Decía Juan Copa que el Liceo tenía que pulsar una tecla como la de los móviles y ponerse en modo playoff. Pero tras la derrota del sábado contra el Lleida en el Palacio en el duelo inaugural de los cuartos de final (4-5), que significó perder el factor pista, a lo que tienen que apelar ahora los verdiblancos es al efecto Tom Cruise y entrar en modo Misión Imposible. Porque el conjunto coruñés nunca antes avanzó de ronda cuando perdió en casa el primer partido de una serie, aunque también es cierto que solo le había pasado una vez, contra el Lloret en 2003. Y solo en dos ocasiones, en 1990 ante el Igualada y en 2009 frente al Vic, consiguió darle la vuelta a la eliminatoria cuando cedió el primer punto a domicilio. Pero el Liceo ha nacido para derribar muros. Otros más altos han caído. Está en ese ADN al que tanto se recurre cuando se trata de explicar de dónde saca las fuerzas.
Es el único de los cuatro cabezas de serie que ha perdido el factor cancha a las primeras de cambio tras las victorias de Barça (en los penaltis), Reus e Igualada. Situación no insólita, pero sí poco habitual. Sobre todo para el Liceo. Tanto, que de las 18 veces en las que partía con ventaja de campo, solo en dos, contando ya con la del sábado, perdió en casa el primer partido. Las otras 16 se saldaron con victoria inaugural. Para el único precedente hay que remontarse hasta la temporada 2002-03, a una serie de primera ronda ante el Lloret que fue, cuanto menos, particular: ninguno de los dos equipos ganó como local.
La serie arrancó con sorpresa en A Coruña, donde el Lloret, que había acabado décimo la fase regular (la primera ronda la jugaban del cuarto al decimotercero), se impuso al Liceo, séptimo, por 2-6 (doblete de Carlitos López para los de casa; goles de Jani Nicolás (3), Martinell (2) y Carbó para los visitantes), lo que repitió, casi con un resultado calcado, tres días después, cuando demostró que no era una casualidad al volver a ganar por 2-7 (doblete de Jordi Bargalló, con Martinell (4), Carbó, Torra y Jani Nicolás como verdugos).
Entonces la eliminatoria era a cinco partidos y no solo a tres como ahora, aunque el hecho de haber perdido los dos encuentros en casa iguala un poco las situaciones, ya que el Liceo viajó sin red a Lloret. Si perdía, quedaba eliminado. Pero antes tenía otro gran reto, el gran objetivo por excelencia, la final a cuatro de la Champions que sería en el Palacio. Y es otra de las diferencias entre un momento y otro. Porque puede que los verdiblancos estuviesen un tanto despistados por lo que tenían a continuación y reservaran fuerzas.
El Liceo eliminó en los penaltis al Barcelona en las semifinales (1-1 y 2-0) y después se proclamó campeón de Europa, de nuevo con una tanda de penas máximas de por medio, frente al Igualada (3-3 y 1-0, con el mítico tiro de Facundo Salinas). Solo tres días después, todavía con la resaca de las celebraciones, viajó a Lloret para continuar con la eliminatoria, prolongando su gran momento al vencer por 0-2 (Jordi Bargalló y Marc Fuentes). La misión imposible se volvía cada vez más factible y más cuando se llevó el cuarto partido tras empatar a tres (Jordi Bargalló (2) y Josama Alén para unos y Martinell (2) y Torra para otros) y que le volviesen a sonreír los penaltis, los terceros en seis días, con dos aciertos por solo uno de su correoso rival.
Los coruñeses habían hecho lo más difícil y la serie volvía al Palacio, como tratarán de que regrese el martes de la próxima semana. Pero se les agotó la gasolina. Demasiada tralla con ocho partidos en veinte días y multitud de emociones de por medio. Ni siquiera el factor pista pudo hacer efecto, con derrota por 4-5. Los goles de Josama, Diego de Santiago, Francesc Bargalló y Carlitos López no fueron suficientes para contrarrestar a un inspirado ex, Martinell (2), al que acompañaron Calero, Torra y Jani Nicolás.
Para espantar las meigas, también hay ejemplos de remontadas después de perder el primer partido aunque en este caso fuera a domicilio. Son 2 de 15. La primera fue en 1990, los años de la gran rivalidad con el Igualada. Ambos se vieron las caras en Les Comes en una final a tres partidos en la que el primero se jugaba en la pista del peor clasificado, porque así, en el caso de derrota, como fue lo que ocurrió, el que disfrutaba del factor cancha tenía dos en casa para arreglarlo. Perdieron los coruñeses por 3-2, pero en A Coruña no perdonaron para ganar por 7-3 y 3-1 y proclamarse campeones por primera vez con playoff de por medio.
La otra vez fue en 2009. Eran las semifinales y le tocaba un Vic que se había convertido en su bestia negra y venía de eliminarle en las semifinales tanto de la Copa del Rey como de la Copa de Europa. Tras perder en tierras catalanas por 2-1 parecía que continuaría la mala racha, pero el Liceo acabó con la maldición al asaltar el Olímpico en los penaltis del segundo partido y ganar a continuación en el Palacio de Riazor por 4-1 y 3-1 los dos siguientes, aunque después perdió la final contra el Barça.