El día que el Liceo fue campeón en Lleida
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El día que el Liceo fue campeón en Lleida

Los verdiblancos ganaron la Liga de 2013 en la última jornada con un agónico partido en el Onze de Setembre - Hacia veinte años que no levantaban este título
El día que el Liceo fue campeón en Lleida
El Liceo, campeón de Liga en 2013 | ARCHIVO EL IDEAL GALLEGO

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Lleida. 15 de junio de 2013. Cuarenta grados a la sombra. Eso en el exterior. En el interior del Onze de Setembre suben unos cuantos más por la sensación de humedad que produce el efecto invernadero ejercido por el techo del pabellón. En la grada se nota a simple vista quién es local y quién se ha recorrido los más de mil kilómetros del trayecto desde A Coruña. Los de casa se abanican tranquilamente. Los otros son lo que sudan, se tiran por encima botellas de agua enteras y boquean como pez fuera del agua, cogiendo mucho aire de cada vez, pero da igual porque entra caliente y nada, nada refresca. Calor en la grada y en la pista, un infierno. Lo que tuvo que sufrir Xavi Malián ese día bajo su armadura de portero. Porque encima tuvo trabajo. Lo mismo que sus compañeros. Era la última jornada y ya estaban al límite de sus fuerzas. Tenían que ganar porque el Barça hacía semanas que no perdonaba. Pero perdían. Luego empataban. Y eso tampoco llegaba. Hasta que Josep Lamas marcó a dos minutos para el final. Fue el día que el hockey hizo justicia. Fue el día que vio al Liceo salir campeón de Liga veinte años después.


“Recuerdo aquel calor infernal que había en el pabellón en Lleida y las ganas de que el árbitro pitara el final después del gol de Josep”, confirma uno de sus protagonistas, Toni Pérez,  en el libro Liceo: 50 años, 50 miradas. “Llegamos muy justos, con muchas lesiones ese año, hacía un calor brutal y empezamos perdiendo”, relata en esas mismas páginas precisamente Josep Lamas, que, como ya se ha hecho spoiler en el párrafo anterior, se convertiría después en el héroe. 

 

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Celebración en el vestuario


“Antes de Lleida tuvimos un partido en casa contra el Igualada que si hubiésemos ganado, nos valía el empate en Lleida. Pudimos haber metido veinte goles y al final, nada. Tuvimos que ir a ganar a Lleida. Fue todo muy sufrido, a la heroica y remontando en los últimos minutos... Esa es la esencia del club”, apunta también Jordi Bargalló sobre aquel título. “El Liceo es un animal competitivo”, reconoce a su vez Xavi Malián, “conseguimos ganar la Liga contra uno de los mejores Barça aunque si llega a durar un partido más la perdemos”. No es una broma. “A veces el deporte no va de merecerlo, va de ganar. Pero ese año se hizo justicia”, añade.


El equipo que dirigía Carlos Gil fue líder de la competición desde la segunda jornada. En la primera vuelta, con doce victorias, dos empates y una derrota, llegó a tener diez puntos de ventaja sobre un Barça desconocido, pero que en cuanto encontró el ritmo de crucero no lo soltó más. Con una rotación corta, ya que eran dos porteros (Xavi Malián y Aitor Prada), solo seis jugadores sénior (Jordi Bargalló, Josep Lamas, Lucas Ordóñez, Toni Pérez, Matías Pascual y Edu Lamas) y dos júniors (Pablo Añón y Alberto Bodelón), incluso algún juvenil como César Carballeira que hizo su debut oficial, a los verdiblancos les vino bien ese colchón para ir administrándolo. Pero se iba estrechando el margen, por más que la segunda vuelta también fuese brillante, con solo un empate hasta la derrota en el Palau cuando quedaban dos jornadas (y que era la segunda de todo el curso, ese era el nivel de exigencia). 

 

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Algunos aficionados coruñeses desplazados hasta Lleida


Fue el bocado que desató el hambre culé por más que el Liceo siguiera dependiendo de sí mismo. Le quedaban dos partidos, uno en casa contra el Igualada y otro fuera, en Lleida. Se parecía a una situación que se había dado dos años antes cuando los coruñeses recibieron al Reus en su feudo en la penúltima fecha del campeonato para ser campeones. Tenían que ganar, empataron y se lo fueron a jugar en la última al Palau, con una derrota, no obstante, que no favoreció al Barça, sino al propio Reus (por el medio de todo esto, el Liceo fue campeón de la Champions en una final precisamente contra el Reus). Así que era difícil no acordarse de aquello y más con el empate en casa contra el Igualada que dejaba una única opción: ganar en Lleida.


En realidad, bastaba con hacer lo mismo que el Barça, pero nadie dudaba que lo que iban a hacer los azulgrana era ganar. Así que no quedaba otra. Y allá fue la exhausta plantilla verdiblanca, que si ya le quedaban pocas fuerzas, se encontró con una ola de calor que quitaba las ganas de existir, mucho más de ponerse a jugar al hockey sobre patines. Se puso de cara el partido con un gol de Jordi Bargalló. Toni Pérez tuvo una directa, la falló, pero nada más abrirse la segunda parte aumentó la renta Lucas Ordóñez desde el punto de penalti. También a bola parada dieron la réplica los locales. Lluís Rodero recortó con una directa y Dani López igualó con un potente disparo. Ordóñez se sacó una genialidad para volver a dar ventaja, y con ello el título a los suyos. Y otra vez el Lleida, con Necchi, empató. Quedaban solo cinco minutos. “Recuerdo perfectamente los diez minutos finales, que nos empatan 3-3, Malián paró una directa y luego tuve la suerte de marcar el último gol, aunque no vi ni entrar la bola”, cuenta Josep Lamas. Aún no sabe por dónde. Pero entró y el Liceo campeonó.

 

Repetir la épica  

 

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Carlos Gil abraza a Josep Lamas

El Onze de Setembre ya fue el escenario de los sueños verdiblancos. Esa Liga que acabó con el abrazo final entre Josep Lamas y Jordi Bargalló, y el de ambos con Carlos Gil, es un símbolo de lo que le cuesta al Liceo levantar cada título. Y no es que haya ganado pocos.  Este sábado no tiene todavía la posibilidad de conquistar otro, pero sí puede comenzar a cimentarlo. Más que nada porque si no repite la gesta tendrá que decir adiós a la temporada mucho antes de lo que le gustaría. Win or go home, como dicen los americanos. 
 

Seguramente se encuentre con un ambiente hostil y calor en el Onze de Setembre, el pabellón con nombre que mundialmente suena a una tragedia, pero que se construyó quince años antes de que los terroristas decidieran estrellar sus aviones contra las torres gemelas en 2001. También conmemora una derrota, la de la caída de Barcelona, como símbolo de la libertad y el sentimiento catalán que se celebran anualmente en la Diada. Resurgiendo de sus cenizas. Otro ejemplo para el Liceo. 

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