberados, uno desde cada esquina, de Pantzar y Rubén Domínguez. El tiempo muerto obligado de Epi, a los 80 segundos.

A la salida de la pausa, error naranja y nuevo acierto lejano de Pantzar (65-49). La dependencia de Taylor, en pista todo el tercer cuarto, acentuada en estos minutos. Cuando volvió a pista, a los tres minutos, vio en primera fila como un mate de Bagayoko subía al electrónico una nueva brecha máxima (67-49).

A continuación, Taylor anotó de tres, pero le replicó de la misma manera Rubén Domínguez. La vida del Leyma estaba a punto de besar la lona. Lo hizo definitivamente con otro triple de la pesadilla del Coliseum y poco menos de cinco minutos en el reloj (73-54). Si este chico jugase toda la temporada contra el Leyma...

Casi cinco minutos de agonía. De mucho corazón y poca cabeza. Lo lógico en una situación tan al límite. Y en corazón nadie le gana a Burjanadze, autor de los cuatro primeros puntos de un muy tardío parcial de 0-6 cuando los hombres de negro ya se dedicaban a prolongar al máximo sus posesiones (73-60) y Silins estaba en el banquillo con un dedo dislocado.

Una rigurosa falta señalada a Taylor, que le había robado el balón a Abdur-Rahkman, la convirtió Sylla, con un mate, en el 77-62, el epílogo matemático de la aventura iniciática del Básquet Coruña en la máxima categoría. Mejor bajar fuera de casa. La única lectura positiva de este 366º día en la ACB.

Quedan tres jornadas y un objetivo: evitar el farolillo rojo a final del curso. Un objetivo en principio menor, que quién sabe si podría convertirse en un regalo inesperado. El Granada, que ganó en Zaragoza, vuelve a estar un triunfo por delante, pero el Leyma gana el particular. Y a ello hay que aferrarse.